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event 05 Abril 2024
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Por: Javier David Giraldo Arias
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Puente de la 4 sur: territorio cannábico resignificado

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Desde que Gustavo Petro inició su mandato presidencial ha sido reiterativo en la necesidad de cambiar el modelo prohibicionista con que se ha abordado el consumo de marihuana en el país. Este consumo, en Medellín, es una práctica habitual en el espacio público. Muestra de ello, es que en esta ciudad en el mes de mayo se realiza la marcha más grande del país para defender los derechos de los consumidores de marihuana.

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Puente de la 4 sur. Fotografía: Javier David Giraldo Arias

El puente de la 4 sur en Cristo Rey, ha sido un lugar de controversia desde su construcción hace 12 años. Al conectar importantes vías peatonales y vehiculares, así como barrios del sur de la ciudad, el puente se ha convertido en un espacio disputado, especialmente por jóvenes consumidores de marihuana.

La construcción del puente no previó las dinámicas culturales relacionadas con el consumo de drogas, lo que ha llevado a que los alrededores se conviertan en un territorio compartido entre consumidores y no consumidores de marihuana. Esto plantea interrogantes sobre la efectividad de la política de drogas prohibicionista del país y cómo esta afecta los derechos y la dignidad de los consumidores con estigmas como drogadictos, delincuentes o enfermos. Esta situación la han evidenciado quienes frecuentan el puente de la 4 sur cada tarde y noche, horas de mayor afluencia, que son aprovechadas por policías y agentes de tránsito para realizar sus “operativos relámpago” en busca de drogas e impartiendo comparendos a las motos que se encuentran parqueadas en la zona.

Los conflictos entre la comunidad y la fuerza pública se remontan a la construcción del puente a inicios del 2010, con disputas sobre la valorización de los lotes y la demolición de negocios locales. Cuando los ingenieros de Concreto S.A en compañía de la secretaría de Infraestructura y Espacio Público llegaron al barrio a socializar el proyecto, hubo discusiones acaloradas. También hubo desacuerdos por la valorización de los lotes a intervenir, como a menudo sucede en mega obras de este tipo.

“El cuadradero de buses de la ruta de Guayabal se encontraba en el costado occidental”, recuerda Paula García, presidenta de la acción comunal local. Ella vive con su familia en Cristo Rey hace 43 años. “Ahí está ubicada la pista de skate actualmente”.

Los habitantes del barrio han aprendido a valorar el puente de la 4 sur como un espacio de integración, comenta García. Sin embargo, el sentimiento de pertenencia no es generalizado entre los habitantes, especialmente padres de familias y adultos mayores, quienes aún tienen preocupaciones por la falta de seguridad.

Los casos de inseguridad fueron manifestados ante la alcaldía municipal, pero no obtuvieron respuesta favorable, cuenta García. Esta situación motivó a jóvenes y adultos a pensar en iniciativas para mejorar el espacio, como la construcción del Parque de Ruedas 4 Sur, conocido popularmente como pista de skate 4 sur.

“Vimos un espacio amplio, plano e idóneo para montar debajo del puente que nos cubría del sol y de la lluvia. Era un lugar especial”, cuenta Juan Urrea, uno de los promotores de la construcción de la pista de skate.

La propuesta de construir la pista de skate surgió en una de las Jornadas de Vida y Equidad de la Comuna 15, Guayabal, en el año 2013, este fue uno de los programas de gobierno del entonces gobernador de Antioquia Aníbal Gaviria. Para financiar el proyecto utilizaron recursos del presupuesto participativo de la comuna. Así como la intervención de 1.800 metros cuadrados del espacio público resultante de la construcción del puente.

“Estamos debajo de un puente que por lo general nunca pasa nadie, que se vuelve un nicho de inseguridad, pues mire el espacio tan espectacular que se hizo acá”, dijo Federico Gutiérrez ante los medios de comunicación presentes acerca de la obra concluida el 20 de agosto de 2016, dia en que inauguró el Parque de Ruedas 4 sur. Desde entonces este espacio deportivo recibe a diario a aficionados y profesionales de deportes extremos como el roller, el skate y el BMX.

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Parque de Ruedas 4 sur. Fotografía tomada por Javier David Giraldo Arias.

