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La profe Lauren: exilio, retorno y resistencia

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10 diciembre, 2024
Por: Valentina Quintín López | v.quintin@udea.edu.co
Su caso representa las dificultades a las que se enfrentan las víctimas de violencias basadas en género cuando activan la Ruta Violeta, un mecanismo institucional que se ha quedado corto para responder a las complejidades de esos hechos y que ha suscitado manifestaciones de docentes y estudiantes durante 2024 en la UdeA.

Una pañoleta colgada en la ventana del despacho reza: “Justicia feminista es educación transformadora para una vida digna y libre de violencias”. Lauren Flor Torres regresó a ese lugar el lunes 16 de septiembre de 2024, después de pasar tres meses fuera de Medellín, la ciudad donde vive desde hace más de dos años. En mayo, tras enterarse de que su acosador tenía su número de teléfono y su dirección exacta, tuvo que mudarse a Cali –su ciudad natal– como última medida de seguridad.

Lauren es profesora del pregrado en Astronomía de la UdeA desde junio del 2022. Es doctora en Astrofísica de la Universidad de Guanajuato (México), líder y cofundadora del colectivo Colombianas Haciendo Investigación en Astrofísica (CHIA) y dirige el grupo de divulgación científica Hermes, conformado por profesores y estudiantes del Instituto de Física de la Universidad.

Lauren también es, entre todo, una de las 148 mujeres que han activado la Ruta Violeta en la UdeA en 2024 hasta el cierre de esta edición. La Ruta Violeta es el mecanismo institucional para la atención, la investigación y la sanción de las violencias basadas en género (VBG) y la violencia sexual (VSX), y aunque sus inicios se remontan al 2019, el protocolo que formaliza la ruta se emitió el 26 de enero del 2024, como respuesta a las exigencias del Ministerio de Educación Nacional.

Su vida, dice Lauren –pelo liso, ojos castaños, gafas cuadradas–, era investigar, estudiar, divulgar, enseñar, acompañar a los estudiantes que la necesitaran. En un mundo donde las mujeres han enfrentado barreras para hacer ciencia, se encontró con muy pocas profesoras. Por eso, siempre ha actuado como le habría gustado que hubieran sido las maestras que nunca tuvo.

Todo empezó en junio de 2023. Lo que Lauren decía en sus redes sociales, Pablo Restrepo Valencia, el hombre detrás del acoso, lo ponía en duda y la atacaba en las mismas plataformas.

Ella no le había dado clase, pero sí lo había visto por la facultad. Se volvió común que estuviera merodeando, sobre todo por las noches, cuando no quedaba nadie en el cuarto piso, donde quedaba su antigua oficina. La solución que le dio la facultad fue que se bloquearan mutuamente en redes sociales. Sin embargo, los ataques continuaron, e incluso una vez, cuenta Lauren, la siguió hasta un evento en Bogotá.

–Pero eso quedó así –dice Lauren– porque me dijeron que él no era estudiante activo, que se había retirado de la carrera y por eso, supuestamente, no le habían podido hacer nada.

En enero del 2024, Pablo Restrepo solicitó el reingreso al pregrado en Astronomía y publicó un hilo en X en el que decía “la vaciada a esa parranda de hijueputas no me la guardo”, refiriéndose a las personas del programa académico. Cerraba diciendo que “ojalá no pase de simples insultos”. La profesora tuvo que cambiarse de oficina. Un mes después, en febrero, Restrepo reingresó oficialmente y los ataques continuaron, no solo contra ella, sino contra los integrantes de Hermes. Todo escaló a la presencialidad: la esperaba afuera de su lugar de trabajo, frecuentaba los mismos espacios que ella, vociferaba insultos y acusaciones. No la nombraba, pero para ella no era casualidad que se parara afuera de su oficina a gritar cuanta palabra se le pasaba por la cabeza.

Ese mismo mes, Lauren activó la Ruta Violeta y, como parte de la atención, la comunicaron con la dupla psicojurídica de la Colectiva Justicia Mujer: la abogada Dana Joven Scarpeta y la psicóloga Nidia Cristina Betancur.

