Tejiendo voces responsables: un mapa para narrar la ESCNNA

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16 septiembre, 2025
Por: Sofía Carolina Quintero Borja | sofia.quinterob@udea.edu.co

Volver a lo sencillo, a lo humano: escuchar con atención las voces de quienes comparten sus historias, para construir desde el periodismo caminos posibles frente a la Explotación Sexual Comercial de Niñas, Niños y Adolescentes (ESCNNA).

Ilustración con mapa de Medellín manual de ESCNNA
Ilustración: Isabella Guerrero / i.guerrero1@udea.edu.co

Medellín, ha sido representada, gracias al marketing urbano, como una capital del turismo, la innovación y el bienestar social. Sin embargo, mientras los slogans hablan de “futuro” y “esperanza”, esa cara limpia y ordenada convive con la realidad que se revela en sus calles, hoteles y esquinas, donde la Explotación Sexual Comercial de Niñas, Niños y Adolescentes (ESCNNA) no irrumpe como una amenaza externa, sino como una práctica normalizada e integrada a la dinámica de la ciudad.

La ESCNNA no es una manifestación ajena ni aislada, es una expresión directa de las contradicciones estructurales de la ciudad. Se alimenta de las rutas turísticas, de las aplicaciones de transporte, de las redes sociales, los bares, los hoteles y los comercios. Es una práctica que se mueve con la ciudad, se adapta a ella, la habita. Nombrarla como una amenaza externa evita que se cuestionen las lógicas que la sostienen.

En medio de todo lo que pasa en la ciudad en torno a la ESCNNA, el 5 de abril, los Premios India Catalina de la televisión Colombiana otorgaron el galardón a “Mejor Producción Periodística” al especial Explotación sexual infantil: una verdad a medias, emitido por Telemedellín en julio de 2024. Aunque el reportaje busca contar “la historia de tres niñas sobrevivientes al delito de explotación sexual en Medellín”, su tratamiento presenta varios asuntos cuestionables que merecen una revisión crítica.

El primero de estos factores problemáticos tiene que ver precisamente con el título. El uso del término “infantil” revela una práctica persistente en los medios: nombrar de forma imprecisa. Sobre esto, el Grupo de Trabajo Interinstitucional de Luxemburgo, referente internacional en el abordaje ético de este delito, ha advertido que expresiones como “infantil” o “juvenildiluyen la dimensión jurídica del crimen y despojan de responsabilidad a los adultos implicados. Por eso recomiendan nombrar explícitamente a niñas, niños y adolescentes, reconociendo su condición de sujetos de derechos.

Además, aunque el especial de Telemedellín recurre a siluetas y voces en off, preguntas realizadas a las víctimas, como: “¿quién las contacta?”, “¿cuánto les pagan?”, “¿cómo logran salir?”, terminan ofreciendo un mapa con las rutas de acceso para potenciales explotadores sexuales, en lugar de ser una denuncia informada.

Ilustración: Renata Taborda / renata.taborda@udea.edu.co
Ilustración: Renata Taborda / renata.taborda@udea.edu.co

La explotación sexual no se elige, se impone. Por eso también resulta especialmente preocupante que se incluyan frases como: “Llega hasta las niñas carentes de tantas cosas, que ven el trabajo sexual una oportunidad”. Este tipo de afirmación no solo romantiza la precariedad, sino que sugiere que existe una decisión voluntaria donde en realidad hay vulnerabilidad y coacción. Frente a esto, el derecho internacional es enfático: cualquier relación sexual con personas menores de 18 años constituye explotación, sin importar que hubo o no consentimiento.

A su vez, se impone una narrativa que privilegia el enfoque territorial y policial, con énfasis en el crimen organizado. Las declaraciones oficiales se repiten como núcleo del discurso: se señala a estructuras que operan en zonas específicas, como el Parque Lleras, o en colegios donde, según el secretario de Seguridad Manuel Villa Mejía, niñas, niños y adolescentes serían utilizados para “convencer a sus amiguitos”.

Este abordaje construye un relato en el que los responsables parecen ser siempre otroslos proxenetas, los extranjeros, los barrios periféricos, e incluso los propios niños y niñas—, mientras que la institucionalidad se presenta como un actor eficaz y en control. “A los que les tiene que dar miedo venir es a los que venían a eso”, afirmó el alcalde Federico Gutiérrez, reforzando la idea de que el delito es externo, puntual y manejable a través de la fuerza.

Por otra parte, el especial también incluye voces como las de Fundación Empodérame y Libertas International, que buscan visibilizar distintas dimensiones de la ESCNNA. La organización enfatiza la relación entre pobreza y explotación, señalando que la mayoría de las víctimas permanecen inmersas en dinámicas prostitucionales desde la infancia. Si bien estos datos evidencian una violencia arraigada y sostenida en la sociedad, referirse a estas situaciones como “prostitución” puede desdibujar la naturaleza del delito y dar pie a interpretaciones que lo justifican o relativizan.

