
La historia se repite: casi 23.000, peleas apaixonadas contra mestizas por el reinado para obtener recursos federacionales. Aunque falten asistentes, hubo hinchas de clase mundial y el estadio Rodrigo Paz Delgado de Quito, en América, se tensó. Sí fue una repetición, Katherin Tapias pareció hecha por españoles cual Iker. Pero más bien es como Sandra Sepúlveda. Marta pareció Nazario pero ella es color cian y su nombre termina en Vieira da Silva. Y Leicy Santos pareció James pero eso es quitarle profundidad: todas fueron ellas. Fenomenales, inventoras y cerberas.
Hace tres años cumplimos un siglo desde la prohibición del fútbol femenino en Inglaterra, pero las Dick, Kerr Ladies jugaron, entre 1917 y 1965, su creación y desaparición, alrededor de 800 partidos que amasaron gradas y victorias. Y también, hace centenar y piquito, representaron a Inglaterra en el primer partido internacional femenino contra Francia, que contó con un aforo de 25.000 personas.
Como colombianos “siempre nos falta un centavo para el peso”, pero, si entendiéramos lo nuestro, diríamos que faltó un tinto para el tanto. Y no, no fue el tinto que dejaron de tomarse las chinas, fue el que dejaron de darles en nuestras ligas y clubes. Claro que una mujer está hecha para este deporte. ¿Les has visto las piernas y la berraquera? Juegan como esos jubilados, los hombres esos de las épocas “doradas”: balón parado o corrido. Solo eran fríos. Su forma de jugar a veces es vistosa pero son naturalmente creadoras, una pelota al fondo y se ven en la esquina para el abrazo

Y claro que, como en cualquier cantera, hay partidos en los que te comes un gol o lo aciertas del lado erróneo; pero no por eso como hinchas podemos decir que son troncas. No le puedes negar a una pelada sus constantes chispazos por un desliz. Lo que puedes hacer es mostrarle que eso construye su camino. Que a veces toca entre chispazos y deslices y que cuando recibes ese camino con madurez, el tinto que se le dio al tanto rinde el fruto.
Y bueno, lo puntual es que el fútbol brasileño está hecho de colectividad: entrenadores, conocimiento e ingenio. Una idea que luego copió Argentina, que ahora parece más mercantilista, pero sigue dedicada a su sele. ¿Nosotros tenemos alguna idea? Sí, machismo y barras. ¿Se parecen los contextos socioeconómicos? Demasiado. ¿Las peladas muestran resultados? Sí. ¿Entonces qué tinto debemos darles? Menos machismo, más barras e ingeniémola. ¿Ya se lo damos? Pues si somos los de siempre, no. ¿Qué es concretamente lo que debemos hacer? Armar Sociedades Anónimas de Fútbol (SAF) que entrenen con cariño a las fichas, como el Fluminense. ¿Quién se apersona? La pregunta tiene la respuesta, los colectivos dedicados al balompié. No se puede jugar y apoyar una liga tan poco y tan ciegamente como en Colombia, eso es precariedad.
Sin embargo, míralas. Mira a Katherin con esa K y unas trenzas tricolor de corazón, ¿no suena como alemana, cual Marc-André ter Stegen, y antipatriótica, por todo lo anterior? Y a Leicy, con ese apellido; mírale el tiempo, así se hacen los diamantes. Y lee lo dicho por Catalina Usme: “Hemos logrado construir algo más bonito: nos toca volver a empezar y reconstruir para otra copa América. Pero si nos caemos nos volvemos a levantar, hay que admirar lo que hace este equipo”.
Así que no vengamos a decir que no juegan, porque sí lo hacen, se ganan sus corotos de corazón. Quién sabe qué resabio no nos dejó ganar, faltando segundos para terminar el alargue nos hicieron el empate. No importa. Más bien, y con toda certeza, vengan a decir que la era del fútbol colombiano se avecina, para que sí cumplamos.