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event 14 Febrero 2022
schedule 30 min.
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¿Literatura femenina o pinkwashing editorial?

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En octubre de 2021 el Premio Planeta de Novela (uno de los más reconocidos en el sector editorial) fue otorgado a tres hombres que publicaban bajo el nombre de una mujer: Carmén Mola ¿Están realmente las grandes editoriales interesadas en publicar mujeres? Conversamos con Laura Ortiz Gómez, escritora, Mercedes Ortega, profesora de literatura de la Universidad del Norte y Selen Arango, crítica literaria feminista y profesora de literatura.

Por: 

Laura Rincón. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.
Oriana Uribe. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

Curso Taller de Medios IV. Profesor Walter Arias. Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

En los últimos años hemos presenciado un auge de las luchas feministas. En todos los rincones del globo las banderas púrpuras y verdes se han alzado para poner sobre el mapa las discusiones, exigencias y reivindicaciones que, históricamente, se han negado a las mujeres. El boom feminista ha permeado todos los escenarios de nuestra vida pública y privada, la literatura no ha sido la excepción. Cada vez hay más mujeres interesadas en leer a otras mujeres. Y, pareciera, cada vez hay más editoriales interesadas en publicar mujeres.

En los estantes de las librerías abundan los libros escritos por mujeres, incluso, hay secciones completas dedicadas a lo que, paulatinamente, se ha consolidado como una nueva categoría literaria, la literatura femenina. En octubre de 2021 el Premio Planeta de Novela (uno de los más reconocidos en el sector editorial) fue otorgado a tres hombres que publicaban bajo el nombre de una mujer: Carmén Mola.

 

pinkwashing

El suceso levantó ampollas, la lucha de las mujeres por escribir y leer otras mujeres ha sido ardua. Históricamente excluidas de la esfera pública y relegadas al ámbito privado, hemos tenido que pelearnos un espacio en las escuelas, las bibliotecas y las librerías.

La sociedad occidental cumplía 1800 años y las escritoras de la época seguían publicando con el nombre de sus esposos o bajo el rótulo de anónimo. Solo hasta el siglo XIX las mujeres pudieron reivindicar su oficio de escritoras, es decir, pudieron cambiar las cocinas por las letras y sostenerse económicamente de ello.

El premio de Planeta fue ampliamente criticado, que 3 hombres y una editorial se valgan de las conquistas del movimiento feminista para capitalizarlas a su favor, no es más que una oscura satira que reafirma la hegemonía masculina. ¿Están verdaderamente las grandes editoriales interesadas en publicar mujeres?

Para muchos, el suceso Planeta es un claro caso de pinkwashing o “Lavado Rosa” , término acuñado a las diversas estrategias de marketing dirigidas a promocionar productos o empresas apelando a su postura empática con el movimiento LGBTIQ+ y sus demandas.

¿Puede considerarse la categoría literatura femenina como una estrategia de pinkwashing? Primero, habrá que preguntarse qué es la literatura femenina y si existen condiciones materiales que delimiten su existencia como fenómeno literario. Conversamos con Laura Ortiz Gómez, escritora, Mercedes Ortega, profesora de literatura y Selen Arango, crítica literaria feminista y profesora de literatura.

En primera instancia, preguntamos ¿Crees que existe una literatura femenina? ¿Cuál es tu opinión de este concepto? Todas respondieron que no creen que exista algo denominado literatura femenina, sin embargo, difirieron en los conflictos teórico-prácticos que se desprenden de la consolidación de dicha categoría.

Laura Ortiz considera que, si bien hay una lucha innegable de las mujeres por el derecho a leer y a escribir, la categoría literatura femenina resulta difusa y difícil de enmarcar ¿escriben todas las mujeres lo mismo? ¿de la misma forma? ¿o desde el mismo lugar?

Es un no rotundo para ella, la conflictividad con el término está precisamente en que a través del mismo se delimiten los campos de creación y expresión de las narradoras y se les intente reducir a una “esencia femenina específica y determinada”. En sus palabras:

“Siempre me impresionó la escena con la que abre Virginia Woolf su texto Una habitación propia; en ella, la narradora intenta entrar a la biblioteca de una prestigiosa universidad y un hombre vigilante le niega el acceso diciendo " (...) que las señoras no podían entrar en la biblioteca si no iban acompañadas por un Miembro del Colegio o provistas de una carta de presentación." Esta escena encarna esa valla social que no permitía a las mujeres ni votar, ni tener propiedad, ni decidir sobre su cuerpo, ni participar de la expresión escrita y el pensamiento. Por supuesto hay en la historia de occidente mujeres increíbles que saltaron, forcejearon, rompieron la valla social, pero también caía sobre ellas un costo social muy alto. Entonces esta historia es innegable y pesa.

