“8.000 millones es un aporte importante, pero la Liga Femenina vale tres o cuatro veces más que eso”, dijo Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF), en agosto de 2023. Se refería a un aporte que prometió el gobierno del presidente Gustavo Petro luego de que la Selección Colombia femenina llegó a los cuartos de final del Mundial en Australia y Nueva Zelanda. El argumento central de la dirigencia para justificar el estado actual del fútbol femenino en el país es el de la falta de apoyo y respaldo por parte del Estado y de la empresa privada. Pero los hechos terminaron contradiciendo las palabras: la Dimayor declinó 3.300 millones de pesos de ese aporte que iba a hacer el Ministerio del Deporte para fortalecer el campeonato profesional femenino. Solo se entregarán 4.700 que hacen parte de un contrato que ya se firmó. El resto no será solicitado por los dirigentes de la entidad privada que está a cargo de todo el fútbol profesional en Colombia.
El 18 de enero de 2024 varios periodistas de Caracol Radio le preguntaron, con tono indignado, al presidente de la Dimayor, Fernando Jaramillo, qué había pasado con los 8.000 millones que el gobierno prometió para la Liga Femenina. Se trata del aporte más grande de dinero público para el fútbol femenino que haya ofrecido el Estado hasta el momento. El directivo les contestó: “Eso es todo un proceso. He estado en contacto con el Ministerio del Deporte, y ese apoyo no se ha concretado”. Los comunicadores hablaron con sarcasmo sobre las labores de la entidad pública: “Espinosa, ¿tiene por ahí la lista de grandes logros del Ministerio del Deporte?”, preguntó Gustavo Gómez, el director de “6AM Hoy por Hoy” de Caracol Radio. “No, está en blanco”, contestó el periodista.
En el momento de la entrevista apenas se estaban surtiendo los trámites para la firma del contrato. Muestra de ello es que la autorización de la asamblea de la Dimayor para adelantar el proceso de contratación solo se dio el 13 de enero. El contrato por 4.700 millones fue firmado el 17 de febrero y los recursos están destinados al transporte, el alojamiento, la alimentación y la logística para el desarrollo de un solo torneo entre febrero y agosto de 2024, con la participación de 15 clubes.
El problema es que entre la promesa del gobierno y el monto del contrato hay 3.300 millones de diferencia. Preguntamos en el Ministerio del Deporte qué pasó con ese dinero, a lo que la dirección de Posicionamiento y Liderazgo Deportivo de esa entidad respondió: “La Dimayor no lo solicitó y no se va a implementar en virtud a que los calendarios de fútbol femenino empiezan a ser complejos por Copa Mundo Sub-20, por Copa Libertadores (…) De acuerdo a la planificación que tienen de estadios, de grupos y de la cantidad de fútbol que hay en este momento no tienen calendario todavía definido para segundo semestre y no existen recursos todavía en los clubes para apalancar el segundo semestre”.
La Dimayor, sin embargo, dio otra versión. “Se sostuvieron mesas de trabajo con el Ministerio del Deporte a fin de establecer las líneas de inversión que harían parte del referido contrato de apoyo, de las mismas se concluyó que el valor que se podía legalizar acorde a los lineamientos de la entidad pública eran $4.700.000.000”, aseguró la entidad en una comunicación que hicieron llegar a VORÁGINE como respuesta a un cuestionario. “Por lo anterior no es acorde a la realidad afirmar que Dimayor no va a hacer uso de una suma de dinero, considerando que el valor efectivo del apoyo es el establecido en el contrato”, insistió.
Lo cierto es que a pesar del ofrecimiento de los 8.000 millones, la Dimayor solo utilizará 4.700, y que tiene planeado desarrollar una sola liga profesional femenina este año, de seis meses de duración (entre el 17 de febrero y el 18 de agosto de 2024). Este certamen contará con 15 equipos, la tercera edición con menos participantes desde que se creó, en 2017. Ese año participaron 18 clubes; en 2018 fueron 23; en 2019, 20; en 2020, 13; en 2021, 11, y en 2022 y 2023, 17. Eso contrasta con las dos ligas profesionales masculinas que se hacen cada año, de cinco meses cada una, en las que juegan 20 equipos.
