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event 07 Julio 2024
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Santiago Vega Durán
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Gutiérrez, una deuda pendiente: El documental de una “masacre”

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Este año se conmemoran los 25 años de una toma guerrillera que dejó 38 militares muertos en Gutiérrez, Cundinamarca. Hablamos con el director del documental que reconstruye este suceso.

Soldado Gutierrez

El soldado Freddy Iturre Klinger llora la muerte de su compañero y medio hermano, Simon Goméz. Fotografia: William Fernando Martínez /El Tiempo 

La madrugada del 8 de julio de 1999, 500 miembros de las Farc tomaron Gutiérrez, un pequeño municipio de Cundinamarca a más de tres horas de Bogotá. En la toma se enfrentaron a alrededor de 60 soldados del ejército, quienes en su mayoría no superaban los 20 años y prestaban su servicio militar obligatorio. 38 integrantes del ejército fueron asesinados ese día que quedó manchado de rojo en el calendario de la gente de Gutiérrez.

Este 2024, por la conmemoración de los 25 años del suceso, el director de cine Iván Acosta Rojas estrena Gutiérrez: una deuda pendiente, un documental en el que a través de las voces de habitantes del municipio y soldados sobrevivientes se reconstruye la historia de esta “masacre”. Aunque medios como El Tiempo llaman al hecho “masacre”, lo cierto es que en las definiciones de este término solo se contempla como masacre acciones contra civiles.

Para el director este documental, que se estrenará en salas de cine este 11 de julio, tiene como propósito llamar la atención de la Jurisdicción Especial para la Paz, ya que la población quiere ser reparada y contemplada en los informes. Además, han luchado para que a lo que ocurrió hace 25 años se le denomine masacre, aunque haya sido en contra de militares armados. Ahora bien, entidades como la ONU o el Derecho internacional humanitario, se refieren a masacre como la matanza indiscriminada de un gran número de personas, especialmente civiles, que no participan directamente en el conflicto, y la JEP sigue esta jurisdicción a la hora de hacer su trabajo.

En De la Urbe entrevistamos a Iván Acosta para conversar sobre lo que significa este suceso para la población y discutir el carácter de “masacre” en este hecho.

Gutiérrez una deuda pendiente

Afiche oficial del documental "Gutiérrez: Una deuda pendiente"

Iván ¿cómo llegó a la historia de Gutiérrez? ¿Qué lo llevó a querer hacer un documental de esa historia?

Hay una amiga muy querida, Jennifer Navarro, que es la investigadora del documental, es abogada especializada en Derechos Humanos y tiene muchos casos de este tipo. Un día en mi apartamento reunidos me comentó este caso de Gutiérrez, la historia de cómo un grupo de muchachos muy jóvenes habían intentado repeler una toma y fueron masacrados por un frente guerrillero.

Me empezó a contar de estos muchachos casi en indefensión, pues no tenían casi armas, que habían sido muchachos reclutados; era la época en la que pasaban los camiones del Ejército por los barrios llevándose a los muchachos que estaban en la calle. Me contó que eran entre 50 y 60 soldados contra 500 guerrilleros ¡Ojo! unos 50 soldados mal preparados y mal armados, ni siquiera con sistema de comunicaciones propio óptimo, contra 500 guerrilleros, era absurdo. Entonces me llamó la atención y dije: “oiga, qué bonito poder contar la historia de ellos, pues para que no se queden en el olvido”. 

Entonces iniciando el año pasado le dije a Jennifer, “yo quiero hacer esa historia”, y empezamos la investigación. Ahí empezamos a rodar en Gutiérrez y a contar la historia, pero no solo contar los soldados, o la masacre, sino también contar la población.

A propósito de esto, el documental inicia sin hablar de la masacre, sino narrando el pueblo, hablando con gente de allá, y contando la actualidad del pueblo. ¿Cuál era su intención con arrancar así?

Insisto mucho en que quería mostrar la gente narrativamente, sensibilizando al público y acercándolo a la población. Quienes viven en esta región son campesinos, gente muy tranquila, muy humilde. Quise que la gente reconociera el pueblo porque Gutiérrez es muy grande. También mostrar que fue un pueblo que en algún momento estuvo gobernado por un frente guerrillero, ellos eran los que imponían la ley. Entonces quise empezar mostrando la gente y que reconocieran el territorio.

Después en una en una segunda presentación, que la gente se entere ya que fue lo que pasó. La sentencia [del 2 de mayo de 2013, donde el Consejo de Estado reconoció la responsabilidad del Ejército en la masacre] como documento oficial hace parte de la historia y ahí empezamos a narrar la masacre. Finalizamos con un sencillo homenaje a estos muchachos que no eran soldados, eran pelados que los sacaron de un momento a otro de sus casas a prestar servicio.

En el documental, además de problematizar el hecho de que la JEP no considere lo que ocurrió el 8 de julio de 1999 como una masacre, problematizas también este concepto. Según la ONU una masacre es “un asesinato en masa, intencionado, de civiles que no participan en hostilidades o de personas que siendo combatientes no se encuentran en combate y son ejecutadas por grupos armados organizados y en violación del derecho internacional humanitario”. Como director de esta película ¿por qué lo que ocurrió en Gutiérrez debería ser considerado como una masacre?

En el contexto, llamémoslo humano, nos situamos en que eran casi 60 soldados mal preparados, con un pésimo sistema de comunicaciones, una única M60 que no funcionaba; que incluso en el expediente reza que ellos pidieron una a los entes mayores y les dijeron que no. Entonces, imagínate con armas que según el expediente no tenían casi municiones, había unas que ni estaban funcionando bien, no tenían culatas. También tenemos que habían sido avisados por los campesinos de la región, los que vivían más lejos sabían que este frente guerrillero pasaba por los linderos del Sumapaz y les avisaron.

