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event 29 Abril 2024
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Melany Peláez Morales
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Hay que suponer que esto es una familia: ¿Qué pasó con los búhos de la UdeA?

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Cuatro búhos rayados ‒una hembra adulta con sus polluelos y un macho adulto‒ fueron avistados entre octubre y noviembre del 2023 en la UdeA. Su presencia enterneció las redes sociales, pero luego no se supo mucho más. Esta crónica reconstruye qué pasó después y presenta una hipótesis preocupante sobre el destino de estas aves rapaces.

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Los polluelos de búho rayado fueron avistados por primera vez el 9 de noviembre junto a su madre en la UdeA. La noticia de su nacimiento se hizo viral. Ilustración: Ana Sofía Peláez. 

I. Las apariciones

El macho es el primero en ser avistado por un grupo de pajareros de Medellín a mediados de octubre. En los pocos videos de cuando era el único protagonista, se le ve descansando de su vida nocturna en las ramas medias de un árbol. Es por la tarde y no puede mantener sus ojos abiertos durante mucho tiempo, se rasca el tarso y los dedos con intensidad, mueve la cabeza a medida que abre y cierra el pico. Luego se relaja. Lo hace todo con los ojos cerrados y así quedará para siempre en las fotos donde parece que posa. 

No es la primera vez que un búho rayado (Asio clamator) aparece en la Universidad de Antioquia ni en la ciudad. En su distribución, desde el este de Perú hasta las Guayanas, pasando por Colombia y Venezuela, habita desde hace 30 años la cordillera Central en la que está Medellín. Como la deforestación es una de las causas principales por las que un búho adapta su vida a las urbes, el campus principal de la Universidad, que posee más de 2500 especímenes de plantas leñosas, es un hábitat capaz de albergar a esta y otras especies de fauna silvestre. 

Dos semanas después de que el macho fuera visto por primera vez, en un árbol cercano a su percha, aparece una hembra. Los búhos muestran dimorfismo sexual inverso, es decir que las hembras son de mayor tamaño o tienen características más llamativas que los machos. En esta, las plumas negras que hacen de orejas o cuernos son más largas, el iris es más claro y el color de sus alas es más oscuro y brillante. No se apoya voluptuosa sobre una rama para mostrar que es varios centímetros más alta ni levanta las alas para dejar ver si su pecho y su abdomen son mucho más grandes, solo se encoge y agacha la cabeza hasta que su mirada se pierde entre las hojas. Aunque también es por la tarde, abre los ojos con más frecuencia, parece que no descansa, está en constante alerta, inquieta, se acomoda una y otra vez con movimientos suaves hasta recostar su cuerpo contra el árbol. 

Debido a sus hábitos nocturnos y crepusculares, el estudio de búhos en Colombia es limitado; pero si esta pareja se ciñe a la regla, la hembra reposa sobre las ramitas que otra familia ha dejado ahí. Los búhos no construyen sus propios nidos, sino que incuban sus huevos en hoyos, sobre el piso, en huecos naturales de árboles o en nidos viejos de otras aves. Estas rapaces, además, siguen la tendencia de otros animales y son las hembras las que incuban mientras los machos las alimentan. 

En la mañana del 9 de noviembre aparecen dos polluelos en el bloque 4 de Ciudad Universitaria. Una bola de plumaje pobre y blanquecino, con el pico negro y dos líneas que son los ojos, se asoma entre las alas y el abdomen de la hembra. En la tarde hay más actividad, los polluelos son acicalados por su madre; les acomoda el plumaje, los limpia y les da calor. Sin equilibrio, el primero abre y cierra su pequeño pico para comunicarse y, en caso de emitir algún graznido, las cámaras a más de 15 metros de distancia no pueden captarlo. El segundo, que solo se deja ver cuando la hembra abre las alas por completo, estira el cuello tanto como puede para devolverle las caricias con el pico. No se sabe qué día nacieron, pero el tamaño de cada uno se asemeja al espacio que queda después de curvar las palmas de las manos y poner una frente a la otra juntando los dedos.

