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PROYECTO DE CLASE
event 11 Mayo 2023
schedule 8 min.
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Liney Hoyos Martínez

Nataly Saray Guerrero Mosquera

Mónica Mosquera Escudero
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El hijo de Chucunate. “Una tradición hecha hombre”

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Desde el distrito de Turbo - Antioquia, Yarley Escudero, más conocido como "Happy Bullerengue" cuenta su experiencia de vida desde niño con las matronas del bullerengue y la adaptación del turbante a esta como parte del atuendo del bullerengue en el distrito de Turbo.

 

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Foto tomada de: Facebook Corazón de Tambó

Tres semanas consecutivas a ritmo de golpe de tambor y a punta de chicha fermentada hecha por las abuelas, puede parecer exagerado. Tal vez un poco surrealista. Pero sí, allá en el barrio Chucunate, cuando el Waffe aún era un cauce de aguas cristalinas, se podían oír los llamados del tambor y las cantaoras de bullerengue, o al menos,  eso es lo que cuenta el niño que se escondía debajo de las faldas de las matronas y quien se convertiría en el guardián de los saberes ancestrales de sus abuelas y tías bullerengueras. Este niño no solo aprendería de atarrayas y de pesca, de tambores y de baile, sino  la esencia misma de las mujeres que le enseñaron el amor por su raza, por su tierra, sus ancestros y por su bullerengue. Entre sus recuerdos más preciados siempre se encuentra en su memoria, a sus abuelas y tías cantando con sus polleronas y sus turbantes en la cabeza, y a quienes recuerda con su más profundo amor y admiración . Lo siguiente, es el relato de sus memorias, de las vivencias y prácticas  de sus antepasados en los primeros inicios de Turbo y de un legado otorgado por sus matronas en Chucunate. 

Eran los años 80 cuando de Cartagena desembarcaron un grupo de negros cimarrones de la isla de Barú, a la bahía de Turbo. La tierra de los humedales y de los manglares, la tierra del Pisisi.  Lugar donde ya estaban asentados un grupo de indígenas llamados “chú” quien dio pie al nombre de “Chucunate”.

Entre ese grupo de negros cimarrones, llegaron dos grandes familias. La familia Escudero y la Castillo. La primera, encabezada por Julián Escudero en compañía de sus cinco hermanos, Emilio, Primitivo, Juancito, Manuelito y Guillermo. Todos hijos de la misma dinastía, la dinastía Escudero.

Pero ellos no llegaron solos. Trajeron consigo el oficio de la pesca, sus pintorescas y coloridas artesanías, la sazón de las manos de sus mujeres negras, y su caminao. Pero sobre todo trajeron con ellos su canto y música alegre…, música al ritmo de los tambores.

Un ritmo que se haría hombre, con el nacimiento de Yarley Escudero Castillo un 21 de julio de 1986 en Chucunate, de la unión de Guillermo Escudero y Felicia Castillo, y quién 36 años después sería más conocido como “Happy Bullerengue”. Apodo que describe a la perfección esa sonrisa de oreja a oreja que siempre lleva en el rostro, o ese caminao sabroso como le llaman en Chucunate.

Este niño sería uno de los más grandes exponentes del bullerengue y la cultura afro para la región de Urabá. Hasta estudiantes de países como Inglaterra han llegado a su casa, en el barrio La Invasión del distrito de Turbo, interesados en esta cultura del bullerengue, con ganas de escucharlo cantar sus versos, verlo bailar al ritmo chalupiao (unos de los ritmos del bullerengue) y verlo estremecer el tambor con sus manos.

Y no es para menos, pues aprendió de los mejores en aquellas ruedas bullerengueras que acostumbraban a hacer sus ancestros afros, (sus abuelos, sus padres, sus tíos y tías), después de llegar de sus faenas en el mar (la pesca) y de hacer los quehaceres de la casa (la limpieza), porque en las ruedas no había distinción entre hombres y mujeres para versear. Esas ruedas concertadas que podían prolongarse por días seguidos hasta que se les hinchara los dedos de las manos o se les acabara la chicha, ese guarapo de piña bien fermentado.

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Foto tomada por: Nataly Guerrero

Entrevistador: _ ¿por días enteros?

Happy: _ sí, por días enteros.

Entrevistador: _ ¿y no dormían?

Happy: _ ¡que van a dormir esas abuelas, a punta de chicha fermentada por tres meses! Se ríe. Porque según ellos con eso afinaban la voz… Sin eso no cantaban.

