“De casas feas a plazas grandes” rapea N. Hardem en ‘Apolo’. En Medellín existe una escena hiphop que se reúne cada ocho días en casas y lugares que no feos, son pequeños. Este es un relato que reconstruye lo que pasa en tres de ellos: dos clubes y un estudio casero.

La terraza de 50|50 no tiene tarima. Pero tiene una mesa con un controlador DJ y, delante de ella, un espacio abierto sin mesas. Hace media hora dejó de ser jueves. Es la madrugada del 9 de mayo. Sobre Palacé, al lado de la iglesia del Perpetuo Socorro, se alza un edificio de tres pisos. En el último, la terraza, Ruzto y Thomas Parr le piden a los asistentes que se acerquen al lugar en el que están cantando un tema que todavía no ha salido.
Ambos son raperos. El primero, bogotano, está de visita, y el segundo, paisa, está presentando su último trabajo: Tropicanna Poison. La terraza tiene un techo que no la tapa completamente. Hacia afuera hay un muro bajo que la gente usa para recostarse y poner las cervezas. Hacia adentro, las tornas en la mitad, mesas al frente y a los costados de ella y en el fondo, el bar. Hoy hay dos por uno en polas nacionales.
A medida que uno camina hacia el edificio, van apareciendo los beats y se escuchan los rapeos. A la terraza se sube por unas escaleras de metal a las que se accede desde la entrada de un garaje. En el primer giro de las escaleras el ambiente se vuelve rojo. La salida al segundo piso la tapa una cortina. Las escaleras dan a la parte destapada de la terraza. En los parlantes se escucha una canción de rap clásico. Detrás de la consola está SoulMatik. Desde el 21 de abril empezaron a promocionar el evento por Instagram. El flyer decía “Lanzamiento Tropicanna Poison de Thomas, Tabogo’s Finest live show de Ruzto”, y más abajo anunciaban los DJ sets de SoulMatik, que estaría poniendo rap y r&b de los años 90, y de Funkdealer, que pondría reguetón.
Ruzto sale pasadas las once. Minutos antes ponen un micrófono en un stand y un teclado en una mesita. A lo lejos, en el occidente, se ve el Cerro Nutibara y cómo pasa el último metro, casi vacío, por delante de él. “Come on, motherfuckers, come on”, SoulMatik cierra con ‘ ‘Come on’, el clásico de The Notorious B.I.G y Saddat X, y el rapero bogotano atiende el llamado. Se para detrás del teclado. Ruzto, que ha ejercido como electricista, abre con ‘Relé’, un rap suave y lento que hace referencia a un relevador, un interruptor que se apaga y prende con el voltaje de la vida. Mezclados entre los asistentes varios raperos prestan atención. La gente se acerca y dos camarógrafos graban.
Hasta ese día, 50|50 había alojado alrededor de quince eventos de la escena hip hop, una vez cada casi diez días. Sin embargo no solo se centran en ella. Negativo, uno de los dos fotógrafos, dice que el espacio “surge también como una propuesta diferente para Medellín, para la escena, para lo que se está haciendo ahora”. Además, habla sobre la importancia del espacio en relación con el arte. Y es que allí Negativo ha participado en una exposición, pero también se dan toques, DJ sets, lanzamientos y fiestas. Un nombre recurrente en estos eventos es Sick To Ill, un colectivo de DJ de la ciudad.
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Son pasadas las 9:30 de la noche del viernes 16 de mayo. En la puerta de una casa tradicional de Boston hay tres hombres con camisas anchas: Felipe, uno de los dos DJ de Sick To Ill; Toby, otro DJ y productor; y el bouncer, que cobra quince mil pesos la entrada. Encima de las paredes verdes de la fachada de la casa está la estatua de un santo. El lugar se llama Locación Secreta y hoy hay fiesta de rap y salsa. Adentro suena salsa y todavía no hay un DJ detrás de las tornas. La única pareja que ha llegado va de lado a lado. La casa tiene la sala principal, donde se da la fiesta, un cuarto con un sofá, uno con una tienda de ropa en donde conversan cuatro personas, otro que solo tiene una mesa, uno que dice prohibido pasar, uno al fondo a la derecha que sirve de bar y una sala al fondo. El espacio es de Sick To Ill y las paredes lo dicen.