“El puente de la 4 sur me llama mucho la atención porque es muy bonito y la pista es muy bacana para patinar”, opina Juan Escobar, skater aficionado que atrajo la construcción de la pista de skate.

Juan Escobar curioseando con las drogas probó la marihuana. La consume desde los 14 años.

La Convención Única de Estupefacientes de 1961, la piedra angular de la política de drogas en el mundo, define a la marihuana como las sumidades, floridas o con fruto, de la planta de cannabis (a excepción de las semillas y las hojas no unidas a las sumidades) de las cuales no se ha extraído la resina.

Esta planta es conocida en el país como bareta, bareto, blon, cripy, cripa, hierba, marihuana, moña, mota, porro. Nombrada como la crespa o el crespo en íntimo vínculo del cuerpo con la planta. La crespa, femenina, mestiza de estas tierras. Llegó a América junto a otras plantas y personas como los esclavos africanos con sus hábitos ancestrales, así lo afirma Antonio Escohotado, abogado, filósofo españo y autor del libro Historia General de las Drogas.

El cannabis contiene tetrahidrocannabinol (THC), sustancia que altera la percepción de la realidad. Efecto conocido como “la traba” o “el viaje”. “Probé la marihuana con ganas de experimentar su efecto”, recuerda Escobar.

El consumo de marihuana a la vista de todos en su barrio influenció en esa búsqueda que, en algunos jóvenes, resulta necesaria para relacionarse. Entre los consumidores de cannabis existe la creencia de que la marihuana los hace sociables.

“La marihuana tiene un efecto que lo hace a uno más conversador, más hablador. La marihuana me aporta más sociabilidad”, explica Escobar. “Uno se acerca al parcero que está fumando y le pide un cuero para pegar el porro o le pide prestada una candela”.

Así inician muchas de las amistades cannábicas en parques como este, añadió. Esa sociabilidad permite contar con una red emocional y también de apoyo para enfrentar la situación de miedo que implica padecer la “marihuanofobia” presente en algunos grupos sociales y familiares. Escobar y yo conversamos acerca de su relación familiar desde que saben que es consumidor. Contó que, al principio su madre mantuvo una actitud precavida por temor de que abandonara el bachillerato. Hasta que lo asimiló y ahora acepta que él consuma marihuana.

“Ella decía que eso era para gente vaga, para gente que no le gustaba estudiar, ni trabajar, que nada más le gustaba la calle y ella pensaba que uno iba a consumirla e iba a terminar en un mal camino”.

La familia es la primera en alarmarse y vaticinar desgracias cuando descubre que su hijo anda consumiendo “vicio”. Por lo que muchos de los consumidores de marihuana prefieren hacerlo fuera de sus hogares. El conflicto por el consumo de marihuana en espacios públicos está centrándose especialmente en los parques, analizó Adrián Restrepo en su libro Ciudadanos Consumidores de Cannabis. Lo cual constituye una práctica vieja en Medellín. Herencia del narcotráfico, la violencia y el prohibicionismo, me dice el politólogo Kenny Pérez, otro interesado en el consumo de marihuana local.

“Para uno fumar sin miedo, generalmente tiene que contar con una moto para poder ir a los miradores o a los parques de los otros barrios. Así evita que algún conocido de sus respectivos barrios lo vea en esas”, agrega Pérez.

A propósito, Juan Escobar menciona que consume marihuana en su barrio, pero prefiere la 4 sur porque puede practicar con su patineta. Él frecuenta tres veces a la semana el lugar después de finalizar su turno laboral. Casi siempre solo, a veces acompañado. Su rutina consiste en practicar con su patineta en la pista de skate 1 o 2 horas por la tarde y remata con una traba en los andenes del puente mientras contempla la ciudad.

El espacio público permite la expresión de derechos y obligaciones en relación con las vivencias de quienes lo habitan. Vivencias que los marihuaneros asocian con episodios de persecución policial. Motivo de indignación que facilitó la conformación de colectivos cannábicos, grupos cannábicos y el surgimiento de activistas que encontraron en los parques el escenario para reclamar un mejor trato hacia ellos y la planta, explica David Ponce, quien se ha desempeñado por su labor como activista cannábico y caminante de los parques de Medellín desde mediados del 2000.

