No hay una definición oficial de ninguna entidad nacional o internacional, pero esta forma de violencia basada en género ocurre tras las puertas de los consultorios en las palabras y acciones que ejercen los profesionales de la salud en el encuentro con las pacientes.
“¿Qué tenía puesto?” “Por qué no dijo que no?” “¿Por qué siguió con él?” La cultura de “culpar a la víctima” es un acto de violencia hacia las personas afectadas, que no solo tienen que soportar la carga de ser abusadas, acosadas y violentadas, sino que también tienen que cargar con la revictimización y el escrutinio público.
¿Qué pasa cuando el hogar es el lugar del que te quieres proteger? ¿Qué sucede cuando el monstruo no está debajo de la cama sino en todas partes? Cuando los sueños se tornan pesadillas y el despertar no trae consuelo. ¿Cómo enfrentar la cruda realidad que se despliega ante los ojos? Cuando las palabras se atascan en la garganta, cuando el juego se vuelve parte del temor, cuando mirar hacia adelante parece una hazaña, ¿cómo lidiar con el peso de un pasado que te marca de por vida?
¿Por dónde me muevo? Me muevo con este cuerpo de mujer y por esta mente que no sabe cómo calmar el miedo, la impotencia y la ansiedad cuando se trata de la violencia contra las mujeres.
La Mesa Multiestamentaria de Género decidió suspender su participación en la Mesa de Trabajo sobre este asunto de la que hacen parte hace tres meses. Sus integrantes denunciaron falta de garantías para la discusión de la política pública de violencias basadas en género en la Universidad de Antioquia.
Este editorial no es nuevo, pero contiene una voz más potente, un coro más disímil, un discurso que ha aprendido a nombrar. Por eso hoy nos manifestamos y nos preguntamos: ¿dónde está esa Universidad segura de la que nos hablan como un entorno crítico y reflexivo?