La memoria de Beatriz Elena Monsalve, la prima lejana, no reposa en un mural, a diferencia de la de muchos hombres de la Universidad de Antioquia que también fueron asesinados en los años 80. Con algunas fotografías, papeles y anécdotas, su historia la guardan solo aquellos que la recuerdan en mi familia y los amigos que sobrevivieron al genocidio contra la izquierda colombiana. Para mí representa una conexión con la UdeA más allá de lo que han sido estos años de estudiar y, quizá, luchar en ella.