No es la primera vez que hay un evento reproductivo en alguna sede de la Universidad de Antioquia y mucho menos de Asio clamator, pero es la primera vez que se hace viral. Además de los fotógrafos que se sumaron desde el primer avistamiento, el grupo de Ecología y Evolución de Vertebrados del Instituto de Biología y el Departamento de Gestión Ambiental de la División de Infraestructura Física, ambos de la Universidad, comienzan un plan de monitoreo. Crean formularios en Google para que los pajareros informen si aparecen más individuos en el campus, varios integrantes del grupo se organizan para llevar registro del nido durante cada hora y la División de Infraestructura Física envía vigilantes y jardineros a acordonar la zona para que nadie perturbe el proceso. Es noticia. El nacimiento se celebra en las redes oficiales de la UdeA e inunda de ternura los medios de comunicación regionales y hasta nacionales. 

No hay más registros visuales del macho. La hembra y los polluelos acaparan las pantallas. Son días tranquilos. Cuando los polluelos de búho rayado se convierten en ejemplares juveniles, y después en inmaduros, adquieren su anillo facial negro y son similares a un adulto, pero sin sus barradas tan oscuras ni definidas y con el plumaje todavía blanquecino. Sin embargo, no es posible ver a estos dos polluelos crecer: el 26 de noviembre, uno de los fotógrafos publica en su cuenta de Instagram que la hembra y sus crías fallecieron un par de semanas antes por, posiblemente, comer ratones envenenados, y que el macho fue encontrado muerto días después a causa de un trauma en su cráneo.

II. Las hipótesis

Las aves rapaces cazan en vuelo o desde las perchas, los sitios donde descansan del vuelo. Se abalanzan sobre sus presas para después tragarlas enteras y las partes duras que no pueden digerir, como huesos, plumas o dientes, las regurgitan en forma de bolitas llamadas egagrópilas. Las egagrópilas del Asio clamator contienen restos de insectos grandes y en ocasiones de anfibios y reptiles, pero los roedores son el componente principal de su dieta. 

Según un estudio de la Universidad de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, en 2015 hubo 10 ratas por cada habitante en la ciudad y, a pesar de que las cifras no se han actualizado, durante 2022 aumentaron las quejas por su presencia abundante en distintas zonas. Otra de las razones principales por las que un búho se adapta a la vida en las urbes es por la disponibilidad de su fuente de alimento. Aunque uno de los aportes de esta ave al ecosistema es regular la población de sus presas, nunca podría hacer control biológico de una plaga que aumenta exponencialmente: un búho rayado, dependiendo de las condiciones del ambiente, puede reproducirse una o dos veces al año y poner entre dos y tres huevos; una rata, en cambio, puede reproducirse cada 21 o 23 días y su camada oscila entre seis y 12 crías. 

Junto con la pérdida de hábitats, la persecución por creencias supersticiosas y el tráfico de fauna silvestre, el envenenamiento por uso de rodenticidas es un factor de amenaza para los búhos. Al estar en el tope de la cadena alimenticia, esta ave no tiene un depredador natural significativo, exceptuando al ser humano. 

En 2023, la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana registró 115 búhos muertos, ya sea porque entregaron el cadáver o fallecieron durante algún proceso de rehabilitación. Como se pierde información cuando las necropsias no se hacen de forma inmediata y en el país no hay laboratorios que determinen la presencia de rodenticidas en el tejido hepático ni la toxicidad de sustancias desconocidas, es difícil saber cuántos mueren por intoxicación. 