“En la ciudad había un montón de marihuaneros que no se conocían, que no se juntaban porque era difícil convocar una cata o armar un parche en un parque”, continúa Ponce, Don marcha como le dicen por ser uno de los promotores de la Marcha Cannábica en Medellín. “No era sencillo reunir información sobre la marihuana que nos ayudara a desestigmatizar su consumo antes de las redes sociales. Lo cual ha motivado a que hoy en día haya más presencia de marihuaneros en parques como el puente de la 4 sur”.

Juan Urrea no consume marihuana y no le molesta que otros lo hagan. Sin embargo, algunos padres y adultos mayores del barrio opinan diferente, me dijo el día que conversamos acerca del consumo de marihuana en la pista de skate.

“Está el papá que lleva al niño a que monte en la pista, pero ve ese ambiente y se asusta y piensan que lo van a robar y le van a volver a su hijo adicto”, comenta Urrea, “Así que prefiere que su hijo no se acerque a la pista por el ambiente”.

Antecedente suficiente para aquellos que promueven la política de drogas prohibicionista en el territorio, entre ellos el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez (2024-2027). Quien emitió el decreto 0044 de 2024 que establece las zonas y perímetros del espacio público frecuentados por niños, niñas y adolescentes donde estará restringido el consumo de sustancias psicoactivas, incluida la dosis personal, de conformidad con lo preceptuado por la Ley 1801 de 2016. Con el decreto emitido el 17 de enero de 2024, el alcalde goza de autonomía para intervenir zonas públicas como el puente de la 4 sur, excusado en que la legalidad de su accionar es por el bien común, para controlar el mal parqueo de motos, la venta de estupefacientes o supervisar el cumplimiento de dicho decreto.

Federico Gutiérrez durante su primer gobierno promovió medidas prohibicionistas del consumo de marihuana en el espacio público similares. Esta vez dijo que hará lo mismo. Y así sucedió. El operativo más reciente ocurrió el 29 de enero del 2024 en horas de la tarde. En dicho operativo, la policía y agentes de tránsito impartieron 73 comparendos a 65 motocicletas y a 8 carros, además inmovilizaron 2 vehículos y 6 motos que no portaban documentos o que fueron abandonadas por sus dueños en medio de la redada. También decomisaron 500 gramos de estupefacientes, informó el medio de comunicación El Colombiano.

“Yo no tengo problema con que fumen en el puente de la 4 sur, es un fenómeno imparable. Por eso desde la acción comunal hemos apoyado campañas de concientización del consumo consciente de marihuana”, opina Paula García al respecto pues, considera que estas intervenciones son contraproducentes al mensaje de convivencia que vienen promoviendo colectivos locales en los últimos años.

El consumo de marihuana en espacios públicos, aunque prohibido por la legislación, sigue siendo una práctica común, especialmente en parques y lugares como el puente de la 4 sur. Esto ha llevado a la formación de colectivos cannábicos y activistas que buscan desestigmatizar el consumo y promover un mejor trato hacia los consumidores con intervenciones artísticas como graffitis del tipo “fuck the police”, “aborta un tombo”, que evidencian el conflicto presente en el territorio. En los muros del puente hay graffitis filosóficos, poéticos, religiosos y restrictivos; “es mejor fumar y volar que amar y llorar”, "la felicidad no es un destino es la actitud con que se viaja por la vida”; “a veces el mejor refugio para la tormenta es la misma tormenta”; “Jesús murió por ti”, “Jesús vino por ti”, “satanás vive” y “prohibido orinar aquí”.

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Algunos graffitis en el puente de la 4 sur. Collage: Javier David Giraldo Arias.

Desde la perspectiva del sociólogo francés Pierre Bourdieu la posición ocupada en el espacio social es relevante para el análisis de estas transformaciones porque, “La estructura de la distribución de los diferentes tipos de capital, que son también armas, dirige las representaciones de ese espacio y las tomas de posición en las luchas para conservarlo o transformarlo”. De acuerdo con el antropólogo Pablo Gómez, resignificar es volver a darle un significado a algo, es decir, un sentido desde el lenguaje y el pensamiento. La resignificación no se limita al plano semántico, sino que propone modelos y formas de convivencia mediante el mantenimiento del equilibrio entre la persona, la comunidad y el territorio.