Sin embargo, el concepto de "literatura femenina" me parece complejo porque puede encerrar una serie de estereotipos, que parecieran hablar de una literatura menor. Cuando se habla de literatura femenina, se le suele asociar con temas de la vida privada, con lo íntimo, lo sentimental, lo amoroso, lo cursi, lo blando, lo emocional. Como si las mujeres solo pudiesen escribir desde la supuesta fragilidad de su mundo interior y no fueran capaces de una racionalidad nutrida y brutal, o incluso una emocionalidad rupturista.

Otra cosa que me inquieta cuando se habla de "literatura femenina" es comenzar a exigirle a las escritoras de ficción un feminismo panfletario, una corrección política e ideal en la construcción de sus personajes e historias. Creo que es suficiente gesto político que una mujer escriba e imagine lo que quiera y me parece peligroso ese movimiento policial en donde se espera que las mujeres solo escriban historias con moraleja sobre la opresión o la liberación de otras mujeres. Las escritoras deben ser libres para complejizar, plantear preguntas, ahondar en contradicciones y explorar los temas que las convocan, pues la literatura no es catálogo de seres bienpensantes e ideales que solo hacen el bien, sino que es un laboratorio de lo humano, con sus luces y sus sombras.

Así, no creo, que la literatura escrita por mujeres pueda ser agrupada temáticamente, no todas las mujeres escriben sobre lo mismo o desde el mismo lugar y bienvenido sea. Bienvenida sea esa selva tupida de voces diversas”.

En contraste con lo planteado por Ortiz, la profesora de literatura con enfoque de género, Selen Arango, sí considera que hay lenguaje femenino particular, rastreable en aquellas narrativas que irrumpen con la supremacía masculina en el mundo de las letras:

“No existe una literatura femenina, pero sí una forma del lenguaje femenina, y es ahí donde nos encontramos con la inflexión generada por la escritura femenina en ese universo narrativo dominado por los hombres blancos de clase alta, dominación presente en todas las epistemologías de todas las áreas del conocimiento. La literatura contemporánea lo que hace es sacar esa inflexión del lenguaje falogocéntrico, escindirla, cuestionarla, subvertirla, a través de unas formas del lenguaje en tránsito entre los masculino y lo femenino, entre la pulsión, el deseo, los sentimientos y los instintos, de un lado, y lo racional y lo convencional de otro”.

Para la profesora de literatura, Mercedes Ortega, se puede entender la literatura femenina como aquella escrita por mujeres, las mismas que, a través de sus luchas han resignificado la palabra feminino, la han despojado de los adjetivos romantizantes, de lo que los hombres piensan que es lo femenino, para llevarla a lo que las mujeres creen que es:

“Si entendemos lo femenino como algo propio de las mujeres, pues claro que hay literatura femenina, en el sentido de escrita por mujeres. Ahora, el adjetivo "femenino" se ha remitido normalmente a diferentes atributos o características que el pensamiento hegemónico en nuestras sociedades patriarcales ha considerado como tales a lo largo de la historia: lo sentimental, lo íntimo, lo romántico. Recordemos que la novela era considerada como femenina, por ejemplo, Madame Bovary. Eso es interesante y hay que analizarlo y valorarlo. Ahora, cada concepto o idea puede cambiar con el tiempo, y según quien se lo apropie, así que lo "femenino" es un adjetivo que ha sido resignificado, para indicar fortaleza, rebeldía, resistencia. Así que la literatura escrita por mujeres puede tener tantas características como mujeres hay en este mundo. Yo prefiero utilizar el término literatura escrita por mujeres, genera menos confusión”.

¿Quiere decir esto que solo las mujeres, con sexo biológico hembra, caben en el mundo de la literatura escrita por mujeres? Para Selen Arango es un no:

“Nos encontramos con la inflexión generada por la escritura femenina hecha, no solo por mujeres con cuerpos sexualmente biológicos hembra, sino con sujetos disidentes sexuales, como mujeres lesbianas, homosexuales, personas trans, intersexuales. Entonces, en vez de literatura femenina, nosostros preferimos posicionarnos desde una Crítica Literaria Feminista con deriva queer”.

Como hemos visto, a pesar de que hay posiciones disímiles en torno a la existencia de una lenguaje femenino particular, las entrevistadas coinciden en que la categoría literatura femenina es inapropiada ¿A qué se debe entonces el auge de libros escritos por mujeres en los estantes de nuestras librerías? ¿Escriben más mujeres hoy que 200 años atrás? ¿Hay un boom de escritoras?