Según Jhonhathan Murillo, ingeniero ambiental de la División de Infraestructura Física de la Universidad de Antioquia, la institución contrata con Fumicol S. A. S el control de plagas en todas sus sedes y lotes. El control se hace según la demanda y el presupuesto, pero en los últimos meses no se ha presentado una solicitud por presencia problemática de roedores en el campus principal y tampoco hay tanto dinero como para hacerlo con frecuencia. No hay registro del uso de químicos cerca de los bloques donde vivían los búhos ni por las fechas donde fueron avistados.

El año pasado, la Alcaldía de Medellín intervino más de 300 sectores críticos y más de 1000 direcciones afectadas por presencia de ratas de techo, de alcantarilla o ratones caseros, las especies más comunes en la ciudad. Para el control químico usó un rodenticida parafinado a base de brodifacouma, un anticoagulante de tipo warfarínico: esto es, que provoca hemorragias internas en el roedor por cuatro o seis días, en los que este sigue disponible como alimento para sus depredadores. El brodifacouma es el rodenticida warfanírico más conocido, tóxico y comercializado en los ámbitos doméstico e industrial. 

III. Los hechos

En la mañana del 13 de noviembre aparece un polluelo en el suelo. Nadie puede subirse al árbol para dejarlo en el nido y tampoco es recomendable, ya que los búhos rayados crían solo un polluelo. En este y otros tipos de aves, suele haber una dinámica del fuerte y el débil; incluso desde el huevo se le da más testosterona a uno para que grite más, pida más, coma más y crezca más que el otro, al que se le denomina cría de remplazo. Puede ser que el polluelo haya perdido una competencia con su hermano o haya caído por accidente, así que quienes lo encontraron esperan hasta comprobar que sus padres no están cerca y lo llevan al laboratorio antes de que oscurezca. Está herido y no se puede dejar solo. Un profesor del grupo de Ecología y Evolución de Vertebrados decide cuidarlo en su casa, le hace curaciones con antisépticos, lo mete en una caja con una botella de agua caliente para mantener la temperatura, le limpia el excremento y lo alimenta. Es la mañana del día siguiente y lo entrega a la Subdirección Ambiental del Área Metropolitana para que lo asista y después lo reintroduzca a la vida silvestre. 

En la mañana de ese 14 de noviembre, alguien encuentra el cuerpo de la hembra cerca del nido. Está muerta. La acuestan de lado sobre un cartón, tiene los ojos abiertos y sin expresión. Sus plumas mojadas y despelucadas borraron la armonía entre las barradas negras y el café leonado. Prenden las alarmas. Hacen todos los esfuerzos que no hicieron el día anterior por alcanzar el nido con tal de rescatar al polluelo que quedó huérfano en el árbol, pero cuando suben descubren que no está. Mientras tanto, por el chat de WhatsApp del grupo de Ecología y Evolución de Vertebrados, se rumora que el Área Metropolitana recibió un polluelo desde la Universidad de Antioquia que podría ser el mismo que andan buscando. De nuevo hay que suponer que esto es una familia y que la noche anterior, mientras su hermano dormía en la casa del profesor, él se mojaba hasta los huesos en un aguacero.

El 24 de noviembre aparece un macho adulto cerca del bloque 2 de la Universidad. Se nota que lleva días alimentándose de la grasa que guardó en sus pectorales y se tambalea de un lado al otro por el suelo. No se opone y deja que lo agarren fácilmente con una bolsa: está expuesto, débil y desorientado. Llaman al Área Metropolitana para que envíe una ambulancia, pero el tiempo apremia y resulta mejor llevarlo a la Estación de Paso en el Jardín Botánico para que lo atiendan rápido. Ni siquiera hay un kilómetro de distancia y el búho muere a mitad de camino en los brazos de un estudiante que corrió para salvarlo. 

