Voces que siembran siempre y resisten cuando toca
Pablo Giraldo Vélez | pablo.giraldov@udea.edu.co
Anneth Sofía Huérfano Torres | annethsofia.huerfano@udea.edu.co
Támesis es un municipio de vocación agrícola, tranquilo y con un paisaje imponente. Así lo defienden tres voces campesinas que resisten a la minería: Eradio Toro, Saira Ramírez y Sergio Ruiz. Los tres hablan sobre las preocupaciones ante la llegada de las mineras y una oposición que, aunque no se moviliza constantemente, no ha permitido la explotación de sus minerales y ha generado aprendizajes.
Según el Plan de Desarrollo 2024-2027 de Támesis, de los 16.201 habitantes del municipio, 8635 viven en la ruralidad. Foto: Daniel Gómez.
Bajo las nubes que nutren las quebradas y más arriba de unas que tapan el río Cartama está el casco urbano de Támesis. Aunque el proyecto minero Quebradona queda en la jurisdicción de Jericó, Támesis, por su cercanía con ese título de AngloGold Ashanti, podría verse afectado en el momento en que empiecen las obras del proyecto de la multinacional sudafricana. Hasta el momento, la empresa no ha presentado el nuevo Estudio de Impacto Ambiental, y aunque sin él no se pueden establecer claramente las consecuencias ambientales del proyecto, a los tamesinos les preocupa que la explotación pueda afectar la vocación agrícola del territorio, así como la tranquilidad y la seguridad.
Según el Plan de Desarrollo 2024-2027, el sector primario, al que pertenece la agricultura, aporta un 35.8 % al valor agregado de la economía de Támesis. Es el sector económico más importante después del terciario, al que pertenece el turismo. En 2021, el sector primario aportó alrededor de 102 mil millones de pesos a la economía del municipio por medio de cultivos como la naranja, el plátano, el aguacate, la mandarina y el café. Aunque el sector no es el principal contribuyente, las tres personas de origen campesino que nutren este texto, Eradio Toro, líder de juntas de acción comunal; Saira Ramírez, activista del corregimiento de San Pablo; y Sergio Ruiz, concejal, resaltan la importancia de la actividad agrícola tradicional en el territorio.
Los tres campesinos temen que a futuro la minería afecte la vocación por la agricultura y el trabajo campesino. Además de que habrá menos mano de obra (según las proyecciones de TerriData que muestran una tendencia hacia el envejecimiento de la población), los trabajadores disponibles podrían inclinarse por el trabajo minero ya que este genera más ganancias.
En cuanto a la seguridad, aunque sus habitantes concuerdan en la percepción de paz y tranquilidad que se vive, Támesis también sufrió por el conflicto armado, sobre todo a principios de los 2000. Según datos del Centro Nacional de Memoria Histórica, en el municipio hubo dos masacres, en 1999 y 2000, y, durante esas dos décadas, hubo 75 y 56 asesinatos selectivos, respectivamente. Desde 2007, solo fue registrado un asesinato selectivo, en 2022. Sergio Ruiz teme que la minería atraiga de nuevo a grupos al margen de la ley al territorio.
Hablamos con Eradio Toro, Saira Ramírez y Sergio Ruiz para conocer sus perspectivas ante estas situaciones y su relación con el campo y el activismo. Nos contaron sobre la minería, lo que más cuidan del territorio, las acciones de resistencia y su participación en ellas.
Eradio Toro: la vocación es la agricultura, no la minería
Eradio Toro es líder de las juntas de acción comunal y de la Organización Multisectorial de Campesinos Emprendedores. Foto: Daniel Gómez.
