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Edición 105

event 22 Julio 2023
schedule 6 min.
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Sara Ceballos*
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Ximena Forero
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  • La crisis permanente que implica negociar la paz en medio de la guerra

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    En junio el Gobierno de Gustavo Petro y el ELN acordaron un cese al fuego que permitirá, de mantenerse el compromiso, avanzar en las conversaciones de paz sin la confrontación bélica que las rodeó hasta este momento. Los antecedentes, sin embargo, muestran la fragilidad de un proceso que tiene muchos elementos en contra.

     

    Petro ELN

    Fotografía: Presidencia de la República

    A finales de mayo el proceso de diálogo entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Gobierno colombiano pasó por su primera crisis. O por lo menos la primera crisis declarada así, con esa palabra, por una de las partes de la negociación. Así describió en un comunicado el Comando Central (COCE) de esa guerrilla el momento por el que estaban pasando las conversaciones, luego de que el presidente Gustavo Petro dijera en un discurso que su contraparte en los diálogos ya no es un grupo insurgente, sino que “está peleando territorio por la economía ilícita”.

    El ELN también expresó en este que el proceso no puede estar sometido a los “vaivenes en las declaraciones públicas del presidente” y que la postura de Petro pone en cuestión el estatus político que su gobierno les dio, vía decreto en marzo, para sentar las bases de la negociación.

    Aunque la situación se superó a los pocos días y el 8 de junio se anunció un cese bilateral al fuego, ese episodio dio cuenta de la fragilidad de una negociación que va y viene entre pequeñas conquistas que hacen pensar en la posibilidad real de un acuerdo y la idea de que cualquier conversación de paz entre un gobierno (de cualquier tendencia política) y esa guerrilla no puede darse en un contexto diferente al de crisis.

    En la historia del país los procesos con el ELN han tenido baches desde siempre. Por ejemplo, durante el Gobierno de Juan Manuel Santos el diálogo pasó por una fase exploratoria de por lo menos dos años y tuvo dificultades reiteradas por cuenta de las acciones armadas de esa guerrilla durante la negociación. Más tarde, en 2018, con la llegada de Iván Duque a la presidencia, las negociaciones se mantuvieron congeladas hasta enero de 2019, cuando el Gobierno suspendió definitivamente los diálogos luego del atentado con un carrobomba de esa guerrilla a la Escuela de Cadetes General Santander, en Bogotá, donde fueron asesinadas 22 personas, la mayoría, alumnos de la escuela.

    El panorama hoy es distinto por una razón fundamental: Petro fue claro en campaña con su intención de buscar una salida negociada al conflicto con esa guerrilla y, además, su presencia en la política electoral es justamente el resultado de un proceso de negociación y reincorporación. Haber estado en la lucha armada, luego llegar a posiciones de poder e incluso ser el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia le da un matiz diferente.

    Eso, sin embargo, no hace que el camino sea fácil. Y en el centro de los acuerdos, como ocurrió en mayo, están algunas declaraciones del presidente y sus posturas expresadas en redes. También el hecho de que las diferencias que deben abordarse en la mesa se ventilen en otros escenarios.

    Max Yuri Gil, profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia e integrante de Isegoría, plataforma académica de seguimiento, monitoreo y análisis del proceso de diálogo entre el Gobierno colombiano y el ELN, dice que “se requiere un mecanismo permanente de comunicación para resolver esos impases, no a través de redes sociales y medios de comunicación, sino un mecanismo confidencial con la facilitación de los países acompañantes”.

    La unidad de mando

    En abril, Pablo Beltrán, líder del equipo negociador del ELN, dijo en una entrevista para De la Urbe, en alianza con Isegoría y la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), que antes de comenzar el tercer ciclo de conversaciones en La Habana, el ELN realizó un encuentro interno en el que fijó una postura unificada frente al proceso. “Esta delegación viene aquí con un mandato, unas instrucciones muy precisas”, dijo Beltrán.

    No obstante, las declaraciones de Petro, en mayo, también ponían en duda la unidad de mando y la representatividad de los negociadores del ELN en la mesa de conversaciones. Ante esas afirmaciones, en el comunicado del COCE, esa guerrilla solicitó que el Gobierno aclarara si consideraba a sus delegados en la mesa “un interlocutor válido en el proceso”.

    Y es que aunque el ELN aseguró que tiene jerarquías claramente definidas y estructuras de mando “elegidas democráticamente”, las acciones bélicas de algunos frentes cuestionan la capacidad del grupo de llevar posturas unificadas y de que todos sus frentes se acojan a los acuerdos.

    Luz Helena Sarmiento, exministra de Ambiente durante el Gobierno Santos y quien fue negociadora en el proceso de paz con esa guerrilla, opina que “en la mesa tienen que estar representantes de cada uno de los frentes de guerra, porque si no están todos los grupos, el Comando Central no tiene una influencia real sobre los que están en el campo”.

    Esta preocupación vuelve a la pregunta inevitable por el alcance de la negociación. En la entrevista de abril, Beltrán dijo que el ELN busca cambios de fondo en el modelo económico y político. En ese sentido, Max Yuri Gil agrega que esa guerrilla “mantiene unos postulados muy estructurales de grandes cambios que deben realizarse primero, y en cierta medida es justificado porque la historia de los procesos de paz en Colombia ha sido de incumplimientos reiterados por parte del Estado”.

    Si bien puede haber consenso en esa organización alrededor de la importancia de esas transformaciones, resulta determinante la comprensión de sus líderes en diferentes regiones sobre el alcance de lo negociado para hacerlas efectivas. Después de escuchar la entrevista de abril, Andrea Arango, coordinadora del pregrado en Ciencia Política de la Universidad de Antioquia, dijo sentir preocupación porque esa guerrilla “no entienda las circunstancias actuales. Ojalá sean realistas y juguemos con lo que tenemos, dentro de este escenario”.

    León Valencia, director de Pares, también hizo su propio análisis del diálogo con Beltrán. Para él, Colombia ha hecho cambios graduales hacia un país menos desigual y con más participación de los sectores populares. Sin embargo, esos cambios no han sido fáciles en medio de un modelo económico desigual y un modelo político dominado por élites poco dispuestas a incluir a otros sectores.

    Sobre ese punto, el de las expectativas en las transformaciones que se discuten en la mesa, Gil agrega un elemento crítico: “Si como hasta ahora algunos sectores insisten en boicotear cualquier iniciativa de reforma porque todo lo consideran demasiado radical y demasiado estructural, pues va a ser entonces inviable el acuerdo de paz que se firme”.

    También para la exministra Sarmiento el reto está ahí, en concretar los acuerdos, tarea difícil no solo por los sectores de la población que no lo quieren así, sino también por las visiones enfrentadas que, según dijo, percibió al interior de esa guerrilla en el proceso del Gobierno Santos.

    En ese punto, el factor tiempo empieza a apurar. Pese a las confrontaciones públicas y a los desencuentros, el escenario político actual es más favorable a la negociación que uno en el que regresen al poder sectores contrarios a la salida negociada al conflicto o que planteen condiciones inviables para unas conversaciones de paz.

    Sin embargo, la profesora Arango vislumbra un proceso de negociaciones largo y complejo. Mucho más porque el ELN pretende que se abran canales de participación de la sociedad, que sean vinculantes y que definan aspectos clave de los eventuales acuerdos. En este sentido, que el diálogo no pueda acotarse a este período de gobierno sería un obstáculo difícil de superar y podría significar la pérdida de conquistas como la del cese al fuego, para abrirle camino otra vez a la crisis permanente que supone una negociación de paz en medio del fuego cruzado.

    *Periodista Isegoría