A las tres de la tarde, el lunes 3 de septiembre de 2012, en el barrio Belén, Griselda Blanco estaba en compañía de su exnuera, comprando carne en Cardiso, una típica carnicería de barrio. El carnicero estaba terminando de despachar su pedido y mientras lo esperaban, les tomó por sorpresa el sonido de dos disparos. Rodeada por neveras repletas de carne, la viuda negra calló tumbada al piso, luego de ser atacada por dos sicarios que le dispararon en la cabeza.
Doce años después de su fallecimiento, la historia de la peligrosa y buscada Griselda Blanco, ha sido nuevamente retratada en las pantallas chicas.
El 25 de enero del 2024, Netflix estrenó Griselda, una miniserie de seis capítulos basada en la vida de la narcotraficante colombiana Griselda Blanco, fundadora del cartel de Medellín y quien llegó a controlar el imperio de la droga en Miami durante las décadas de los 70 y 80. La serie es protagonizada por Sofía Vergara, una de las actrices latinas más famosas de Hollywood.
Tras dos semanas de su estreno, Griselda se convirtió en la serie más vista en Netflix Estados Unidos, convirtiendo el nombre de Griselda Blanco, en uno de los más buscados en Google. Según la sinopsis oficial de Netflix, Griselda, también conocida como La Viuda Negra, “terminó creando uno de los cárteles más rentables de la historia, debido a su letal brutalidad, pero también a su habilidad para encantar, que la ayudaron a transitar hábilmente entre su negocio y la vida familiar”.
¿Quién fue Griselda Blanco?
Conocida como “La madrina”, “La viuda negra” y “La jefa”, Griselda Blanco fue una narcotraficante colombiana quien, tras un gran rastro de sangre, construyó un opulento imperio de cocaína en Estados Unidos, valorado en más de 1.500 millones de dólares en la década de los 70 y 80.
Su lugar de nacimiento es un misterio, algunos biógrafos afirman que nació en Santa Marta mientras que otros defienden que fue en Cartagena, lo que sí es seguro es que fue en 1943. Desde muy joven demostró una determinación feroz y una astucia sin igual que la llevaron a los más altos escalones del mundo del crimen organizado. Tan solo a los 11 años inició su vida criminal, colaborando en el secuestro de un niño, a quien asesinó cuando su familia se negó a pagar el rescate. A partir de ese momento, se embarcó en una serie de pequeños hurtos.
A los 14 se mudó con su madre a Medellín y luego de ser abusada sexualmente por su padrastro, huyó de su casa e inició su trabajo como trabajadora sexual.
Ese mismo año se casó con Carlos Trujillo, su primer marido, con quien tuvo tres hijos, a los que llamaron Uber, Osvaldo y Dixon. Años más tarde, Trujillo falleció de cirrosis, aunque rumores le atribuyen su muerte a Griselda.
Después se casó con Alberto Bravo, quien la introdujo al narcotráfico, juntos se mudaron a New York y allí empezaron con su operación. Según el libro Cocaine Cowgirl, Blanco comenzó como “mula” (personas que transportan sustancias ilegalmente), usaba ropa especial que ella misma diseñaba. Se aprovechaba de los pocos filtros de seguridad que había en la época para las mujeres en los aeropuertos.
Posteriormente el negocio creció y empezaron a enviar cargamentos de toneladas de cocaína desde Colombia a Miami, volviéndose famosa por trazar las rutas que luego usarían otros cárteles.
Un rumor afirma que Blanco asesinó a su segundo esposo, por una infidelidad o por diferencias en su trabajo. Tras la muerte de Bravo, se casó con su tercer esposo, Darío Sepúlveda, padre de su cuarto hijo, Michael Corleone. Después de cuatro años de matrimonio, Griselda mandó a matar a Sepúlveda por haberse llevado a Colombia a su hijo Michael en contra de su voluntad. Este último crimen fue confirmado por las autoridades de Miami.
Es por haber asesinado a sus esposos que Griselda obtuvo el apodo de la viuda negra, aunque según José Guarnizo, escritor de La patrona de Pablo Escobar, “Al final, es probable que Griselda haya matado a uno de sus tres maridos, pero no a todos como se ha creído gracias a una especie de construcción mítica del personaje que le valió el apodo de viuda negra”.
A fines de los años 70, estableció su residencia en Miami, donde consolidó su imperio del narcotráfico y provocó una oleada de violencia en las calles. Se hizo famosa por poner en práctica las mutilaciones para demostrar el asesinato de las personas, volviendo esto una práctica típica del cartel de Medellín. Además, según Guarnizo, “El sicariato en moto, un fenómeno que ha arropado a Medellín como una mortaja pútrida —a veces con más, a veces con menos intensidad—, llegó a Colombia de la mano de Griselda Blanco. Ella fue quien creó el método”.