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Un aporte privado que quedó en veremos
Los 3.300 millones de pesos públicos no serían los únicos que habría declinado la Dimayor, a pesar de las permanentes quejas de los directivos del fútbol por la supuesta falta de recursos para hacer la Liga Femenina. Hablamos con dos personas que aseguraron haber conocido detalles de la reticencia de esa entidad deportiva para recibir, en el segundo semestre de 2022, un aporte multimillonario de una empresa internacional que estaba muy interesada en patrocinar el fútbol femenino. Las dos fuentes pidieron mantener en reserva sus nombres para poder contar los pormenores sin granjearse enemistades. Según coincidieron ambas, entrevistadas por separado, todo empezó cuando María Isabel Urrutia lideraba el Ministerio del Deporte, al inicio del gobierno de Gustavo Petro.
Una de las fuentes le dijo a VORÁGINE que la propuesta total era por cuatro millones de dólares e incluía asegurar dos millones de pesos mensuales para cada jugadora de la Liga. Este hecho cobra relevancia debido a las precarias condiciones salariales de las jugadoras: en 2023 la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) analizó 1.274 contratos y concluyó que el 46 % de estos eran de entre 1 000 000 y 1 200 000 de pesos, menos de un salario mínimo, y solo el 30 % ganaba hasta 2 000 000. Eso, cuando están contratadas, porque a veces los equipos inscriben a jugadoras aficionadas o a prueba, lo que significa que no están obligados a firmarles contrato y solo les entregan un auxilio —por ejemplo, para transporte— durante los meses que juegan. La misma persona dijo que esa propuesta estaba proyectada para cuatro años en los que querían garantizar dos ligas anuales, cada una de cinco meses.
Otra fuente de información sobre la situación laboral de las futbolistas profesionales es el informe “#Nosotras Jugamos: Estudio suramericano de fútbol femenino 2023”. Conversamos con Carla Rojas, académica de la Universidad de Chile y autora del documento, quien nos proporcionó los siguientes datos: en Colombia, el 47 % de las jugadoras recibe una remuneración cercana o inferior al salario mínimo legal vigente. “En comparación, el sueldo promedio de los jugadores de fútbol masculino de primera división es de 25.000 dólares (cerca de 96 millones de pesos), existiendo una brecha salarial”, aseguró Rojas, quien también dirige Diversity Development Consulting, una empresa de consultoría en equidad de género.
Sobre el ofrecimiento de aporte de la empresa internacional, “estaba listo, pero ellos (la Dimayor) no lo aceptaron”, contó una de las fuentes consultadas. “Un día antes de ponerlo en marcha se echó para atrás”, dijo la otra, quien agregó: “Jaramillo (el presidente de la Dimayor) tenía la función de comunicárselo a los presidentes de los equipos y eso nunca pasó”. Es decir, según ambas fuentes, la propuesta se cayó porque el presidente Jaramillo no consultó el tema en las instancias que debía. Y, luego de eso, la Dimayor tampoco habría mostrado interés ni hecho esfuerzos para concretar el acuerdo: “Tampoco hicieron ellos un acercamiento con la empresa nuevamente para poder firmar: ‘Listo, mañana no, pero denos una semana y lo estudiamos’. No pasó”, insistió una de las fuentes.
Incluso, el 29 de diciembre de 2022 la futbolista Vanessa Córdoba, que ha sido activa defensora de los derechos de las mujeres jugadoras, se refirió en su cuenta de X/Twitter al tema: “Si @Dimayor rechazó el patrocinador internacional con quien trabajamos varios meses arduamente para asegurar un proyecto que duraría 4 años como mínimo y que ponía 3 millones de dólares iniciales sobre la mesa, es porque seguramente ellos crearon algo más grande y viene algo tremendo”.