Dana explica que quien toma la decisión de aplicar o no las medidas preventivas es la unidad académica o administrativa a la que el agresor pertenece y, a veces, les falta voluntad: “La Universidad protege a las mujeres hasta el punto en que las víctimas pueden poner su caso en conocimiento de la Ruta Violeta, pero lo que sigue de ahí en adelante no da una garantía de protección porque la ruta o las decisiones que tome el Equipo Violeta para solicitar una medida de protección a una unidad académica no son vinculantes. Es decir, no los obligan si no quieren”, señala la abogada.

***

–Enerofebreromarzo… ¿Qué hubo en marzo? Cada semana ocurría alguna situación. Incluso tengo todo documentado y son casi 150 páginas de pantallazos, de recuento –dice Lauren.

En marzo de 2024, Restrepo empezó a frecuentar las reuniones y eventos organizados por el grupo Hermes, pero también a acusar a Lauren de malgastar dinero público y a mandar derechos de petición alegando que le tenían que dar claridad de dónde estaban dichos dineros.

–Enerofebreromarzo… luego en abril… Han sido tantas cosas que se me van…

–¿Jueves de la Ciencia? –le dice Dana, su abogada, como tratando de darle luz en la oscuridad de sus recuerdos.

–Sí, Jueves de la Ciencia.

El 4 de abril, Lauren fue invitada a Jueves de la Ciencia, un evento de la Biblioteca Pública Piloto. Ella, que además de profesora es divulgadora científica, dice que fue la primera vez que sintió nervios de ir a una actividad así.

–Temor. Miedo. Angustia. Yo no disfruté ese espacio porque él había dicho que iba a ir a hacer muchas preguntas y que iba en modo agresivo.

–En modo kamikaze, así lo puso él –complementa Dana.

Pablo Restrepo Valencia fue, grabó, preguntó, gritó y no se quiso ir una vez terminó el evento. Afuera de la biblioteca, cuando el grupo con el que estaba la profesora salió, los volvió a amenazar diciendo, según recuerda Lauren, “sopa y seco les voy a dar”.

Lauren es profesora del pregrado en Astronomía de la UdeA desde junio del 2022. Es doctora en Astrofísica de la Universidad de Guanajuato (México), líder y cofundadora del colectivo Colombianas Haciendo Investigación en Astrofísica (CHIA) y dirige el grupo de divulgación científica Hermes, conformado por profesores y estudiantes del Instituto de Física de la Universidad.

En mayo, en medio del furor de la emergencia por VBG en la UdeA, Lauren siguió siendo acosada, incluso en varios espacios asamblearios. Restrepo iba, se sentaba cerca de la mesa moderadora y, aunque le pedían que se retirara, se negaba a irse. La nueva solución de la facultad: ofrecerle a Lauren teletrabajar desde su casa. Ella recuerda la desesperación:

–¿Por qué me tengo que ir yo y por qué no se va él?

La respuesta: a él ya se le había ofrecido estudiar desde la virtualidad, pero nunca aceptó porque alegaba que tenía derecho a ir a la Universidad.

Para finales de mayo, el caso de Lauren ya empezaba a ser reconocido. Y se viralizó después de que Jacarandas publicó el 20 de mayo un video al respecto. Luego, siguieron otros medios: Blu Radio, El Espectador, El Colombiano. Aun así, Restrepo no paró.

***

Es 24 de mayo de 2024. Lauren madruga: es incapaz de dormir bien por la ansiedad del “qué va a pasar hoy”. Revisa su celular y tiene un mensaje de un número desconocido. Es Pablo Restrepo notificándole que tiene su número, que por las notas de los medios él y su familia están recibiendo amenazas y que él también podría intimidarla yendo a su casa. El mensaje incluye, además, la dirección exacta del domicilio de la profesora.

–Yo me desestabilicé completamente. Dije “es momento de irme”.

Según Lauren, Pablo Restrepo obtuvo sus datos porque, como parte implicada en el caso, recibió una copia del expediente de la Unidad de Asuntos Disciplinarios (UAD) de la UdeA, en la que por un error en el proceso quedó su información personal. Aunque De la Urbe le preguntó a la UAD específicamente por este caso, respondieron de forma general, asegurando que datos como los obtenidos por Restrepo “… se conservan en un cuaderno reservado que se encuentra separado del expediente principal, y su uso se restringe única y exclusivamente al proceso disciplinario y de manera específica cuando ello sea necesario”.