Cuando los hombres retornaban a sus casas de la pesca, se bañaban con agua tibia para sacarse el frío que traían del mar, preparado con anticipación por las mujeres, para luego salir a las ruedas. Ninguna mujer salía de su casa hasta no dejar listos los quehaceres de su compañero, porque a sus maridos o esposos les llamaban así, “compañeros”. Y cuando ellas escuchaban treinta o cuarenta repeticiones del tambor llamador se apresuraban a terminar pronto y salir con sus comadres.

En ese entonces no importaba la uniformidad en los vestuarios. Las mujeres solo llevaban  unas polleronas que eran unas faldas largas a las que ellas llamaban “quelenquele”. Eso sí…, no podían faltar sus pañuelos y las “tablitas bullerengueras” que llevaban debajo del seno. Y cuando llegaban a las ruedas sacaban sus pañuelos y se cubrían la cabeza para protegerse del sereno, al que al parecer sus ancestros le tenían tanto miedo, pues sino se protegían podían coger el mal de frío y quedarse sin voz.

Happy era como un niño viejo, bien avispado, que le gustaba andar con los abuelos  de pesca, tejiendo sus atarrayas y fabricando sus tambores. Pero sobre todo detrás de las abuelas.

Entrevistador: _ ¿y qué te decían por pasar tanto tiempo detrás de las faldas de las abuelas?

Happy: _ me decían -Vas a oler a peo de vieja- y yo les respondía -¡¡Y a mí que me encanta el peo de viejo!!- Y me iba con mis matronas.

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Foto tomada por: Mónica Escudero

Y era tanto así, que en las fiestas patronales de los municipios vecinos cuando invitaban al grupo de Chucunate, Happy se escurría debajo de las faldas de las abuelas para asistir a los eventos, porque no permitían niños. Los del grupo de bullerengue ya no podían evitar preguntar por él a su abuela Mauricia Bello cuando no lo veían al momento de subir al carro -¿bueno Maure? le decían los viejos _¿y el que estaba pendiente,  el nieto tuyo que se hizo?_ Y ella les respondía -¡bueno y es que ustedes no saben que el nieto mío viene aquí abajo!- solo se daban cuenta cuando ya habían llegado a su destino. Fue así, por andar detrás de sus faldas que Happy adquirió tanto conocimiento de ellas, y sobre ellas.

Happy pasó de esconderse debajo de sus faldas y se convirtió en la persona encargada de llevarles las pañoletas y las flores de bonche para ponerse en la cabeza. Doña Eustiquia Amaranto era una de esas tías que él recuerda que le decía: -“¡Sobrino! ¡Búscame mi bonche!”- y él salía corriendo a buscarlas para ella, para su abuela, y sus tías. Esas flores que acostumbraban a llevar puestas como tocado en la cabeza, y con el que se sentían únicas, bonitas y a la vez más atrevidas en ese baile de coqueteo entre el hombre y la mujer. Porque en el bullerengue más que expresar sus vivencias y sus historias con cada verseo, era una especie de ritual de enamoramiento, en el que la mujer responde al ritmo del tamborero, mientras su compañero de baile intenta alejarla de los encantos y embrujos del llamador (tambor pequeño). Cuando la mujer se ponía  el bonche hacia atrás, significaba que estaba libre y dispuesta a irse con el pretendiente; si la llevaba hacia la derecha, significaba que estaba casada, y a la izquierda significaba que estaba soltera…, que estaba libre.

Aunque la flor de bonche es reconocida por hacer parte del vestuario bullerenguero desde sus inicios, no siempre fue así. Las mujeres de ascendencia afro por historia han estado ligadas y acostumbradas a llevar ese retazo de tela o trapo, como otros le suelen llamar, en sus cabezas. Es por eso que siempre que salían a sus ruedas de bullerengue llevaban con ellas sus pañuelos, los cuales podían trenzar o hacerle diferentes estilos, e incluso, imitar la flor de bonche. Y es que esos trapos tenían su propio nombre, se llamaban turbantes.

“Happy” recuerda cómo sus matronas eran tan cuidadosas con sus turbantes. “Cuando llegaban de una rueda se los quitaban y las volvían a guardar en sus baúles. Las mujeres de antes eran muy cuidadosas con sus cosas” dice Happy mientras la piel se le eriza y sus ojos se ponen llorosos al recordar, pues algunas de ellas ya no están en esta vida.

Eustiquia: _ “cuando yo conocí el bullerengue lo conocí con flor, no con turbante. El turbante lo vine a conocer después, eso fue en 1940”.