En 1985, con cerca de 250 asesinatos confirmados, después de guerras con otros narcos, de crear un imperio de la droga y de amasar una gran fortuna, Griselda Blanco fue arrestada y llevada a Nueva York donde se enfrentó a los cargos por narcotráfico que tenía pendientes desde una década antes.
En 1998 se declaró culpable a cambio de una reducción de sentencia y seis años después, luego de 19 años presa, en 2004, fue puesta en libertad y deportada a Colombia. Vivió en Medellín ocho años hasta su asesinato.
En la actualidad, la viuda negra es reconocida por ser una mujer que construyó un gran imperio, llegando a ser incluso la inspiración de otros narcos como Pablo Escobar, convirtiéndose en una leyenda de diferentes películas y series.
Con Griselda, se ha traído de vuelta la glorificación y mitificación de este personaje, vendiéndola como un símbolo de poder femenino, emprendimiento y valentía, trayendo consigo titulares de prensa, opiniones del público, de sus víctimas y de sus antiguos aliados. Este fenómeno es común en las narco producciones, que cuentan la historia de célebres criminales cuyo legado ha dejado un impacto de violencia y muerte.
Narrativas del narcotráfico
Con el lanzamiento de la serie, Netflix y Andrés Baíz director de esta, dejaron claro que su intención no es romantizar, ni glamurizar la historia de Griselda, sino que buscaban humanizarla e indagar en la complejidad de su vida.
Tanto en la serie como en su promoción, han mostrado a una Griselda empoderada, guerrera, a una mujer que se salió del molde y desafió las dinámicas de la época, que según palabras de la misma Sofía Vergara: “Siempre he tenido la idea de que Griselda comenzó todo con buenas intenciones, con intenciones de salvar a sus hijos, a su familia, de defenderse”.
Esta retratación humana y cercana de Griselda podría estar minimizando las consecuencias reales de sus acciones, pues es importante recordar que Griselda Blanco fue responsable de diferentes crímenes violentos, como asesinatos y tráfico de drogas. Además, al enfocarse en su supuesto deseo de proteger a su familia, la serie pasa por alto el sufrimiento que infligió a otras familias a través de sus actividades criminales. Presentarla como una madre amorosa y protectora distorsiona la realidad de su comportamiento abusivo y manipulador hacia aquellos que la rodeaban.
Juan Pablo Calvás, periodista colombiano, publicó una columna en El país, donde cuestiona que Griselda sea un personaje con el que uno puede sentir empatía, “Habría quienes justifiquen a Griselda con ese sabor de lucha feminista que le imprimen al personaje. Habrá quienes consideren que su guerra con otros carteles es prueba de fortaleza de la mujer. Habrá quienes vean en su rol de madre de familia algo ejemplar. En realidad, nada de eso vale. Nada de eso debería siquiera insinuarse”.
Omar Rincón, periodista, ensayista y escritor de Narco.estética y Narco.cultura en Narco.lombia, plantea un punto de vista diferente respecto a esta romantización, “Yo no creo que uno los admire sino que uno simplemente termina viéndolos y diciendo ´cómo eran de malos´ o ´cómo eran de buenos, ´como la pasaron de bien´, ´cómo se le ocurrían ideas´, pero no creo que haya admiración y eso es lo que hemos construido, un nuevo exótico donde la gente de bien entre comillas, creemos que podemos ver el mal”.
Miles de discusiones y opiniones similares a las de los periodistas se encuentran en las redes sociales, colombianos ofendidos y cansados de este tipo de representación del país y de las narrativas del narcotráfico en producciones cinematográficas. No es la primera vez que se cuenta la historia de estos infames narcotraficantes, pues esta temática se ha apoderado de las pantallas desde la década de los 2000, series como: Sin tetas no hay paraíso (2006), El cartel de los sapos (2008), El capo (2009), Las muñecas de la mafia (2009), Pablo Escobar, el patrón del mal (2012), Narcos (2015), entre muchas más.
Asimismo, no es la primera vez que la historia de Griselda Blanco es retratada en la pantalla chica, pues en 2014, Caracol Televisión y Televisa produjeron La Viuda Negra, una telenovela de ficción basada en el libro La Patrona de Pablo Escobar: Vida y Muerte de Griselda Blanco de José Guarnizo. Sin embargo, esta producción no fue motivo de polémicas como ha sido el caso de la miniserie de Netflix.
