Si la minería acecha,
Támesis resiste
Anneth Sofía Huérfano Torres | annethsofia.huerfano@udea.edu.co
Sofía Parra Álvarez | s.parra1@udea.edu.co
La explotación minera ronda el Suroeste antioqueño desde hace por lo menos dos décadas. En respuesta, los tamesinos se han resistido a los proyectos que intentan extraer riquezas minerales de sus montañas. Hoy, es la minera AngloGold Ashanti la que despierta el rechazo frente a la posible explotación del proyecto Quebradona, entre Támesis y Jericó. Los habitantes defienden que su riqueza son los frutos de la tierra.
El área del proyecto Quebradona, 48.81 kilómetros cuadrados, es equivalente al 19.9 % del territorio de Támesis que es de 245 kilómetros cuadrados. Foto: María Camila García Patiño.
Manchas naranjas, verdes, amarillas y rojas pintaban el paisaje del parque de Támesis de lado a lado. Esos trazos eran lanzados por manos tamesinas que habían llevado parte de sus cosechas para dejarles claro a los representantes de la minera Solvista Gold que no eran bienvenidos. A punta de golpes con productos de su tierra –naranjas, plátanos y tomates–, y acompañados por pancartas y gritos contra la minería, muchos habitantes del municipio, entre estos, campesinos y algunos concejales, armaron una fiesta en la que los intereses mineros no estaban invitados. Se celebró el 28 de noviembre del 2011 en el Concejo municipal y fue uno de los hitos para que en los tamesinos creciera la convicción de defender su territorio.
La movilización contra la minería en Támesis no se siente hoy como en esos años, a diferencia de lo que sucede en Jericó. En ese municipio vecino, 11 campesinos se han convertido en el símbolo de la oposición al proyecto Quebradona, de AngloGold Ashanti (AGA). Esto debido al proceso judicial que enfrentan por secuestro simple y hurto agravado a raíz del choque que tuvieron en 2023 con trabajadores de AGA, quienes al parecer ingresaron a una zona protegida.
En Támesis, la resistencia se ha vuelto tan silenciosa como las banderas que ondean en los balcones del pueblo y reiteran el mismo mensaje desde hace 10 años: “minería no, AngloGold no”. Pese a ese silencio aparente, los tamesinos viven en estado de alerta porque la posibilidad de que a su territorio lleguen máquinas a explotar los minerales de la tierra no ha desaparecido, ni se han disipado las dudas sobre las posibles consecuencias socioambientales.
Una resistencia que no es nueva
En Támesis, “la tierra del siempre volver”, se respira tranquilidad con frecuencia, menos cuando el cielo es atravesado por helicópteros desconocidos. Desde finales de la década de los 2000, los campesinos han sido testigos de los sobrevuelos. Según Sergio Ruiz, campesino, activista y precandidato a la Alcaldía de Támesis por el partido Conservador, alrededor del 2008 comenzaron los sobrevuelos sobre el corregimiento San Pablo. Ahí se empezó a rumorear sobre la minería y sobre la presunta responsable: una extraña minera canadiense llamada Solvista Gold.
Mucho después, el 24 de julio de 2024, Ruiz compartió en su cuenta de Facebook un video en el que se ve un helicóptero del que cuelga un aro gigante. Según él, sería un georradar usado para detectar metales. “¿Quiénes son, para qué nos monitorean con radares, tienen permisos?”, preguntaba en la publicación.
Desde los primeros sobrevuelos, los tamesinos han estado atentos por las exploraciones esporádicas a cargo de diversas mineras. Según el visor de títulos mineros de la Agencia Nacional de Minería (ANM), el territorio de Támesis tiene 32 solicitudes mineras vigentes. Hoy, Solvista Gold cuenta con cinco títulos activos, supuestamente en etapa de explotación. Sin embargo, Sebastián Jaramillo, director jurídico del Grupo Bullet (sucursal colombiana de la firma de adquisiciones mineras Bullet Holding Corp, socia de Solvista Gold), explica que la empresa no está explotando por falta de varios estudios y licencias, pero que la página de la ANM actualiza los títulos de forma automática y, al terminarse el plazo de exploración, aparece en fase de explotación.
