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La música parrandera es un género musical que hace parte de la cultura e idiosincrasia colombiana. Esta mezcla atípica de sonidos, provenientes de las regiones caribe y pacifico, sumado a la tradición oral del campesinado, ha acompañado por décadas los momentos más especiales de los colombianos. Sus ritmos alegres, letras atrevidas y picarescas han permeado y llegado a las casas de toda la población: en el bus, en la carnicería, en la tienda del barrio, en la encerrona de la cuadra a fin de año, en el cumpleaños del tío, en el bautizo del sobrino, en todas las festividades, por peculiares que sean, siempre suena una de estas canciones parranderas. ¿O quien no ha bailado al ritmo de Octavio Mesa?
La música parrandera sigue vigente pese a las transformaciones de la música en todo el mundo y a la incursión de nuevos géneros como el reguetón. Aún conserva en sus venas las características sonoras con las que nació: el timbal, la carrasca, la guitarra y el bajo. Los cambios son pocos, tal vez porque este género apela a la nostalgia.
La música parrandera se comenzó a grabar entre los años 40 y 50 del siglo XX con la llegada de las disqueras a Medellín. Artistas como Guillermo Buitrago, Octavio Mesa, Gildardo Montoya, entre otros, le dieron reconocimiento en la escena musical. La posicionaron comercialmente en Antioquia y el Eje Cafetero. La época dorada fue entre las décadas del 60 y 80.
La producción disminuyó en los años siguientes tras la incursión de nuevos géneros. Sin embargo, la música parrandera aún ocupa un lugar privilegiado en el menú sonoro de los colombianos, no solo en diciembre sino en cualquier momento del año.
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