Rincón dice que, “Griselda no es distinto a lo que ya teníamos. Es reconfirmar que, en Colombia, específicamente Medellín, es la Capital Mundial del narco. Reconfirmar que el cielo para los colombianos y para los narcotraficantes es Miami. Reconfirma que en Colombia todo se resuelve a base de violencia, y reconfirma que producimos la mejor cocaína del mundo”.
Otro aspecto que ha causado polémicas ha sido la promoción de esta serie, en específico una acto publicitario realizado en París, Francia. Este 30 de enero, la cuenta de X (antes Twitter) de Netflix Francia publicó un video que mostraba un camión adornado con luces de color rosa y el nombre de la producción pintado en un costado. En la parte frontal del vehículo se instaló un tubo, que parecía aspirar las líneas blancas trazadas en el asfalto mientras el camión recorría las calles de París, creando la ilusión de esnifar cocaína.
Netflix Francia eliminó la publicación, pero en redes sociales se siguió difundiendo la campaña publicitaria. Varias personas y medios de comunicación (especialmente colombianos), cuestionaron dicha publicación, llamándola una falta de respeto a un país que tiene una historia tan dolorosa a causa del narcotráfico. Javier Leytón Álvarez, ususario de X, trinó, “Mientras se siga haciendo apología a la época del narcotráfico en Colombia, en el resto del mundo seguirán pensando que aquí solo producimos aún droga ilícita".
Para Ernesto Correa, periodista y comunicador social de la UdeA, especialista en la representación de Colombia en el cine y la televisión, este tipo de producciones se siguen realizando porque son lo que más vende, y esto es todo lo que les interesa a las grandes cadenas como Netflix, HBO y Prime Video, vender. También dice que la responsabilidad de no romantizar no recae sobre el director o cineasta, sino en los directivos de estas grandes empresas.
Correa también plantea que estas narrativas no deberían abandonarse, sino, que deberían tomarse otras miradas y otros puntos de vista. Porque, además, como dijo José Guarnizo para Mutante, los cineastas tienen la libertad de contar las historias que quieran, “Venimos acostumbrados de ver series como Sin tetas no hay paraíso o El cartel de los sapos, que caricaturizan el narcotráfico. Son series en donde uno no ve que exista un deseo de escarbar en la historia y convertir un producto que pertenece al mundo del entretenimiento en, al menos, una historia basada en hechos reales”, producciones que, en comparación a Griselda y Narcos de Netflix, contaron con un mayor presupuesto y consiguieron recrear la verdadera atmosfera de la época.
Y aunque hay personas que toman una posición crítica frente a estas producciones, también hay otras quienes terminan admirando a estos personajes, según Correa “Escobar el patrón del mal, se suponía que era sobre la mirada de las víctimas, pero terminó siendo lo contrario, hoy la figura de Pablo Escobar es glorificada en las calles, no necesita de la televisión y del cine para ser glorificada. En Medellín Pablo Escobar sigue siendo un ícono para mucha gente, en Antioquia y el país entero hay mucha gente que quisiera ser Pablo Escobar y que se siente incluso agradecida con él, esto puede aparecer aterrador.”
Es por esta razón que estas series se siguen produciendo, porque la audiencia las sigue consumiendo. Es por eso que en lugares turísticos de Medellín se encuentran decenas de diferentes souvenirs alusivos a Pablo escobar, por eso vemos narco tours por la ciudad, por eso hemos visto a celebridades posar en la tumba del narcotraficante (como fue el caso Wiz Khalifa en 2017) o a cantantes como Bad Bunny que en su canción “Mónaco” dice: “Si Pablo me viera diría que soy un berraco”.
Para Ernesto Correa la solución no es dejar de tocar el tema, pues reconocer la historia de un país que sufrió tanto dolor también es importante. Considera que lo que debería hacerse es que tanto los cineastas, como las audiencias, tomen una posición más crítica respecto a este tipo de representaciones, entender que Griselda Blanco fue una criminal malvada que provocó mucho daño, que no es un símbolo de empoderamiento femenino, porque, aunque se salió del molde de la época al ser mujer, fue una mujer despiadada que dejó un rastro de sangre, porque como plantea José Guarnizo: “Griselda está muy lejos de ser una heroína, entre otras cosas porque los muertos que quedaron no fueron actores de reparto, sino que fueron personas de sangre y hueso que murieron en esas guerras y vendettas de la mafia. Solo por eso yo creo que ella no es una heroína, así como Pablo Escobar no es un héroe”.