DLU LAB
event 29 Septiembre 2023
schedule 11 min.
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Desde el coliseo con Ana María

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Ana María Tapias trabaja desde hace cinco meses en el coliseo de la Universidad de Antioquia. Lo que más le gusta de su trabajo es la gente con la que interactúa todos los días. 

Ana María recortada

Ana María Tapias llega a las 11 a.m. a su zona de trabajo: el camerino sur de mujeres del coliseo. Tiene media hora antes de que comience su turno, y la usa para cambiarse con calma, poniéndose el uniforme oscuro, de mangas y cuello azules, en cuyo pecho yace el logo de la empresa EasyClean. A las 11:30 a.m. hace un reconocimiento de las duchas de mujeres y realiza la primera de muchas limpiezas.

Empieza con los baños, espejos y pisos. Luego pasa a las duchas, las cuales barre y desinfecta.

Tras el recorrido de limpieza debe ocuparse de los 210 espacios para guardar bolsos y pertenencias, lo que representa la mitad de sus responsabilidades. En ese lugar doña Ana atiende la mayor parte del tiempo a bañistas, pues el camerino queda cerca de la piscina. De 12 a 2 p.m. los bañistas suelen ser libres, es decir, que se ejercitan por su cuenta, como estudiantes, egresados y empleados.

Cerca de las 2 p.m. la experiencia le dice que llega el turno de los bañistas de actividades dirigidas, como cursos y semilleros. Teniendo esto en cuenta deja un intervalo de tiempo desde la 1:45 hasta las 2:15 p.m. para que los usuarios lleguen y guarden sus bolsos en los casilleros. Antes y después de ese período doña Ana se ocupa de las duchas, retirando papeles, envoltorios y cabellos que se acumulan en el suelo, para que la nueva tanda de gente se encuentre con un espacio en óptimas condiciones.

Ana María Coliseo

En los cinco meses que lleva en el puesto ha trabajado de esa manera y hasta el momento le ha funcionado. Y es que desde el principio doña Ana se acostumbró a la dinámica de la zona y cada día se siente más cómoda allí. Lo mismo le ocurrió con la Universidad, pues cuando ingresó a trabajar al campus, en enero de 2023, su capacidad de adaptación le ayudó a desempeñarse bien en las primeras tareas que le encomendaron, mientras se familiarizaba con la universidad.

“Para trabajar aquí hay que ser flaco”, comenta doña Ana mientras se agacha para pasar por la pequeña puerta ubicada bajo la barra. También manifiesta que en los días con mayor actividad ese movimiento repetitivo puede causar dolores y que al final de la jornada es normal encontrarse agotada, tras el constante barrer y cargar de pesados bolsos.

Mas el cansancio no disminuye la satisfacción que le produce trabajar allí, razón por la cual no duda en expresar su gratitud hacia EasyClean, por recibirle la hoja de vida y darle empleo con celeridad.

En ese mismo sentido le produce alegría laborar en el sector que se encuentra actualmente, pues le place tratar con los estudiantes y, en general, con el resto de usuarios:

“Acá en la universidad la gente es super linda. Los estudiantes son muy educados y respetuosos, al igual que todos los empleados. Y por eso lo que a mí más me gusta es atenderlos. La verdad siempre tengo toda la disponibilidad, y nunca me he sentido acosada ni estresada”.

A las 3:30 p.m. doña Ana toma su receso de media hora para almorzar. Al igual que el resto de su horario, la disposición de descansar en ese momento es totalmente suya, y la elige porque es a la mitad de su jornada, que va desde las 11:30 a.m. a las 8:00 p.m.

Durante esa media hora es reemplazada por alguna compañera que también trabaja en la zona del coliseo. A las 4 p.m. Ana retorna a su puesto para recibir las maletas de una nueva tanda de bañistas libres, varias de las cuales reconoce y saluda por el nombre, a lo que estas contestan de la misma manera, contándole a veces sobre el tipo de ejercicio que planean desarrollar en la piscina.

Cuenta que en no pocas ocasiones algunas personas se han abierto con ella, compartiendo sus tristezas y preocupaciones en charlas donde doña Ana alterna la escucha atenta con algún consejo, y que suele acabar regalando un abrazo.

Tras unos minutos más aguardando a que lleguen más bañistas, doña Ana se agacha y pasa por la abertura, camina hacia las duchas y repite el recorrido de limpieza, dejando los espacios pulcros para cuando las personas vuelvan puedan asearse en buenas condiciones, y luego pasen a reclamar sus pertenencias en la otra estancia.

El ciclo ocurre de nuevo cerca de las 6 p.m. cuando más bañistas acuden a su puesto. Más tarde, a las 8 p.m., las últimas personas se acercan a buscar sus bolsos, después de dárselos doña Ana pasa una vez más agachada hacia el otro lado y baja la reja de los casilleros, que no habrá de ser levantada hasta el próximo día.

Para finalizar, se arma con una manguera y hace una desinfección general de los baños, de esa forma le ahorra una limpieza extra a su colega de la mañana.

Ya libre de labores se cambia a su ropa de civil y parte hacia su casa.

 

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