En lo que respecta a Libertas International, denuncia la creciente participación de extranjeros en abusos sexuales, destacando la impunidad que disfrutan debido a la falta de antecedentes penales en sus países de origen. Estas denuncias evidencian una problemática real, pero deben ser abordadas dentro de un marco que no pierda de vista la demanda que sostiene la ESCNNA. De hecho, durante el especial, pese a la insistencia en el extranjero como figura clave en la ESCNNA, esta imagen termina perdiendo fuerza en el relato, donde el extranjero aparece vinculado a escenas de “fiestas, consumo, excesos y todo tipo de pedidos sexuales”.

¿Cómo evitar la revictimización? ¿cómo narrar sin repetir los marcos que reducen a niños, niñas y adolescentes a cifras o silencios?

El producto periodístico, en consecuencia, construye una imagen de la explotación como algo que aparece de forma repentina, como sugiere una de sus frases: “las recientes denuncias y capturas de extranjeros han abierto la puerta a un panorama que estaba presente todos los días, pero que era un mundo desconocido, una Medellín inexplorada”. Esta formulación, más que revelar, exotiza: al presentar la ESCNNA como parte de una ciudad “inexplorada”, refuerza la idea de que esta violencia solo existe cuando se vuelve mediáticamente visible.

El resultado no es una “verdad a medias”, sino una verdad sesgada: aquella que elige ver el síntoma y no la enfermedad. Al referirse a las niñas únicamente desde la condición de quienes han logrado resistir —como en frases del tipo: “¿Qué piden las niñas sobrevivientes a la explotación sexual? Seguro que ellas, como la ciudad al unísono, vociferan justicia”— se minimiza la gravedad del delito. El término “sobrevivientes” transmite resiliencia, pero también puede funcionar como un velo que encubre la violencia estructural que permitió la explotación.

Al no nombrarlas como víctimas de explotación sexual comercial, el discurso desplaza la responsabilidad: no hay agresores, no hay sistemas cómplices, no hay urgencia de reparación. Lo que pudo haber sido una oportunidad para incomodar, para interpelar a la sociedad y exigir rendición de cuentas, terminó por ofrecer un espejo blanqueado, donde todo parece sanado y nadie debe responder.

Unos meses antes de la emisión del especial en Telemedellín, la ciudad se llenó de vallas y paneles publicitarios con la campaña ¡NI LO INTENTES, ES UN DELITO!, lanzada por el alcalde Federico Gutiérrez . Lo anterior, tras el huracán mediático por el caso de dos niñas víctimas de explotación sexual comercial, encontradas el 28 de marzo de 2024 en el hotel Gotham. La estrategia buscaba advertir a los turistas sobre la Explotación Sexual Comercial de Niñas, Niños y Adolescentes (ESCNNA). 

Esa misma atención mediática dio lugar a titulares como “Niñas halladas con un extranjero en hotel de Medellín vivían sin sus padres: Unos terceros les pagaban el arriendo”, “Hablan propietarias del hotel Gotham de Medellín, donde hallaron a extranjero con dos niñas: Portaban cédulas falsas” o “Niñas halladas con gringo en un hotel en Medellín vivían solas; una de las madres apareció y sería consumidora” evidenciaron el abismo que existe entre un lenguaje que perpetúa estigmas y la necesidad urgente de un enfoque ético, respetuoso de los derechos humanos y sensible a la complejidad de las experiencias que atravesaban las víctimas.

Titulares como estos, que pusieron en el foco al estadounidense Timothy Alan Livingston, quien escapó antes de ser judicializado, marcaron un punto de inflexión en la agenda mediática. Más allá del eco en los medios y redes sociales, dejó una pregunta inquietante: ¿está nuestra justicia realmente a la altura frente a la explotación sexual? Pero también germinó una inquietud en las aulas de periodismo de la Universidad de Antioquia: ¿cómo están contando los medios la ESCNNA?

Entre abril y octubre de 2024, este interrogante nos llevó, junto a dos compañeras de periodismo, a un recorrido reflexivo sobre el lenguajelas imágenes y las omisiones que configuran el discurso mediático sobre este delito. Sabíamos que queríamos hacer algo con el periodismo, pero todas las ideas —una crónica, un podcast, una serie audiovisual—, chocaban con la misma inquietud: ¿cómo evitar la revictimización? ¿cómo narrar sin repetir los marcos que reducen a niños, niñas y adolescentes a cifras o silencios?