Consultamos a la oficina de prensa de la Dimayor, a través de Juan Pablo Schwitzer, sobre ese episodio y, de nuevo, dieron una versión diferente: “Los aspirantes a cerrar un patrocinio deben acudir a los canales oficiales de nuestra institución, ya que, en el caso descrito, se sostuvieron diálogos con terceros no autorizados, generando falsas expectativas, situación que debió ser resuelta por Dimayor aclarando el alcance de un patrocinio. Por lo tanto, esperamos que situaciones desafortunadas como la descrita no se repitan”.
Todas las fuentes consultadas se negaron a revelar cuál fue la empresa que hizo el ofrecimiento de patrocinio.
Las condiciones contractuales de las jugadoras de fútbol profesional en Colombia tienen en apuros a los dirigentes de 29 clubes. La SIC adelanta una investigación porque la entidad encontró indicios de cartelización, es decir, de que distintos equipos habrían acordado una forma de contratación en detrimento de ellas. “Es cierto que el mercado del fútbol profesional femenino es relativamente nuevo y que aún no tiene el despliegue que tiene el fútbol masculino. Sin embargo, esta no podría ser la justificación para que los clubes, de manera concertada, optaran por mantener unas condiciones laborales desfavorables para las jugadoras a pesar de que el propósito de los organismos internacionales y gubernamentales es promover el crecimiento, la evolución y la profesionalización del fútbol femenino en los clubes”, se lee en el pliego de cargos de la SIC.
Según una de las personas consultadas sobre el tema del patrocinio internacional, en algún punto de la conversación con la Dimayor, el patrocinador intentó incluir al gobierno. “Ellos (la marca) pensaban que su manera de asegurarse era involucrar al gobierno, desconociendo que lo que viniera del gobierno no lo iban a aceptar (la Dimayor)”, afirmó.
Lo que dice la fuente concuerda con diferentes intervenciones privadas de dirigentes del fútbol que han revelado un argumento, que la Dimayor nunca reconoce públicamente, para declinar dineros públicos: el aumento de los controles a la entidad privada que maneje esos recursos.
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El miedo oculto de la Dimayor
La propuesta del gobierno Duque fue financiar con 1.550 millones de pesos el fútbol femenino. Sin embargo, Vélez insistía en el tema de los controles y lo que eso les podía generar. En el acta de una reunión de la Comisión de Contratación y Mercadeo de la Dimayor, del 14 de enero de 2020, citada en el pliego de cargos de la SIC, quedó consignada otra intervención del entonces presidente: “Señaló que recibir dineros del gobierno podría generar una rendición de cuentas en un futuro frente a la utilización de esos valores”.
Vélez salió de la presidencia de la Dimayor el 24 de julio de 2020, tras varios escándalos y cuestionamientos que documentó VORÁGINE. Luego de su salida la FCF firmó un contrato con el Ministerio del Deporte, el 23 de octubre de 2020, por 1.550 millones de pesos destinados a la organización de la Liga Femenina y a la concentración de la Selección Colombia. Es importante señalar que la Federación es la sombrilla que agrupa tanto al fútbol profesional como al aficionado, mientras la Dimayor se encarga directamente de la organización de la liga profesional.
Sin embargo, la firma del contrato entre la entidad estatal y la Federación Colombiana de Fútbol, representada por el cuestionado dirigente Ramón Jesurún, terminó en controversia. Los recursos que aportaron se dividieron así: 1.400 millones para la Liga Femenina y 150 millones para la concentración de la Selección Colombia femenina Sub-20. Pero en un caso similar a lo que pasa en el gobierno Petro, parte del dinero no fue ejecutado.