El 28 de noviembre de 2011, Solvista Gold socializó en la Alcaldía el proyecto mediante el cual intervendría en Támesis. Muchos habitantes se plantaron para expresar su descontento. “Organizamos una gran marcha, creo que una de las más grandes que hemos tenido en la región. Aquí, a todo el frente de la Alcaldía, hicimos una especie de mandala con todos los productos. Eso fue una fiesta”, dice Ruiz.
Luego de gritar arengas desde afuera, entraron al Concejo y los representantes de Solvista Gold no tuvieron más opción que salir escoltados por la puerta de atrás. El 13 de febrero de 2012 trataron de volver al municipio a hacer otra socialización y recibieron el mismo rechazo.
El 5 de septiembre de 2013, los habitantes del corregimiento de Palermo discutieron con los funcionarios de Solvista Gold en la plaza principal y la Alcaldía tuvo que mediar. Después, Solvista Gold se fue. Quisimos registrar más visitas de la minera al municipio, pero Sebastián Jaramillo explica que esa información la tenía la administración anterior y que ya no tienen contacto con esta “porque creo que ni siquiera están en el país”.
Además de Solvista Gold, empresas como AGA y sus filiales han logrado obtener títulos en municipios del Suroeste como Jericó, donde planean desarrollar el proyecto Quebradona en el límite con Támesis; y siguen adelantando los trámites para conseguir los permisos ambientales que aprueben la explotación. Los tamesinos, pese a que no serían los principales afectados por este proyecto pues, según la empresa, el área de explotación no está dentro de su municipio, consideran que el impacto ambiental generado por la minería toca su tierra y, por esto, mantienen su postura de rechazo.
Este panorama es similar en otros municipios del Suroeste antioqueño y se explica, entre otras razones, por el Cinturón de Oro de Colombia (también conocido como el Cinturón Metalogénico del Cauca) una zona geológica que reúne municipios con características similares que son atractivas para la explotación minera. Este circuito incluye a Caramanta, Valparaíso, Támesis, Jericó, Tarso, Pueblorrico, Andes y Jardín.
En respuesta a este, organizaciones campesinas, sociales y ambientales del Suroeste crearon en 2011 el Cinturón Occidental Ambiental, que busca establecer “estrategias en defensa del territorio y la vida frente a la explotación minera por parte de transnacionales productoras de deterioro ambiental, económico y social”.
En un intento por blindar la agricultura, las fuentes hídricas y la biodiversidad, el Concejo de Támesis expidió en 2012 el Acuerdo 008, en el que buscaba prohibir la exploración y explotación de minerales metálicos en su territorio. Sin embargo, el entonces presidente Juan Manuel Santos, mediante el Decreto 0934 de 2013, tumbó esta norma y advirtió que “la decisión de establecer zonas excluidas y restringidas de minería compete exclusivamente […] a las autoridades minera y ambiental”.
En 2017, el Concejo aprobó el Acuerdo 003 que reiteró la oposición a la minería metálica y prohibió los proyectos de AGA. Sin embargo, el 16 de febrero de 2018 el Tribunal Administrativo de Antioquia lo declaró inválido.
La Red de Territorios Afectados por AngloGold Ashanti adelanta la campaña “Quítale la máscara a AngloGold” como una forma de hacerle frente a la megaminería. Foto: Daniel Gómez.