Hoy la fiesta tiene seis DJ sets. Felipe sale del cuarto cerrado con una caja. A las 10 empieza a sonar rap mientras la sala todavía está casi vacía. Felipe se acerca a la caja y va mirando los discos uno por uno, con la maña de quien lleva casi diez años como DJ. Cuando encuentra el que está buscando, guarda alguno de los dos que están en las tornas y pone el nuevo. Después de un momento, Juan, la otra mitad de Sick To Ill, activa una máquina de humo que disipa la luz roja que ambienta el lugar. Desde que se conocieron en un concierto de rap han publicado mixtapes, realizado eventos y abrieron en el quinto aniversario de Pantone de No Rules Clan en diciembre de 2024. El concierto tuvo fechas en Medellín y Bogotá y reafirmó la importancia del disco y el grupo de Sison Beats, Anyone/Cualkiera y Kario One en el panorama rapero nacional. Meses después, en marzo y abril de este año, No Rules tuvo también citas en España y Francia.
En Locación Secreta, el 29 de junio de 2024, se dio el primer Enfermedallo, una fiesta en la que Sick To Ill graba un mixtape que lleva el mismo nombre. Ellos ponen los temas en vinilo y luego el mixtape sale en casete. Dicen que un parche como Enfermedallo “se vuelve una congregación de la escena”. El 22 de noviembre presentaron una segunda edición en 50|50, lugar en el que se han vuelto un nombre recurrente. Juan y Felipe, que se consideran puristas del hip hop, reconocen que el espacio está manejado por gente que tiene una visión y un interés real en la música.
Antes de las 10:40 empieza a sonar salsa. Villa, un digger —persona que se dedica a buscar discos y música para luego samplearla o ponerla en DJ sets— y cofundador de la emisora y blog Salsa Hasta la Sepultura, es el que está ahora detrás de las tornas. Lleva los discos en un morral. Mientras va empezando a llegar gente, suena ‘Havana’ de Willie Colón, ‘Boogaloo’ de Carlos Hayre o ‘Todo Tiene Su Final’ de Héctor Lavoe. Faltando diez para las once, ya hay quince o veinte personas que se saludan y se reconocen. El evento en Locación Secreta se sigue hasta las tres de la mañana. Mientras tanto, el rapero Sr Pablo celebra su cumpleaños con hip hop, dancehall y reguetón en 50|50.
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Hace poco dejó de llover y Ruzto ya se soltó. Agarra el micrófono del stand y se desliza de un lado a otro del espacio que tiene. Ya cantó ‘Morricone’ y ‘Bésame (Trueque de Paz)’. Ruzto no se ganó gratuitamente el apodo del Sonero Menor. En sus canciones samplea salsas y boleros. Es el caso de ‘Bésame (Trueque de Paz)’, en la que canta el coro de la canción de Luis Miguel que lleva el mismo nombre. Uno de los raperos que está por ahí es Komba, bogotano que lleva cinco años viviendo en Medellín. Es el primer invitado de Ruzto. “Komba trajo el festín y el Sonero mucha salsa”, dice el coro de ‘Mucha Salsa’ del álbum Uno en un Millón, de Komba y Pocket Tincho.
Quince días atrás Komba había presentado su último álbum, Broken Paraíso, en el mismo espacio. Con Timeless, el productor del disco en la consola, el rapero cantó su disco, en un evento que contó con los showcases de Cream and Crime, DEADCRW y Fiallo, además de DJ sets de Sonido Sincreto, Dj J.L.P y Eddy Lover.
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Cream and Crime es un grupo emergente de la ciudad. Son cuatro: Zou Lou, Ill Nara, Doble Jota y Olarte. Los jueves se reúnen a ensayar en Belén Las Mercedes, en un estudio casero todavía no insonorizado. Zou Lou se sienta al frente del computador, Nara a su lado y Doble Jota en el sofá. Olarte no ha llegado. En una pared hay un tablero a medio borrar. En la mesa, el computador, dos monitores, una interfaz y un televisor con un Play 4. En lo que llega Olarte, Zou Lou pone la base de un tema suyo que saldrá más adelante y la de ‘D’ORE UNCUT’, el próximo tema de Nara, que fue producido por Toby y salió el 23 de mayo.