Eso quedó en evidencia en medio de un encontrón público entre Fernando Jaramillo, quien reemplazó a Vélez en la presidencia de la Dimayor, y Ernesto Lucena, ministro del Deporte del gobierno Duque. El primero aseguró en una reunión con el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) que el Ministerio solo había aportado 900 millones. Lucena, ante esa declaración, expuso en Twitter una carta que recibió la entidad de parte de Andrés Tamayo Iannini, secretario general de la FCF, en la cual informó que no solicitarían 531 millones de pesos. “Este menor valor ejecutado obedece, entre otros, al mejoramiento de las negociaciones con proveedores que resultaron en un menor valor que los precios inicialmente contenidos en el presupuesto”, se lee en la misiva. En el mismo documento quedó claro que la FCF solo usó 215 millones para apoyar la Liga Femenina. En conclusión, la Dimayor decidió no ejecutar parte del dinero.
“El caso es que no los usaron todos [los recursos], cosa que no me pareció apropiada porque si no tenían plata, por qué la iban a devolver”, dijo Lucena en entrevista con VORÁGINE. La Liga Profesional Femenina de ese año (2020) fue lánguida solo la disputaron 13 equipos y apenas duró dos meses, entre el 17 de octubre y el 13 de diciembre. “Han hecho la Liga que siempre se ha podido, que es corta, que no se compadece con lo que merecen las chicas, pero el tema financiero siempre ha sido obstáculo, nosotros siempre apoyamos como Ministerio”, agregó el exministro.
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Una liga de mala gana
Un cambio reciente en los estatutos de la Dimayor debilitó todavía más el fútbol femenino profesional en Colombia. Hasta mediados del año pasado, en el artículo 19 de ese documento estaba estipulada la categoría B del fútbol femenino. Sin embargo, nunca se ha realizado un torneo con clubes de la segunda división femenina. La intervención sobre el tema de Lorena Novoa, secretaria general de la Dimayor, en la asamblea de julio de 2023, quedó reseñada en el acta: “Expone que cuando se está ante los órganos de control, inmediatamente lo primero que ellos hacen es solicitar los estatutos de la Dimayor y particularmente cuando hicieron el análisis del tema de fútbol femenino el primer llamado fue ‘usted por estatutos tiene la obligación de realizar una competencia profesional femenina B’. Obviamente, la administración tuvo que dar las explicaciones del caso y todo lo pertinente, pero es un llamado desde la administración a que realmente, si al día de hoy no se está desarrollando esta competencia, no se tenga en los estatutos”.
Ante la propuesta de eliminar el apartado referido a la competencia profesional femenina B, el presidente Jaramillo se mostró de acuerdo: “no hay ningún problema, considera que queda amplio (el artículo) y se cumple la pretensión de no tener eso ahí colgando para que después exijan una competencia de la B en femenina”, quedó consignado en el acta.
Ese es apenas un episodio que muestra cómo la dirigencia deportiva en Colombia asume el fútbol femenino. Otro se dio en una asamblea de la Dimayor, el 30 de noviembre de 2018, cuando el entonces presidente Vélez comunicó que por cuenta de nuevas disposiciones de la Conmebol (órgano rector del fútbol en Suramérica) los clubes que disputaran la Copa Libertadores y la Copa Suramericana debían tener un equipo profesional femenino. El presidente de La Equidad, Carlos Mario Zuluaga, intervino: “en muchos países no era profesional y lo que se realizaba era un torneo corto, en una sola ciudad, de 15 o 20 días y allí se definirían los equipos que disputarían la Libertadores”, se lee en el acta. Por su parte, el delegado de Real Santander, Roberto Rodríguez, preguntó cómo serían entonces los contratos para las jugadoras.
Vélez les sugirió a los clubes que “podían asociarse para cumplir”. Es decir, que en lugar de que cada club tuviera un equipo femenino, podían hacerle un esguince a la disposición de la Conmebol uniéndose entre clubes para decir que cumplen con el requisito. Esa práctica sigue instalada en Colombia: en 2024 los equipos masculinos de Tolima y Alianza disputan la Copa Sudamericana a pesar de que no tienen equipos femeninos propios. Real Santander y Yumbo dicen que juegan el campeonato de mujeres en representación de esos clubes.