Tras casi una década de vida, el puente sigue siendo un lugar en constante transformación, en especial, relacionado con el consumo de marihuana. Muchos de los problemas asociados al consumo de marihuana siguen irresueltos, porque es un tema inconcluso en nuestra sociedad. De ahí que la intención de algunos ciudadanos y ciudadanas, colectivos cannábicos y juveniles de la comuna 15 y en especial de Cristo Rey es la de promover la convivencia y tolerancia en el espacio, a partir de la realización de eventos , artísticos, deportivas, comerciales y políticos como la Toma Cannábica de la 4 sur.

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Clausura de la Toma Cannábica de la 4. Fotografía: Javier David Giraldo Arias.

 

Territorio cannábico resignificado

Juan Saravia es dueño de la marca de repostería y setas cannábicas Juan Chocolates y es uno de los 25 integrantes de la Asociación de Comerciantes del Puente de la 4 Sur, organización económica solidaria registrada ante la Cámara de Comercio de Medellín. Él trabaja vendiendo productos derivados del cannabis en la zona desde hace 8 años. “Conocí la 4 sur en el 2018. En ese entonces pasaba vendiendo mis productos en mi moto a las pocas personas que me encontraba dispersas en las zonas verdes”, cuenta Saravia.

Él vive en la comuna Buenos Aires, oriente de la ciudad, con su esposa e hijo. Hace 25 años que consume marihuana. Tiene 39 años actualmente. Fue soldado profesional durante 8 años. Prestó su servicio militar en el ejército en el 2000. Luego continúo como soldado profesional hasta que pidió la baja en el 2010. Estuvo en 75 combates, resultó herido en 5 de ellos. Él cuenta que aquello le produjo estrés postraumático.

Durante esos años consumió marihuana y se interesó por los beneficios medicinales de la planta en la salud mental. El cannabis le ha ayudado en diversos aspectos de su vida, comenta. Se considera con orgullo un marihuanero, un curioso más de la planta, razón que lo ha motivado a integrar colectivos cannábicos como la Comunidad Cannábica Colombiana y Famihuana, colectivo cannábico de Cristo Rey. Este último colectivo realizó la Toma Cannábica de la 4 sur, evento cultural liderado por mujeres consumidoras de marihuana junto a varios comerciantes cannábicos del puente, incluido Juan Saravia.

La Toma cannábica de la 4 sur se realizó el 17 de septiembre de 2023 en horas de la tarde, en las zonas verdes del costado occidental del puente. Ese día, varios comerciantes cannábicos instalaron sus puestos en unos de los andenes adoquinados y ofrecieron toda clase de variedades hechas o alusivas al cannabis a las personas presentes en las zonas verdes y alrededores. Las organizadoras del evento hicieron varias intervenciones alusivas al consumo responsable de marihuana y el autocultivo.

El 14 de octubre del mes siguiente, se llevó a cabo el Juventudes Fest comuna 15, evento realizado por la mesa de Juventud de Guayabal con recursos del presupuesto participativo en colaboración con Famihuana, artistas locales y la secretaría de Juventud. Al respecto explica la psicóloga Karla Martínez que en la administración de Daniel Quintero, sucesor del primer gobierno de Federico Gutiérrez, hubo un cambio de enfoque sobre el consumo de drogas que facilitó a los profesionales adscritos a esa secretaría apoyar estos procesos que se vienen realizando en el puente de la 4 sur. Martínez es una de las 7 profesionales contratadas por esa dependencia municipal para abordar el tema, en colaboración con universidades y organizaciones locales.

Eventos culturales como las dos ferias cannábicas realizadas entre el 2022 y 2023,la Toma Cannábica de la 4 sur y el Juventudes Fest comuna 15 son algunas de las propuestas que evidencian las apuestas locales por mejorar la convivencia en este espacio público.

A pesar de las medidas restrictivas empleadas por el alcalde de Medellín, el puente de la 4 sur sigue siendo frecuentado por consumidores de marihuana, lo que plantea desafíos en términos de convivencia y gestión del espacio público. Mientras tanto, la lucha por el reconocimiento y los derechos de los consumidores de marihuana continúa en un contexto de prohibición y estigmatización, que no ha frenado a quienes promueven la resignificación del puente como territorio cannábico.

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