Mientras discutíamos qué producto periodístico crear, surgieron preguntas más profundas: ¿por qué hablar de “explotación sexual” y no de “prostitución infantil”? ¿por qué usar ESCNNA en contexto de viajes y turismo, y no hablar de “turismo sexual infantil”? ¿por qué nombrar explícitamente a “niños, niñas y adolescentes” en lugar de usar el genérico “infantil”? ¿qué implicaciones tiene el término “comercial” en la forma en que entendemos y abordamos este delito? 

Estas preguntas, nos hicieron ver que no bastaba con narrar: era necesario crear una herramienta. Un documento vivo, tejido desde el diálogo con quienes se ven directamente afectados por este delito, para que sus realidades se integren activamente en la labor informativa a través de consejos prácticos para periodistas

Así nació el Manual Periodístico para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes frente a la ESCNNA.

Ilustración manual ESCNNA
Ilustración: Isabella Guerrero / i.guerrero1@udea.edu.co

¿Dónde están los periodistas?” 

Esta fue la pregunta que dejó el Taller sobre la corresponsabilidad de los medios en la cobertura de la ESCNNA, realizado en septiembre (mes de conmemoración internacional de este delito) por la Mesa Intersectorial contra la ESCNNA de Medellín. Desde 2009, esta Mesa, como un faro, articula esfuerzos entre sociedad civil, academia y ONGs para contrarrestar este delito. 

 La misma inquietud se evidenció durante la construcción colectiva del manual, en la que participamos a través de distintas actividades —como talleres, movilizaciones y actos simbólicos—, muchas de las cuales están documentadas en el manual y responden preguntas clave como: “¿A dónde podemos acudir los periodistas para informarnos sobre la ESCNNA?”

Ese vacío dejó al descubierto la urgencia de herramientas como esta, pensadas para interpelar el rol del periodismo frente a la ESCNNA.

Esto explica que las resistencias contra la ESCNNA no terminen de calar en la agenda pública de Medellín ni del país. Aunque estudiantes y profesionales de otras áreas participan activamente en estas iniciativas, la presencia de quienes tienen mayor capacidad de generar impacto desde los medios sigue siendo mínima, pues no se acercan a la complejidad de esta realidad, a pesar de la información y capacitación que ofrecen organizaciones como la Mesa.

Mientras recorríamos este camino, nos preguntamos cómo quieren los niños, niñas y adolescentes ser representados cuando se habla de la ESCNNA en contextos de viajes y turismo. Así llegamos a tres talleres participativos que alimentaron el alma del manual

El primero de ellos, con la Comunidad Juvenil Esperanza del Mañana, desarmamos prejuicios y abrimos un espacio para que sus voces se alzaran, nos guiaron a un entendimiento más inclusivo. En segundo lugar, con el Grupo Intergeneracional de Investigación (GIDI) de la Universidad de Antioquia, se tejió una memoria crítica que desafió las narrativas convencionales y nos permitió ver las múltiples capas del fenómeno. Y, por último, en el taller con 37 estudiantes de la Institución Educativa José Eusebio Caro, en Aranjuez, descubrimos cómo, a través de la mirada juvenil, los medios pueden ser una herramienta de transformación, al reconocer cómo las noticias pueden distorsionar la realidad. A través de sus relatos, comprendimos cómo ciertos agentes, presentes en sus contextos familiares, educativos y comerciales, pueden jugar un papel clave en la génesis de la ESCNNA.

En suma, a raíz de los resultados de estos talleres, donde se emplearon diversas técnicas como cartografía, dibujo, recortes y puesta en escena, así como del análisis del discurso mediático, la revisión bibliográfica y asesorías con expertos, construimos el manual.

Si usted es periodista o comunicador, necesita saber esto antes de hablar de ESCNNA. Como quien entrega un mapa al final del camino, el manual periodístico emerge como un instrumento crucial en este escenario. No solo se convierte en una guía tejida con la experiencia de múltiples voces, sino que también es un llamado a mirar más allá de los límites de Medellín, a comprender que la ESCNNA, con todas sus grietas, nos atraviesa a todos

No se trata solo de un conjunto de orientaciones, es una forma transformadora de mirar, escuchar y contar. Enfrentar este fenómeno no es responsabilidad exclusiva del Estado o de la sociedad civil, también recae en quienes, a través de la palabra, tenemos el poder, y la responsabilidad, de cambiar la narrativa.

Nota: Esta columna nace de un proceso de reflexión y reportería realizado junto a mis compañeras Renata Taborda Franco e Isabella Guerrero Chamorro, en el marco de la creación del Manual Periodístico para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes frente a la ESCNNA.

Abajo puedes previsualizar el manual y en la barra de íconos de la parte inferior puedes encontrar el botón de descarga.

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