Entrevistadora: _¿usted prefiere el turbante o la flor de bonche en el bullerengue?

Eustiquia: _ yo prefiero la flor, porque con la flor es como yo lo conocí, y así me gusta con esa flor hermosa. Pero el turbante también es bonito.

Así es como doña Eustiquia Amaranto Santana con casi 95 años de edad, recuerda el turbante como parte de esta tradición. Hoy en día es muy común y utilizado por las mujeres bullerengueras por lo que decía Happy; se les cae menos.

Fue también de mano de ella de quien se impregnó del amor por este baile cantao de pregones y respuestas a ritmo de tambor, pero sobre todo, de su abuela Mauricia Bello, a quien Happy no puede más que recordar con nostalgia. Una mujer sabia, que además era partera y maestra del bullerengue, de la cual aprendió mucho y la que siempre le recalcó que sería el heredero del legado del bullerengue, como también se lo había mencionado una de sus tías, Marcelina Sabina Escudero, a quien de cariño le llamaba “marche”.

No hay si no que verlo y escucharlo narrar la historia de sus antepasados, que recuerda con ese gran amor, respeto y orgullo, cada vez que camina por ese barrio del distrito de Turbo, marginado por la pobreza y olvidado por sus gobernantes, ese barrio llamado Chucunate, el cual parece que nadie se acuerda del registro histórico que guarda cada una de sus esquinas, y del que “Happy” no puede más que hablar con amor.

Happy: _ a Turbo lo muestran como una tierra llena de cultura, pero en realidad no le invierten ni un poquito en ese ámbito.

Y cómo no hablar de Chucunate con amor, si fue allí donde comenzó todo, donde llegaron los negros cimarrones cantadores, bailadores y tamboreros, donde se hicieron las primeras ruedas de bullerengue en Turbo, donde bailaron las mujeres verseadoras y totumeras, y donde se ha asentado el gran legado de la dinastía Escudero.

Es por eso que “Happy bullerengue” defiende por encima de todo, sus tradiciones y costumbres como afro, cuando hoy en día en eventos de bullerengue como los que se hacen cada año desde 1988 en Puerto Escondido, Córdoba, y quienes celebraron su 35 Festival Nacional de Bullerengue en 2022, y en el que según “Happy”, ya no quieren aceptar el turbante como parte del atuendo en el bullerengue, sino la flor de bonche. Porque dicen que el turbante es de la región de Urabá.

Entrevistador: _ ¿estás de acuerdo con esta regla que quieren poner los organizadores de bullerengue?

Happy: _ no estoy de acuerdo, el turbante es importante para las mujeres afro porque aparte de que las hace ver bonitas, también las identifica. Así como el Togo tiene su significado para mí. Más que por estilo o por jerarquía, es por respeto con nuestros ancestros y nuestra identidad como afros. El Togo tiene su significado en que cada hombre es mi hermano. Eso se representa en sus colores, amarillo, rojo y negro, así mismo, es el turbante para las mujeres ahora.

Entrevistador: _ ¿qué significado tiene el turbante? ¿Cómo se sienten las mujeres al usarlo?

Happy: _ el turbante es identidad, fuerza, ellas se sienten bellas y empoderadas cuando lo usan, muchas mujeres comenzaron a ver la elegancia de las bailaoras de bullerengue y de otras mujeres afro cuando portaban el turbante y se motivaron a usarlo. La profe Tomasa, del colegio el Idem del distrito de Turbo, es una portadora orgullosa de su turbante, que tiene un buen estilo. Así lo contagia a otras.

Entrevistador: _ ¿quién es Happy Bullerengue?

Happy: _ es un cultor, cantautor, bailador y formador. Es patrimonio y es dinastía. Es el hijo de Chucunate.

Este relato se escribe para dar cuenta de una parte de la historia de esta prenda ahora llamada turbante, desde la tradición de una comunidad de mujeres bullerengueras, que comenzaron a utilizarlo más que por un estilo, por protección. Hoy en día pueden existir turbantes con diseños más elaborados y confeccionados en diferentes tipos de tela, colores y diseños, pero del que nunca se puede dejar en el olvido su carga histórica y representativa de las mujeres negras.

*Este relato se construyó con la información aportada por Yarley Escudero Castillo quien aportó la mayor información posible. Y de doña Eustiquia Amaranto Santana, Beatriz Moya; coordinadora del actual grupo de bullerengue de Yarley (Happy) Corazón de Tambó. Así como de otras personas relacionadas con el personaje principal, pero que no se mencionan en el texto.

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