Muchos nombres, una amenaza
AGA nació de la fusión de Ashanti Goldfields Company y AngloGold Limited y comenzó a operar en el país mediante su filial Kedahda Colombia. Cuando esta descubrió dos yacimientos de oro en Tolima y Norte de Santander, el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez la presentó como AngloGold Ashanti. Ante el cuestionamiento sobre el uso de filiales para ocultar su identidad, AGA decidió cambiar los nombres de estas (ver línea de tiempo). Así, ha constituido empresas como Minera de Cobre Quebradona S. A. S. Sin embargo, en ninguno de sus medios institucionales expone la sucesión de los nombres o la relación entre unas y otras.
La minera de cobre de AGA solo tiene un título vigente, el destinado al proyecto Quebradona, en las veredas Cauca y Quebradona, de Jericó. La empresa propone extraer un concentrado de cobre (80 %) con oro y plata en 4881 hectáreas, a 12 kilómetros del casco urbano de Jericó y a 320 metros del límite con Támesis. Esto durante 38 años: cuatro de construcción, 21 de producción, tres de cierre y 10 de poscierre. AGA planea extraer los minerales de cinco yacimientos bajo el modelo de minería subterránea y luego rehabilitar el terreno mediante la construcción de un parque biodinámico para el avistamiento de aves, con infraestructura educativa y energética y unidades de paisaje de bosque seco tropical.
Hoy no hay, todavía, minería en Támesis ni en Jericó. Para llevar a cabo la exploración y explotación de Quebradona, AGA necesita dos permisos: el título minero, que ya le concedió la ANM, y la licencia ambiental, que se solicita por medio del estudio de impacto ambiental a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), el cual todavía no lo tiene.
El 23 de enero de 2020 inició el trámite de solicitud de la licencia del proyecto Quebradona con base en el primer estudio, pero el 25 de octubre de 2021 la Anla la archivó por insuficiencias con respecto a la protección de fuentes hídricas y la gestión de residuos mineros. Además, solicitó una delimitación más precisa del área de influencia, ya que el estudio se enfocó en Jericó y no tuvo en cuenta a Támesis.
El 18 de noviembre de 2021, la Minera de Cobre Quebradona apeló el fallo de la Anla e interpuso un recurso de reposición, que se suma a otros 10 que interpusieron personas particulares como terceros intervinientes. El 29 de abril del 2022 la autoridad ambiental ratificó su decisión y, desde entonces, AGA se encuentra rehaciendo su estudio para volver a hacer la solicitud. Sergio Ruiz dice que es muy probable que la multinacional espere hasta que llegue el próximo Gobierno nacional porque el presidente Gustavo Petro “ha dicho todo el tiempo: ‘no le doy la licencia’”.
El documental Verde como el oro, realizado en 2022 por Isabella Bernal Vega, muestra una simulación del impacto del proyecto Quebradona en el cerro La Mama, en Jericó. En el video se ve, en una zona notoriamente árida y deforestada, el hundimiento que sería la consecuencia de la explotación minera.
Sin embargo, para la geóloga Mónica Saldarriaga no es posible que esa proyección suceda debido a que, dependiendo de los estudios y la estructura de los túneles, estos se pueden llenar con relaves (desecho de la extracción) o se pueden realizar hundimientos controlados. Por su parte, Óscar Jaime Restrepo, profesor de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia, explica que “como no hay un proyecto presentado, todo es teoría. No se pueden hacer generalizaciones de lo que va a pasar en un territorio por un proyecto que no se sabe cómo va a afectar”.
En contraste, el Observatorio de Conflictos Ambientales de la Universidad Nacional señala en un estudio de caso que la ejecución del proyecto Quebradona “ocasionaría numerosos efectos negativos en los componentes ecológicos de los municipios de Jericó y Támesis”, entre los que enumeran la afectación a los cuerpos hídricos (lea el reportaje en las páginas 6 y 7), los ecosistemas, la biodiversidad y el paisaje. Y estos daños “podrían tener consecuencias directas y perjudiciales en las dinámicas sociales, económicas y culturales del territorio, así como en la calidad de vida de los habitantes de la zona”.