Eradio Toro lleva 20 años vinculado a una de las 48 juntas de acción comunal de Támesis. Fue concejal desde el 2008 hasta el 2019, periodo en el que “fue testigo” de una serie de manifestaciones en rechazo a la minería. Actualmente trabaja como contratista de la Alcaldía, donde realiza acompañamiento y asesoría legal a las juntas. Además, pertenece a la dirección de la Organización Multisectorial de Campesinos Emprendedores (Omce), compuesta por familias que defienden la identidad de su vocación. “Queremos seguir siendo parte de esa tradición que se ha transmitido de generación en generación, de ser agricultores, de ser caficultores, de ser ganaderos”, explica.
Según Eradio, el campesinado ve la minería como una amenaza a las dinámicas propias del municipio. Dice que “la actividad productiva se pierde en muchos territorios, porque la gente quiere ir a trabajar a las minas y descuida sus cultivos”. Aunque Mónica Saldarriaga, geóloga y presidenta de la Comisión Colombiana de Recursos y Reservas Naturales, y Óscar Jaime Restrepo, profesor de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional sede Medellín, opinan que la explotación y la agricultura no son prácticas excluyentes, Eradio considera que el desarrollo del proyecto Quebradona podría disminuir la mano de obra en el campo, debido a que la multinacional puede pagar más dinero a los trabajadores.
Toro aporta a la resistencia desde la Omce, la cual se articula con otros líderes y organizaciones para promover cultivos sostenibles, el cuidado de la tierra, la generación de ingresos y la participación ciudadana. También actúa a través de la vinculación de las juntas con el Comité por la Defensa Ambiental del Territorio de Támesis (Codeate) que supervisa y protege los recursos naturales, además de promover movilizaciones en defensa del municipio.
Aunque “las [juntas de] acciones comunales no han sido tan activas en el proceso de estar con pancartas o ese tipo de manifestaciones”, Toro rescata que tienen una base sólida. Es por esto que los líderes han rechazado las invitaciones al evento periódico “Miércoles minero”, que realiza AngloGold, en el que muestran las instalaciones de Minera de Cobre Quebradona, su manera de operar y las perspectivas del proyecto. Tampoco han recibido los “apoyos” para hacer capacitaciones o eventos sociales, y mediante sus propias conexiones han logrado reunir a los tamesinos en múltiples ocasiones para expresar su posición frente a la minería.
Para Eradio, “desde la fundación del municipio se han generado unos sentimientos de amor por estas montañas, de cuidar esta esencia y el valor del agua”, y cree que esta es la razón por la cual el rechazo de los tamesinos es tan contundente. Menciona que la realidad del campesino, tan arraigada a los cultivos, no concibe la actividad minera cerca de ellos.
Saira Ramírez: una lucha en defensa del legado campesino
Saira Ramírez es campesina del corregimiento de San Pablo. También recicla y hace parte de organizaciones activistas contra la minería. Foto: Daniel Gómez.
“Entendí, en el tiempo que estuve lejos de mi tierra, que la naturaleza y el medio ambiente son lo más importante”, cuenta Saira Ramírez, una campesina que creció en San Pablo, uno de los dos corregimientos de Támesis, donde su familia le inculcó el amor y cuidado por la tierra. A los 17 años salió de su casa a estudiar Ciencias Naturales y Educación Ambiental en la Universidad de Antioquia y Licenciatura en Matemáticas en la Universidad Católica de Oriente. Recorrió varias zonas del país y vivió en grandes ciudades, pero debido a la muerte de su tía, la única acompañante de su madre, a los 45 años regresó a vivir en su «humilde» finca en el noroccidente del corregimiento.
Desde su retorno, Saira ha priorizado la defensa del territorio. Hace parte de la Mesa Ambiental de Támesis y del Cinturón Occidental Ambiental (COA). Por esto y por su resistencia desde el trabajo diario en el campo, se ha vuelto una activista reconocida en su comunidad. Para Saira, “lo más vital es conservar todo lo que dejaron nuestros ancestros, los cultivos […] y la arborización de plantas que nos dan frutos”. Ese legado es el corazón de su finca y del campo en general, además de la paz y la tranquilidad.