Cuando llegó a Cali, cuenta Lauren, la depresión se tornó intensa. Algunos días ni se podía parar de la cama:

–Yo tenía mi espacio, lo propio, mi lugar de trabajo, mi red de amigos, mis estudiantes, mis tesistas, los profesores. Todo eso lo perdí. Todo lo tenía que manejar desde la distancia.

Tras negarse a brindar una entrevista, Bienestar Universitario –bajo la dirección de Juan Gabriel García– aseguró que la Ruta Violeta se compone de “acciones articuladas para garantizar la atención y la protección de las personas victimizadas, su recuperación y el restablecimiento de sus derechos”. Para Nidia, el funcionamiento de esa atención integral no depende únicamente del Equipo Violeta, sino también de la apropiación de decanos, docentes y de una respuesta colectiva que permita la estabilización de la víctima.

Nidia dice que en el caso de Lauren han visto “una respuesta por parte de la directiva de la facultad que no es la debida frente a la gravedad del caso”. Asegura que se ha minimizado y banalizado; que no hay enfoque ni sensibilidad y que hay todo un camino por recorrer en todos los actores institucionales.

El director de Bienestar añade en su respuesta que, en cuanto a la reparación para las víctimas, para este trienio se llevará a cabo el Plan de Acción Institucional de Equidad de Género con el fin de construir una política institucional que garantice el restablecimiento de los derechos, incluyendo medidas de protección en todos los ámbitos.

***

Cuando se habla de qué tanto la UdeA protege a las mujeres, Nidia recuerda lo que percibió mientras la Colectiva prestó sus servicios a la Universidad: que entablar una queja no protege, que las denunciantes se sienten desgastadas, mal miradas, insultadas o se encuentran con sus agresores. “En general hay mucha desconfianza y mucha prevención a la hora de decir ‘voy a encontrar en la ruta un asunto garante y aquí me voy a ver protegida’. Eso no es lo que vimos, no es la concepción que hay de la ruta”.

Cuando Nidia habla sobre la ruta ideal, enfatiza en que la Universidad debe determinar claramente quién es el responsable de la reparación y que, aunque está claro que la responsabilidad principal es del agresor, quién y cómo lo conduce para que efectivamente cumpla con ese deber son preguntas que quedan en el aire.

Pasaron los meses y Lauren pudo volver a Medellín solo porque Pablo Restrepo fue privado de la libertad tras haber sido condenado por violencia intrafamiliar agravada contra su expareja. Sin embargo, los procesos disciplinarios en la Universidad siguen.

Según el Equipo 3 de la UAD, encargado de los casos de VBG y VSX, el Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo no establece un término definido para la investigación de los estudiantes, “motivo por el cual este no está limitado a un tiempo específico”. Para los empleados de la Universidad el tiempo es de máximo 18 meses.

–Más allá del derecho disciplinario, ¿qué se puede hacer?

–Tiene que haber una articulación interinstitucional –dice Nidia– y no vemos un interés político. Si esto se ha impulsado, ha sido por el movimiento social de mujeres, por las feministas, las organizaciones que se han metido a impedir que se retrocedan los avances que hemos logrado durante todos estos años. Este es un tema de poderes, por eso la respuesta no es tan simple como “hagamos unos talleres”. No, esto es una respuesta compleja porque la violencia contra nosotras es compleja y es estructural.

El día en el que la profesora Lauren volvió a la Universidad se encontró una mariposa posada al lado del golpe en la puerta de su oficina que, según ella, apareció de la noche a la mañana. Vio, además, el grafiti “¡No estás sola!” en la pared del frente y pensó: “Wow, volví”. Cuando hace el recuento de todas las veces que se sintió acompañada –por amigos, estudiantes, personas que ni siquiera conoce–, se aprecia en ella cierta esperanza, no como quien ve la luz al final de un túnel, sino como quien ve los rayos de luz que, a pesar de todo, logran traspasar la oscuridad.


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