"Es precaria toda la condición actual de las mujeres", aseguró la investigadora Rojas al referirse a las realidades que afrontan las futbolistas en Colombia.
Poco apoyo de los privados
“La Liga se está haciendo con recursos netamente del fútbol profesional, de todos los 36 clubes [masculinos, de la A y de la B] porque, tengo que decirlo, no logré en el esfuerzo comercial conseguir un patrocinador diferente”, afirmó Jaramillo en la entrevista con Caracol Radio en enero pasado, citada arriba. En ese punto el exministro Lucena está de acuerdo. “Hay que hacerle énfasis a la empresa privada. Todos salen a gritar y a corear que el apoyo a las mujeres es indispensable, pero dónde está la plata. Es que no se acercan, se acercan para la Selección Colombia, pero de ahí para abajo conseguir un patrocinador para el fútbol femenino es muy difícil”, dijo.
“No es suficiente el apoyo enfocado a los programas de responsabilidad social, necesitamos que tal soporte se vea reflejado en un compromiso económico a fin de coadyuvar a asumir los diversos costes que generan poner en marcha este proyecto”, le dijo por su parte la Dimayor a VORÁGINE.
Lucena también opinó que se debería evaluar la posibilidad de que Ecopetrol entre a financiar la Liga Femenina. “Si se lo preguntas al dueño de un equipo que no sea de los grandes, para ellos financieramente eso es muy difícil, mantener los equipos femeninos, su presupuesto no alcanza, y el esfuerzo para buscar un patrocinador grande es titánico”, dijo el exministro.
La futbolista Vanessa Córdoba también ha propuesto acciones para el crecimiento de la Liga Femenina. Por ejemplo, en su cuenta de Twitter publicó: “Hola @Dimayor 👋🏽! Si queremos que el fut fem crezca y sea más rentable y sostenible necesitamos que muchas personas puedan verlo si no pueden ir al estadio por los horarios o lo que sea e incluso cuando no sean Televisados (es decir, el 90% de los partidos)”. En una entrevista que le dio a VORÁGINE, en 2023, también habló sobre el futuro económico del fútbol femenino: “El modelo de negocio de los hombres tampoco es nuestro objetivo, tenemos que salirnos de ahí. Creo que no es sostenible, muchos equipos están muy mal económicamente”.
Incluso, en 2019 varias jugadoras le entregaron a la Federación Colombiana de Fútbol y a la Dimayor un documento titulado ‘Propuesta de desarrollo del fútbol femenino en Colombia’. En este detallaron varias ideas para potenciar el fútbol femenino en el país, que abarcaban desde la estructura de los clubes hasta el papel que deberían jugar entidades gubernamentales. “Si uno le pone números no habría razón por la cual el fútbol femenino no debería estar siendo rentable”, aseguró en el podcast A Fondo la exfutbolista Isabella Echeverri, quien ha luchado por los derechos de las jugadoras.
Las negativas a recibir dinero abren el interrogante de si las condiciones de la Liga Femenina, creada en 2017, se explican solo en la falta de recursos, o hay otros factores que puedan ser, incluso, más importantes. “Mi sentir es que sigue siendo un mundo muy machista, aunque hemos mejorado, falta camino por recorrer”, aseguró Lucena. En un sentido similar habló Carla Rojas, la investigadora de la Universidad de Chile: “Yo tengo experiencia en la industria minera y construcción portuaria durante los últimos 15 años. Pensé que me había enfrentado a las industrias más machistas, pero realmente la industria del fútbol me superó en términos de la conversación inicial que debíamos tener. En otras industrias es mucho más normal hablar de igualdad o equidad”.
En el estudio que hizo Rojas, les preguntaron a las futbolistas cuáles eran las barreras en la industria del fútbol, y las tres respuestas más recurrentes fueron: la falta de recursos, el acoso sexual y la discriminación de género. Tres factores que, seguramente, no estarán en la agenda del día de la próxima asamblea de la Dimayor, con aplastante mayoría masculina.