Como al macho lo encontraron lejos de la percha y varios días después, no es posible afirmar que sea el mismo búho rayado del comienzo y que se haya mantenido oculto todo este tiempo. Esta ave rapaz no necesita de un corredor vegetal para desplazarse y, por lo tanto, podría llegar al campus desde los bosques vecinos o desde cualquier otro lado de la ciudad. Sin embargo, también se ha comprobado que son aves territoriales y establecen un rango doméstico amplio, así que es poco probable que haya otra familia de búhos rayados cerca. La fauna de la universidad no está censada y para saber si los cuatro ejemplares pertenecen al mismo núcleo familiar se deben realizar pruebas genéticas. 

IV. Las respuestas

El 14 de noviembre las dos crías están en el Jardín Botánico y el 15 las trasladan al Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de fauna silvestre (CAVR). Cuando las identifican, el primer polluelo, el fuerte que fue entregado por desconocidos, pasa a ser el individuo 35AV234178. El segundo polluelo, el débil y herido que posiblemente fue expulsado del nido, ahora es el individuo 35AV234180. Persiste la jerarquía. 

El 35AV234178 está “hipotérmico, adinámico y estuporoso”, por lo que el personal veterinario de la Estación de Paso decide aplicarle la eutanasia. Ingresa muerto al CAVR. El 35AV234180 muestra “varios hematomas que exteriorizan traumatismo y hemorragias de cañones quebrados en varias zonas del cuerpo”. La caída del nido le ocasiona lesiones que le impiden comer y el personal veterinario realiza alimentación asistida, pero el polluelo fallece el mismo día que ingresa al CAVR. El diagnóstico presuntivo es trauma.

El cuerpo del macho adulto es dejado en la Estación de Paso luego de que falleciera a medio camino y el 25 de noviembre también es remitido al CAVR. El 26, la necropsia confirma que su condición física es de 1.5 sobre 5, que dejó de alimentarse y su vesícula biliar aumentó de tamaño. El informe detalla hematomas en su zona pectoral, en el cuello y el oído derecho; fractura de hueso alargado de oído izquierdo; y hematoma en cráneo del lado derecho, con hemorragia interna leve. Aunque el diagnóstico presuntivo también es trauma, no deja de ser extraña la situación que lo precede. 

Hay muchas razones por las que un búho puede sufrir un golpe y una de ellas es fisiológica. Para que no pueda maniobrar durante el vuelo, el búho tendría que enfermarse y esto podría ocurrir tras comer algo que lo intoxicara, lo que obstruye su sistema digestivo y hace que no pueda alimentarse más, esto eventualmente lo debilita y lo desorienta o le impide seguir cazando. Otra causa es un obstáculo. Muchas aves mueren porque colisionan contra edificaciones; sin embargo, los búhos se caracterizan porque su vuelo es lento, lo que les permite esquivar objetos con mayor facilidad y, en caso de colisionar, lo hacen a poca velocidad y sin consecuencias graves. La última, pero no menos posible, es que alguien lo golpee. 

La hembra es la única que no ingresa a la Estación de Paso ni al CAVR y su cuerpo es enviado a la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Antioquia para que realicen la necropsia. El análisis evidencia hematoma en la base del cráneo, múltiples hematomas en la región abdominal, pectoral y miembro torácico derecho; hígado y bazo pálidos. Tiene ramas en el ventrículo gástrico y su vejiga biliar pletórica, es decir, completamente llena por alguna obstrucción; y hay presencia de uratos y líquido retenido en su sistema urinario. El diagnóstico presuntivo es intoxicación con anticoagulantes warfarínicos.

Las pruebas genéticas nunca se realizaron. Por eso, hay que suponer que esto fue una familia.

 

 

Esta historia se reconstruyó gracias a los aportes de Andrea Lopera Salazar, coautora del libro Búhos de Colombia; Héctor Fabio Rivera, profesor del grupo de Ecología y Evolución de Vertebrados; y Juan Fernando Giraldo, avistador de aves. La información sobre el uso de rodenticidas en la ciudad y las necropsias de los búhos se obtuvo por medio de derechos de petición presentados a la Alcaldía de Medellín y el Área Metropolitana, respectivamente.

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