Para Ortiz, no se le puede llamar boom, pero si hay una mayor visibilidad de las mujeres escritoras conquistada tras siglos de disputa con la hegemonía masculina en el terreno literario:

“Las mujeres hemos escrito desde siempre. Recordar que la primera persona que firmó un texto "literario" (eran himnos religiosos) fue una mujer, una sacerdotisa acadia, Enheduanna, en el 2300 antes de Cristo. Con el acceso de la mujer a la educación formal, a lo largo del siglo XX, se dio un consecuente aumento del número de escritoras, que sigue hasta hoy. Además, las luchas feministas desde hace décadas han puesto en cuestión al campo literario (tradicionalmente masculino y machista), y han hecho que las editoriales publiquen más mujeres, porque además hay un público más dispuesto a leerlas. Me uno a varias autoras que han investigado sobre el asunto, como Leila Guerriero, que afirman que boom, no hay, pero sí mayor visibilidad.”

Ortega, por su parte, sí considera que presenciamos un boom de la literatura escrita por mujeres:

“Siento que si se publican más mujeres y bienvenido sea! Creo que tiene que ver con unas luchas históricas muy largas y con esta nueva ola feminista que se comienza a colar en la cotidianidad. También tiene que ver con la habilidad de los mercados de tomar los temas del momento y volverlos productos culturales que se pueden vender”.

Con este último planteamiento, referido a la publicación de escritoras por parte de las grandes editoriales como estrategia de marketing , también coincide Arango:

“Es de conocimiento de todas que el capitalismo copta lo que mejor resultado económico le da, en la actualidad hemos visto un giro hacia los estudios de género, una perspectiva de género que ha sido obligada desde la institucionalidad. El verdadero Boom de las escritoras latinoamericanas fue a finales de los 80, de la mano de autoras como Cristina Peri Rossi, Elena Araujo, Marvel Moreno, Meira del Mar. Este boom de la literatura difiere mucho del boom editorial ¿Por qué? porque las editoriales siempre buscan lo mismo, ganar dinero, y entonces nos encontramos con que los gobiernos les están dando dinero a las editoriales, a través del Ministerio de Cultura, por publicar mujeres o personas disidentes sexuales.”

Entonces ¿quieren en realidad las editoriales recoger las letras de las mujeres y las sexualidades disidentes? ¿o sigue existiendo una brecha de género en el mundo editorial? Arango considera que sí, que las mujeres siguen siendo relegadas del mundo de las letras por su condición femenina y que, este fenómeno se va con más fuerza en campos como la poesía:

“Si, sobre todo en la poesía, es muy difícil que como poetas se nos publique en las editoriales, entonces se ha dado mucho el auge de las cartoneras, o el do it your self, hazlo por ti misma, que es un movimiento que viene en auge desde el feminismo, que pugna por la autopublicación, y eso incomoda porque la gente espera que el editor haga un filtro desde sus conocimientos de la calidad literaria de la obra, pero, como eso no sucede, porque nuestros textos ni siquiera son tenidos en cuenta, porque tienen nombre de mujer y es poesía, entonces nos toca auto-publicar o buscar una editorial independiente para hacerlo”.

Como hemos visto, son muchos los logros y también los desafíos de las mujeres por conquistar totalmente el mundo de las letras, lo importante es seguir caminando hacia allá, hacia a un mundo donde cada vez más mujeres lean a mujeres:

“Lo importante para mí es que las mujeres nos leamos, y se generen discusiones que enriquezcan nuestras vidas.Las nuevas generaciones, al ver más escritoras publicadas y leídas, pueden crecer con esos referentes y no tener que buscarlos con lupa, como nos ha tocado a la mayoría. Ahora, es importante leer mujeres diversas, de distintos orígenes, cuerpos y asignaciones étnicas, geográficas y socioculturales, sobretodo las menos visibilizadas: mujeres trans, mujeres caribeñas, lesbianas, africanas, obreras, queer” Mercedes Ortega

“Hay un interés genuino de las mujeres en leer a otras mujeres y eso me parece hermoso. Pues para atrevernos a crear necesitamos referentes, necesitamos construir nuestro canon. A mi, personalmente me vuela la cabeza, reconocer la calidad literaria brutal de otras mujeres que están triunfando en el mundo. Pero como ya te dije, me parece nocivo el concepto de "literatura femenina" si es que trae tras de sí estereotipos y sospecha.Creo que las mujeres escriben brutal porque la lengua es un patrimonio humano y creo que ahora están más en el mercado gracias a unas luchas históricas”. Laura Ortiz.