El grupo nació en 2020 y, en palabras de Nara, organizar toques ha sido una mierda. La primera vez que tocaron fue en una terraza, en un lanzamiento de ropa. Doble Jota añade que en ese momento no es que no hubiera espacios, sino que no sabían qué lugares se prestaban para lo que buscaban.
Para Ill Nara, los DJ son claves, pues también funcionan como promotores. Habla de Toby y cómo ellos se conectan con Locación Secreta por medio de él. Agrega que “Toby es una persona que se relaciona con muchos raperos”. En ese sentido, el DJ cumple una función importante, pues es el que busca los eventos y los lugares. Todo se trata de tener conexiones. Por ejemplo, a 50|50 llegaron porque Olarte trabajaba con una agencia publicitaria, con la que establecieron confianza y los invitó al lanzamiento de Broken Paraíso.
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En la tarde del jueves 8 de mayo, Bella Álvarez publicó en Instagram una historia desde 50|50. Horas después está cantando ‘AIRE (RESPIRA)’ con Ruzto. La canción, la más escuchada de Bella y la segunda más escuchada de Ruzto, es una oda a frenar el ritmo en un mundo rápido. Ruzto, que sacó minutos antes a Niche Ls para cantar ‘Huele a Pintura’, se prepara para cantar la última canción. “Soy de la música, pero me pica el rap”, cantó antes en ‘Buena Educación’. En esa barra Ruzto resume su estilo. Es un tema netamente rapero, lleno de scratches y referencias al oficio del digger, que siempre va buscando discos nuevos para samplear y mostrar. El último fue ‘Déjalo así’.

El show no ha acabado. Al principio del concierto Ruzto empezó mal ‘Bésame’. Ante un público que pide un tema más, Ruzto se vuelve a poner detrás del teclado y lo repite. “Bésame, bésame mucho…”, le pide a la gente que cante el coro con él y se despide. Casi inmediatamente empiezan a sonar más raps clásicos, mientras Ruzto y otras dos personas recogen los cables y sus equipos. Se acerca la media noche y Thomas Parr se prepara para salir.
Doce de la noche. Thomas Parr está lanzando Tropicanna Poison. El álbum salió el 18 de abril. Su primer invitado es Zábaz, el alter ego rapero de Funkdealer. Luego va Sr Pablo que invita a la gente a prenderlo y, antes del junte estelar de la noche, invita a Zof Ziro, quien tiene uno de los álbumes más importantes del rap de Medellín: La Bomba de Ziroshima. Negativo sigue al rapero y a sus invitados con la cámara. Thomas Parr invita a Ruzto al escenario y a la gente a acercarse. Al principio nadie se acerca mucho, pero entonces el rapero bogotano explica que están grabando un video desde el domingo y que esto hace parte de él. Los asistentes se acercan y los dos raperos tiran el b2b, no se sabe el nombre ni cuándo va a salir. Terminan el show y sigue el turno de Funkdealer, que terminará la jornada con reguetones del 2000.
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Desde que la cultura Hip Hop llegó a Medellín con el break dance, a mediados de los años 80, existen espacios para la congregación de la escena. David Medina, integrante de Sociedad Fb7 y trabajador social, cuenta que en un primer momento se juntaban afuera del edificio Coltejer y luego en la Biblioteca Pública Piloto, donde un parche llevaba la grabadora y se pasaban canciones en casete. Eso hasta que en 1994 abrieron Da HipHop Place, que solo duró un año, pero propuso otro tipo de espacios para la cultura. A lo largo de los años otros lugares como Sala Bombay, Xplicit Club o Safaru han abierto sus puertas para la escena. Hoy los tres están cerrados permanentemente.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo y con los auges del vinilo o lo audiovisual, llegan espacios como 50|50, La Razón o Locación Secreta que permiten que el encuentro ocurra: Sick To Ill con el coleccionismo, Cream and Crime con el networking o Negativo desde la cámara lo demuestran. Cada uno de ellos habita los espacios desde su interés y la interacción de ese interés con el público. Además los buscan o los crean, para poder hacer su arte. Pero como dice Nara, más allá de que el espacio esté ahí, “no tiene que ser el salvavidas de nadie”.