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event 15 Septiembre 2023
schedule 15 min.
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Angy Vanesa Usme Ramírez
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Abrazar para privatizar lo público

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El Parque Lleras fue el segundo espacio cerrado durante la alcaldía de Daniel Quintero, luego de varios planes de choques. Sin embargo, ha sido una medida cuestionable y poco contundente respecto a la resolución de problemáticas del sector.

 El Lleras

Valla ubicada en el parque Lleras de El Poblado. Foto: Angy Vanesa Usme.  

Durante lo corrido de este año, resultan llamativas las medidas implementadas por la alcaldía de Daniel Quintero bajo el nombre de “abrazos”. Comenzó abrazando la Plaza Botero, la “Torre Eiffel” de Medellín, como lo mencionó en una rueda de prensa el 30 de enero y, tan solo un mes después, prosiguió con el Parque Lleras, en El Poblado. Ambas medidas fueron antecedidas por planes de choque, los cuales funcionan como acciones de emergencia cuando algo va mal y busca intervenir en el territorio teniendo en cuenta sus particularidades. Tal es el interés del Alcalde, que el 3 de marzo lideró un operativo contra la explotación sexual en menores. Finalmente, el 2 de mayo de 2023, el Parque Lleras fue “abrazado” y casi asfixiado. 

El encantamiento de la Alcaldía con el Parque Lleras viene desde inicio del 2021, con la intervención artística y, además, con el plan que se ejecutó de peatonalización y conservación de las zonas verdes en la zona. La inversión total fue de $10.000 millones y los recursos fueron aportados por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

“Hoy recuperamos el Parque Lleras […] vamos a tener seguridad permanente, seis puntos de control que eliminan de tajo todas las modalidades delictivas que alguna vez se causaron en el Lleras”, mencionó Quintero, el 3 de mayo durante una rueda de prensa. Seis puntos de los cuales tres están ubicados en la calle 10, en las carreras 37, 38 y 40, no pusieron uno más porque no hay 39. En cada punto hay policías analizando de pies a cabeza a quienes deseen entrar. Si les generan alguna sospecha, les solicitan su cédula para dejarlas ingresar.

Lo que se ve…

El Lleras, una burbuja dentro de las dinámicas de Medellín. Una zona rosa cercada y monitoreada en cada momento, aunque se les escapen algunas cositas. Dentro del mismo espacio se ve a algunas mujeres paradas o sentadas en alguna esquina sin hacer nada, acompañadas de un pequeño bolso donde, a duras penas, cabe la plata y el celular; luego, algún hombre las aborda y, en caso de concretar algo, emprenden camino. Ella primero y detrás él.

Además, antes de la entrega de los 22 módulos a artesanos y pintores, había puestos de ventas ambulantes que ya no están; ahora se ve uno que otro chaleco amarillo, el cual visten los pocos vendedores autorizados. Según Fredy, uno de estos vendedores de chaleco, inicialmente no los dejaban pasar las vallas, pero trabajar más de veinte años en la zona comerciando el machete (lo que más se vende) del momento  le permitió ser reconocido y agilizar su proceso de permiso y carnetización para vender con tranquilidad. Por ahora vende camisetas de la selección colombiana, ese es el machete y  lo que le da de comer.  Son seis las personas que están en la misma situación de él; aunque a Provenza, otra calle peatonalizada en el Poblado, no se pueden acercar, porque ni así los dejan entrar.

Afuera del cerco, el panorama cambia abruptamente. En el trayecto desde el Parque de El Poblado hasta el primer puesto de control, se puede ver a mujeres indígenas con sus hijos mendigando y personas en situación de venta ambulante. Entre la Droguería Alemana y la Pasteur, ubicadas en la calle 10, se ve a decenas de mujeres esperando ser abordadas por sus clientes; la acera frente a ambos establecimientos se convierte en un centro de negociación donde los pactos se caen o siguen en pie.

¿Una ciudad para quién?

Algunos de los cerramientos planteados por esta administración comprenden dos lugares de alta concentración turística: la Plaza Botero y el Parque Lleras. El primero es el más visitado como lugar emblemático de la ciudad y el segundo como espacio donde se reúnen y hospedan varios turistas. Ante esto, Isabel Pérez, geógrafa socioespacial, dice que “el cerramiento está ligado al fenómeno del turismo”, agrega que este ha sido un fenómeno buscado por la administración y privados, entendiendo que es una forma de dinamizar la economía. Por lo tanto, cerrar “es como poner un límite (efímero), que no impide la vista, pero sí el paso. Entonces, es como un cierre muy extraño. Como hacer un corralito”.

En ese corralito del sur de la ciudad, hay mesas distribuidas en todo el espacio, lo que da la sensación de que la zona fue peatonalizada para el goce y disfrute de los establecimientos privados en el espacio público. Pérez, comenta que “estamos hablando de un espacio que está siendo priorizado para algunas personas y no para otras”, agregando que la peatonalización de la Vía Primavera fue otra forma de privatizar, pues es así como “el restaurante, el bar, el café puedan usar ese espacio público, del que también van a sacar su lucro. Es otro tipo de privatización, pero lo es”.

Entonces, ¿cuál es la implicación de este cerramiento más allá de crear un espacio “bonito”? La Alcaldía alega que durante este tiempo han disminuido los hurtos y lesiones personales.  Sin embargo, poco se ha tenido en cuenta el cambio en las dinámicas sociales y, en algunos casos, el estigma en torno a quienes quieren habitar ese espacio. En palabras de Pérez, “cambiaron completamente las dinámicas. Si yo ya sé que de tal o cual forma ya no puedo entrar. Primero hay unos cuerpos que nunca van a ser mal vistos o censurados, eso tiene que ver con el racismo, con el clasismo”. Esto se ve reflejado, por ejemplo, en la denuncia pública de unas mujeres que fueron señaladas por un policía de ser “meretrices”  por su vestimenta.      Además, las problemáticas que antes se albergaban en el Lleras ahora están siendo desplazadas a cuadras aledañas sin ninguna solución efectiva por parte de la administración como los son la mendicidad, la explotación o trabajo sexual y la venta de drogas. Buscamos a algún vocero de la Secretaría de Inclusión Social Familia y Derechos Humanos sin tener respuesta de su parte.

Al preguntarle sobre la medida a Pérez asegura que es obra efectiva pensando que el Parque se convierta en un espacio más instagrameable y ameno para los extranjeros; pero con pocos resultados a nivel social. Sin embargo, “ahora hay otra efectividad… ¿qué hacemos con la gente que no tiene trabajo formal en esta ciudad y que vive del aprovechamiento del espacio público?, ¿qué hacemos con mujeres que usan o venden su cuerpo como una posibilidad económica? Yo creo que esas son las preguntas que están detrás y para eso el cerramiento es efectivo. De pronto lo único que tiene de efectivo es que nos pongan a hablar un poquito más de eso y que haya este tipo de conversaciones".

Por ahora sigue el “abrazo”, aún sin verdaderos impactos sociales. Y, también esperar a lo que suceda con una acción popular formulada por el abogado Edier Manco y recibida por el Juzgado Cuarto Administrativo Oral de Medellín el 24 de mayo, dónde se pide el levantamiento de las vallas y más restricciones de ingreso. Hasta entonces, según nos comentaron desde la Alcaldía, no hay intenciones de revertir la decisión y va por más con el proyecto "Espacio Público Turístico", dónde se buscará adecuar los puntos turísticos de la ciudad. Aún faltan La 68 (Castilla), La 70 (Laureles - Estadio) y la Comuna 13 (San Javier) por ser "abrazadas".