Entonces: soldados mal preparados, mal equipados, mal comunicados, pidiendo apoyo que nunca llega, en total indefensión, pero con la orden de estar ahí y resistir. Llegan 500 guerrilleros de los frentes 51, 53 y 54, armados hasta los dientes contra dos contingentes de 30 pelados aproximadamente cada uno.

También narramos en el documental cómo en un momento les dicen que se entreguen, que les van a perdonar la vida, y no es cierto. Ellos se entregan porque ya lo único que podían tirar eran piedras, se les habían acabado las balas. Te están disparando con una ametralladora y te dicen: “está bien, no más, salgan que les vamos a perdonar la vida” y lo que hicieron fue mutilarlos y darles tiro de gracia. 

Eso es una masacre, no importa de qué lado va. La vida en todos los términos hay que protegerla, estamos hablando acá de vida humana, de pelados con familias, con mamás, con papás, con hermanos esperándolos. Entonces en ese orden de ideas, se convierte en una masacre en el instante en que la vida deja de valer al nivel de: te tengo al frente desarmado y hago con tu vida lo que a mí se me da la gana y te doy un tiro de gracia.

A propósito de esto, ¿cree que en la narrativa del conflicto del país no hemos tenido en cuenta lo suficiente las violencias en contra de las Fuerzas Armadas?

Por supuesto. Vuelvo y te digo, antes de cualquier cosa son vidas humanas, no importa que sea un soldado, o que sea un guerrillero.

Si estamos en un conflicto donde tú con conciencia decidiste ser un soldado y tomar parte de un bando, sabes que puedes morir porque entraste conscientemente a la guerra. Pero si tú no entras conscientemente a la guerra, si te llevan a la fuerza, te arman para que salgas al frente, pero lo que querías era ser mecánico, no soldado, ahí no eres consciente.

Yo siento que, así como Gutiérrez, hay muchísimos casos que no han sido tenidos en cuenta. De hecho, parte del documental es mostrar un caso que no se ha tenido en cuenta en la Jurisdicción Especial para la Paz. Gutiérrez sigue siendo un territorio, una comunidad y una población sin reparación o reconocimiento de parte de la JEP.

En el documental, los entrevistados que en esa época eran adolescentes, nos contaban cómo se metían debajo las camas en los ataques. y esa masacre en particular todavía la recuerdan, todavía la lloran. La población de Gutiérrez, sus soldados y los familiares de los soldados no han sido reparados.

Entonces con este documental y la investigación, se hizo un comunicado a la JEP para que lo revisen para ver de qué manera se tiene en cuenta a la población. Porque el fin del documental no es solo que quienes lo vean conozcan la historia, sino que la población se vea beneficiada. Pero sí, hay muchos casos así.

Al final del documental habla sobre la búsqueda del reconocimiento en la JEP. ¿Cómo ha sido esta búsqueda de las familias, los soldados y la población que quieren ser reconocidos ante la JEP como víctimas del conflicto?

Ha sido una lucha dura. Hay un reconocimiento, y está en el expediente, para algunas pocas familias de los soldados, una minucia. También un reconocimiento por parte del Estado para algunos soldados. Pero para la población no, la población sigue esperando. 

También, la gente sigue con temor. El año pasado rodamos y hubo personas que no quisieron darnos entrevistas, hubo muchas personas que me decían que no. Después de tanto tiempo todavía existe el temor de decir algo, porque desafortunadamente siguen expuestos.

Se han hecho algunas diligencias y de hecho en el expediente se encuentra que se dieron algunos recursos para mitigar de alguna manera. Pero yo no creo que ese dolor se pueda mitigar. El año pasado estuvimos en la conmemoración de los 24 años de la masacre y las familias y 24 años después aún las mamás lloraban a sus hijos.

Ocurre algo particular, la región es bastante rica. Es uno de los primeros productores de frijol del país. Además, tienen clima frío, clima de páramo, clima templado, entonces producen una cantidad de productos impresionantes. Pero intenta tú llegar a Gutiérrez desde Bogotá, la carretera está hecha pedazos. Eso demuestra que no han volteado a mirar el territorio, no han visto la importancia de una región que aún con todo lo sufrido produce para el país.

Para cerrar, ¿cómo está la gente de Gutiérrez 25 años después?

Mira, es gente que pide paz y te lo digo así literal, no es como que se siente en el ambiente, literal ellos piden paz. Piden que los dejen trabajar, ellos son trabajadores campesinos; la gran mayoría saben labrar la tierra, saben criar su ganado, saben cultivar, esa es su profesión, la llevan en el alma y en el corazón, lo que más piden es poder hacer eso.

Yo diría que es una población repuesta y resiliente, una población que ha sabido lidiar con el dolor. Por ejemplo, a nosotros nos llevaron a un sitio donde las FARC ejecutaba a muchachos jóvenes cuando ellos gobernaban el territorio. Y ellos cuentan esas cosas, las recuerdan, las lloran, pero sobre todo se han repuesto, siguen trabajando. No se quedaron viviendo en el pasado.

En esa época no eran uno de los primeros cultivadores de frijol en el país, se convirtieron en uno con el tiempo, o sea que sí es un pueblo, trabajador, resiliente, verraco. Siguen esperando que los gobiernos centrales les aporten para mejorar. Ellos han hecho muchísimo por encima de lo que han podido, pero calcula si en algún momento el gobierno los hubiera apoyado, si los hubiera resarcido todo eso que tuvieron que dar, ahora estarían a otro nivel. 

Yo creo que todo el país necesita una palabra que está bastante maltratada, manoseada, y ensuciada que es: “paz”. Imagina este tipo de regiones en todo el país no solo con paz política, sino paz en su totalidad, sería una vaina increíble.

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