Uno de sus mayores temores sobre el proyecto Quebradona es “la pérdida del agua y de la gama de verdes de nuestra naturaleza”. Además de considerar que la presencia de AngloGold Ashanti en el Suroeste es un riesgo para los recursos naturales, Saira manifiesta que no está de acuerdo con el propósito de la multinacional: el extractivismo económico. Dice que este modelo hace que se le expropie la tierra al campesinado y los proyectos de ley no están diseñados de forma que el Estado pueda identificar a los campesinos como propietarios y defenderlos de las afectaciones de los proyectos mineros.
Para Saira existen dos formas principales de resistir frente a la minería. Una es la organización social, mediante la cual se establecen las movilizaciones o plantones y se invita a participar en ellos y, por otro lado, el trabajo día a día en el campo, que a su vez es la manera de mostrarles a las empresas mineras que Támesis es un territorio agroecológico y no una zona minera, como han querido demostrar jurídicamente. “La mayoría de los campesinos damos el alma, la vida y el corazón por este hermoso territorio que es riqueza hídrica de nuestros ancestros, de nosotros y de las futuras generaciones”, enfatiza la lideresa de San Pablo.
Sergio Ruiz: Támesis resiste “por rafagazos”
Sergio Ruiz es concejal de Támesis por el Partido Verde. Su familia cultiva cacao. Foto: Daniel Gómez.
“Aquí nadie come de cuenta de la mina”, dice Sergio Ruiz. Además de ser uno de los once concejales de Támesis, también es campesino. Su carrera política empezó como concejal en 2011, pero desde antes, se ha manifestado a favor del tema ambiental y en contra de la minería. Como concejal, la posición de Sergio es un rotundo “no” a la minería. Más allá del tema ambiental, otra de sus preocupaciones es la seguridad. Dice que Támesis, aunque alguna vez tuvo presencia de grupos al margen de la ley, ha sido un municipio tranquilo y seguro. “La tranquilidad no tiene precio”, dice. Además, cuenta que entre 2012 y 2014, cuando ya era concejal, estuvo amenazado “por los mineros”.
Como campesino y productor de cacao, Sergio habla del sentido de pertenencia a la tierra, al agua y al paisaje: “Uno valora distinto el cantar de las aves”. Sergio dice que ve la montaña con otros ojos y que no ha perdido la capacidad de asombro. “Es que de ahí proviene casi todo”, explica. Además, no está de acuerdo en fortalecer una industria que no les dejaría nada a los tamesinos, a la vez que se llevaría la mano de obra agrícola para las minas. Así lo explica: “La cosecha de café en Támesis y en muchos pueblos del suroeste ¿Qué hace la gente? va, coge el cafecito, yo se lo pago a usted, usted viene y se lo gasta en el pueblo. No, aquí [en el caso de la minería] simplemente la gente va y trabaja. Pero el oro, el cobre y lo que vayan a sacar, se lo llevan. Aquí la gente no va a disfrutar eso”.
En 2008, una empresa minera, presuntamente Solvista Gold, empezó a hacer monitoreos con radares en la zona de San Pablo. Luego, en 2011, cuando Sergio Ruiz ya era concejal electo, Solvista hizo la socialización de un proyecto en la Alcaldía, lo que desembocó en la que, Sergio cree, fue una de las más grandes marchas que ha habido en Támesis. A partir de ahí, la movilización empezó a crecer mucho, señala el concejal.
Sin embargo, le preocupa que el movimiento contra la minería no sea constante, sino “por rafagazos”. Aunque hay gente que resiste firmemente desde el activismo, no han logrado sostener el movimiento con intensidad en toda la población. “Usted le pregunta a la gente y la gente no quiere minería, pero de ahí a ir a una marcha, ahí lo ve distinto”, dice Sergio. Si convocan, la gente responde y sale, pero es difícil mantener una estabilidad. Concluye con que, aunque “a veces pareciera que uno no no gana nada, que se pierde el tiempo”, han sido procesos bonitos, que persisten y se niegan rotundamente a que la minería llegue a Támesis.