DLU LAB
event 30 Marzo 2023
schedule 16 min.
email Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.
share

RastrOjeando

format_textdirection_l_to_r

Ojear es poner cuidado, echar un vistazo, estar atento. Mirar arriba hacia los frutos de los árboles, abajo a las raíces de las cosas, hacia las matas, las hierbas, los arbustos, hacia esas plantas enredadas, escondidas, que sirven para esto o para lo otro. 

portada

En la comunidad de paz de San José de Apartadó se trabaja la tierra, se siembra, se cosecha, se conoce la tierra, se estudia el campo, se aprovecha la tierra con todo lo que puede brindar, que es mucho. 

Rastrojo se le llama a la parte baja de las cañas que queda en los terrenos maduros después de cortar la cosecha, lo que sobra de lo que sirve. Rastrojo también se empieza a llamar el terreno después de ese corte y antes de la nueva cosecha, también se usa a menudo para nombrar a un vegetal de poco valor que crece por ahí, o a esa maleza que crece entre el piso y solo está ahí para ser marcada con la suela. 

En la comunidad de paz se sabe por donde se pisa, se lleva el rastro, se conoce el suelo y lo que crece en él; casi no se va al hospital y se tratan las enfermedades y molestias con lo que “crece por ahí” y brinda la tierra, con lo que se ha estudiado y se ha aprendido.Caminar y pensar que “todo eso no es rastrojo” eso es estar #RastrOjeando.

 

Un antídoto de piedra negra

La piedra negra llegó a la Comunidad de Paz desde África, “La trajo una misionera que visitó La olandesa” dice Brígida González -La holandesa es el nombre del terreno que ocupa la finca de San Josesito de la Dignidad, entre los terrenos de la Comunidad de paz-. La misionera les habló de las propiedades curativas que poseía ese pedacito negro; tan brillante, pulido y fragil. Sin embargo, durante un tiempo, la comunidad no utilizó esta piedra para acceder a su antídoto y la piedra estuvo rodando de aquí para allá en los bolsillos del hábito de la misionera, caminando los largos caminos calientes por el sol que conforman toda la comunidad de paz.

Piedra negra
        

Piedra negra curativa hecha con pata de res en la CDP de San José de Apartadó. 

Es difícil creer en aquello que apenas conocemos ¿no?, lo nuevo, lo diferente, todo eso que nos hemos visto y no hemos oído mentar siempre nos genera desconfianza, siempre nos confronta entre todo lo que creemos que somos y lo poco que conocemos. La piedra negra traída de África por la misionera es un antídoto contra las picadura de serpiente, y aunque la comunidad no tiene algo así como un antídoto, sí tenía ya un tratamiento a base de plantas1contra el veneno de las serpientes que se pueden encontrar en estos suelos calientes del Urabá Antioqueño.

 En el proceso de reconocer la piedra como parte de su catálogo medicinal, la comunidad pasó por varias charlas, tiempo y picaduras de culebra en muchos miembros. 

Para preparar la piedra negra es necesario tener una pata de res, pelada, organizada y bien lavada. Primero se deben cortar todas las coyunturas de la pata, incluyendo la parte trasera que es de donde sale principalmente la piedra. Después de hacer estos cortes se parte con una pulidora la pata en 4 pedazos y empieza: raspar, raspar y raspar hasta que quede bien planita. Después de tener los cuatro pedazos totalmente planos, se guardan en un recipiente seguro y luego se prende el fogón: se parte la leña seca, se corta en bastillas, se amontonan, se les da candela, se soplan con la boca y con una tapa hasta que hay la suficiente llama para colocar palos grandes que mantengan el fuego encendido todo el tiempo que se necesite. 

Con el fogón caliente se ponen las cuatro piedras juntas en una parrilla para empezar el proceso de quema. Las piedras al llevar un tiempo en el fogón sueltan un humo gris; para saber cuándo está lista la piedra, usted debe seguir las transiciones del color del humo. primero sueltan el humo gris, como el que sale de las chimeneas o de cuando se cocina en los grandes fogones de adobe y cemento que hay en la comunidad. Luego sueltan un humo negro “como si se estuvieran chicharroneando”, explica Brígida, vuelven al humo gris tipo chimenea-fogón y para terminar, sueltan un humo blanco y ahí, en ese momento, es cuando se deben bajar del fogón. Para que la preparación termine bien se deben dejar enfriar las piedras antes de guardarlas, porque si se guardan calientes se pueden quebrar; una vez estén frías, se guardan en un recipiente con tapa y aserrín, o se pueden envolver en papel higiénico.

En caso de llegar a necesitar la piedra hay que seguir un procedimiento que ha repetido la comunidad por varios años, para que haga efecto y se conserve la piedra. No está demás aclarar que antes del procedimiento hay una cosa esencial, para la piedra y para todo, la disposición. Si usted se desespera, se asusta, se malviaja y desconfía, lo único que va a hacer es empeorar la vuelta y a lo mejor estropear el antídoto -ojo que esto aplica para la vida en general- uno entiende que una picadura de serpiente no es cualquier cosa, la vida tampoco, pero aún así hay que mantener la calma. Volviendo al procedimiento: primero, se le debe poner la piedra a la persona que fue picada por la serpiente en el punto preciso de la picadura, ahí la piedra se pega de la piel como un imán a una nevera. Ella se queda ahí extrayendo el veneno y ¡ojo! no se debe forzar, ella solita se suelta cuando ya está cargada con todo el veneno -eso sí, hay es que estar poniéndole cuidado-. El procedimiento que sigue es vital si quiere conservar la piedra para después: se debe poner en una vasija, exclusiva para este procedimiento, y echar agua tibia; a la media hora ella empieza a burbujear, a echar un gas como el que sale del Alka Seltzer o Sal de frutas Lua, en ese momento se le debe echar leche tibia y dejarla ahí durante una hora. Pasada la hora se lava la piedra muy bien lavada, ojalá con agua hervida, y se pone a secar donde le de buen aire.

Para mayor seguridad, se le debe volver a poner la piedra a la persona y si se vuelve a pegar de la piel es porque todavía quedaba algo de veneno. Cuando se suelte nuevamente la piedra, se debe repetir el proceso anterior. En el momento en que la piedra ya no se pegue de la piel, puede relajarse; todo el veneno salió del cuerpo. Ojo con el lavado de la piedra, es bastante importante hacerlo bien si la quiere utilizar todas las veces que salga por ahí, y en una pisada, una culebra, en un despiste, le llene la sangre de veneno clavándole los dientes.

 

ARTÍCULOS RELACIONADOS
Especial: Soberanos

En las estribaciones de la serranía de Abibe, en el Urabá Antioqueño, un grupo de estudiantes de Periodismo v... format_textdirection_l_to_r

Luchar con la vida por la vida: Comunidad de Paz de San José de Apartadó

Cuando los docentes de Producción y Géneros Periodísticos II e Investigación Periodística II anunciaron que iríamos a la ... format_textdirection_l_to_r