Foto: Daniel Gómez.
Desconfianza y resistencia
Debido a la falta de estudio de impacto ambiental, los tamesinos no pueden ver en un documento técnico las afectaciones que tendrían sus montañas, cultivos y ríos. A muchos les preocupan las incoherencias de la empresa, sus múltiples cambios de nombre, el hecho de que haya llegado “camuflada” al territorio y que implemente planes sociales en la zona.
Para Saira Ramírez, activista y campesina de San Pablo, estos planes “son una fachada para comprar conciencias y que ellos puedan entrar libres al territorio”. Según la oficina de comunicaciones de AGA, estos proyectos se desarrollan en los municipios cercanos al área de influencia del proyecto Quebradona. En Támesis hay dos: Mujeres que Inspiran y Proyectos Productivos. Según AGA, estos “no buscan generar dependencia a una actividad exclusiva, que puede ser la minería, sino que pueda haber minería, pero también se sigan desarrollando las otras actividades económicas”.
Por su parte, Eradio Toro, líder de las Juntas de Acción Comunal de Támesis, dice que “ninguna junta ha aceptado los ofrecimientos. En el último año la minera ha contactado líderes para que conozcan el funcionamiento de la empresa, pero ellos no han accedido”. Dice que la mayoría de los habitantes le apuntan a la verdadera vocación del municipio: la agricultura.
El 5 de septiembre de 2025 AGA solicitó a la ANM una prórroga del tiempo de exploración del proyecto Quebradona, adicionalmente pidió que suspendieran las obligaciones adjuntas a su título minero (inversiones, reportes técnicos y garantías financieras). La ANM negó la segunda petición, pues considera que hay una contradicción entre ambas solicitudes. En cuanto a la prórroga, la autoridad no había emitido una respuesta hasta el cierre de este reportaje.
Debido a que Solvista Gold sigue ausente, pero con títulos activos, y AGA todavía no puede iniciar la explotación, en Támesis la resistencia ha tomado formas distintas a las de marchas y plantones. Para Saira Ramírez, una es el trabajo continuo en el campo. Mediante los cultivos les demuestran a las multinacionales que a Támesis no le interesa ser una zona minera. Néstor Morales, presidente de Frutos, uno de los mercados que recibe la producción agrícola, indica que en esta forma de comercialización también hay una postura de rechazo frente a la minería (lea el “recetario” en las páginas 8 y 9).
Sergio Ruiz y Saira Ramírez recalcan que la organización social también es una forma importante de resistencia. Por eso consideran valiosos los espacios que han propiciado el Comité por la Defensa Ambiental del Territorio, el Cinturón Occidental Ambiental, la Mesa Ambiental de Támesis y Casa Solar, que mantienen activa la conversación sobre la minería.
Aun así, Ruiz menciona que las movilizaciones no son constantes porque la gente va perdiendo interés. También lo explica porque la minería es difícil de entender incluso para quienes le hacen seguimiento. Sin embargo, asegura que se mantienen atentos: “esa gente viene, se va, después vuelve con otro nombre, entonces cada vez que aparecen, ahí estamos otra vez”.
Mientras tanto, en una vivienda pequeña al noroccidente de San Pablo, Saira Ramirez permanece en estado de alerta, pues la posibilidad de que la multinacional sudafricana llegue a esas montañas sigue latente. Dedica sus días a participar en la Mesa Ambiental de Támesis y el Cinturón Occidental Ambiental, y a trabajar con sus manos el jardín, ubicado entre su casa y la falda de la montaña. Allí nacen plátanos, aguacates, limones, mandarinas y algodón, que cultiva para el sustento de su hogar, de sus vecinos y para no dejar morir el legado de Támesis: sembrar para resistir.
Saira Ramírez es campesina. Produce café y frutas, que hacen parte de la base de la economía del corregimiento San Pablo. Foto: Daniel Gómez.