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event 10 Octubre 2020
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UdeA: el papel de la tecnología en la pandemia

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La pantalla, los audífonos, el celular, el computador son nuevos compañeros permanentes en la llamada “nueva normalidad”.

Las paredes del cuarto, de la sala y de otros espacios de la casa que rodeaban las actividades personales y familiares ahora también rodean el trabajo o el estudio. La pandemia ocasionada por la covid-19 ha impuesto las clases a distancia. Algunos creían que esta era una situación de días o semanas, pero no; las clases continuaron virtuales hasta finalizar el primer semestre de 2020 y tuvimos que aceptar que el segundo sería igual.

Las universidades siguen pensando cómo contrarrestar esta situación. En un Facebook Live, desarrollado el 9 de junio, que reunió a los rectores de las universidades públicas y privadas de Medellín pertenecientes al grupo denominado G8, se habló de medidas que se tomarán para el segundo semestre académico. Los rectores de las universidades privadas acordaron protocolos de bioseguridad para que los estudiantes retornarán a los campus y alternaran con la virtualidad, mientras que rectores como John Jairo Arboleda, rector de la Universidad de Antioquia, afirmaron que solo retornarán aquellos que necesiten asistir a laboratorios.

La Universidad de Antioquia ha adoptado la modalidad de “clases presenciales mediadas por la tecnología” y no clases virtuales como algunos las han denominado. Los espacios de estudio han cambiado, las sensaciones también. Según la última encuesta del Observatorio de la Agencia Superior de Educación de Medellín (Sapiencia) para junio el 84 % de los estudiantes de la Universidad de Antioquia han experimentado incertidumbre, ansiedad y preocupación durante la pandemia.

La Universidad de Antioquia ha adoptado la modalidad de “clases presenciales mediadas por la tecnología” y no clases virtuales como algunos las han denominado.

La Universidad de Antioquia cerró sus campus el domingo 15 de marzo de 2020. Una de las problemáticas que debía resolverse, si se pretendía finalizar el semestre académico, era la conectividad y la accesibilidad a tecnologías por parte de estudiantes y docentes. Según la Universidad de Antioquia se entregó en préstamo 627 computadores y tabletas para contrarrestar algunos de los problemas técnicos de estos estudiantes.

Carlos Chaparro, director de Sapiencia de la Alcaldía de Medellín, asegura que se realizó una compra de 3000 computadores que se entregarán el próximo semestre a las tres instituciones de educación superior del municipio: Universidad de Antioquia, Universidad Nacional sede Medellín y Politécnico Jaime Isaza Cadavid. A la Universidad de Antioquia le corresponden cerca de 1400 equipos. Esta medida de choque, como el mismo Chaparro llama, pretende solucionar la necesidad de herramientas tecnológicas de algunos estudiantes. Sin embargo, como lo dice Jorge Fernando Zapata, doctor en Educación y profesor de la Universidad de Antioquia, la carencia de estas herramientas “no es una causa sino una consecuencia” de las circunstancias socioeconómicas de estos estudiantes.

“Solucionismo tecnológico”

Alejandro Uribe, doctor en Filosofía y pedagogo, opina que “al inicio de la pandemia las universidades cayeron en el error de lo que él denomina ‘solucionismo tecnológico’, al creer que la educación es un problema técnico que se resuelve con una aplicación, una plataforma, un programa, un software”. Agrega que los estudiantes están recibiendo una educación de emergencia porque “casi el 100 % de los profesores lo que hicieron fue acomodarse con su planeación de una modalidad presencial en un contexto virtual”.

Desde Ude@, plataforma de educación virtual de la Universidad de Antioquia, se están diseñando estrategias para el próximo semestre. Doris Ramírez, directora de Ude@, explica que habrá un fortalecimiento en la capacitación a profesores para que “identifiquen el potencial de estas tecnologías” y “diseñen sus cursos en un espacio virtual de aprendizaje”. Ejemplo de ello es Con TIC Aprendo, una herramienta web diseñada para que los estudiantes potencien habilidades en aprendizaje autónomo, en contexto de las nuevas tecnologías, en trabajo colaborativo, entre otras.

“En el aspecto de las tecnologías nos cogieron supremamente quedados, y en la aplicación de la tecnología en el proceso de aprendizaje peor todavía”, opina Carlos Chaparro.

Entre todas las problemáticas que existen para la educación en confinamiento, la brecha digital se convierte en un factor determinante para el acceso a las TIC y la alfabetización digital. Al respecto te invimos a escuchar el siguiente podcast.

 

La pandemia sirvió como medidor para distintas esferas de la sociedad, entre ellas, la educación universitaria. Carlos Chaparro insiste en que “en el aspecto de las tecnologías nos cogieron supremamente quedados, y en la aplicación de la tecnología en el proceso de aprendizaje peor todavía”. Según datos de Sapiencia, para junio, el 31 % de los estudiantes de la Universidad de Antioquia se siente satisfecho con las clases mediadas por la virtualidad y el 43 % se siente poco satisfecho.

 

Consulta los efectos que la pandemia ha tenido sobre los estudiantes de educación superior.

En ese sentido, Iván Gómez, director de Educación de Proantioquia, hace énfasis en la importancia del buen profesor, aquel “que genera espacios o ambientes de aprendizaje para posibilitar el conocimiento; pero si eso, de alguna manera, es difícil de generar en un ambiente físico, la complejidad en un ambiente virtual es mucho más grande”. Doris Ramírez va más allá, asegura que “el modelo de educación que hemos utilizado es un modelo tradicional y transmisionista, no es la tecnología la que está produciendo estas dificultades, sino los modelos que hemos instalado en la educación”.

“El modelo de educación que hemos utilizado es un modelo tradicional y transmisionista, no es la tecnología la que está produciendo estas dificultades sino los modelos que hemos instalado en la educación”, opina Doris Ramírez.

¿Aula invertida?

Alejandro Uribe precisa que “no hay que confundir los datos de que la mayor cantidad de tiempo que pasan muchas personas conectadas, particularmente los jóvenes, es un indicador de que estén conectados en términos de formación”. Los profesores tendrán que sacar su espíritu creativo, como Uribe lo llama, para adaptar su metodología y pedagogía a los espacios virtuales. Un error que no se debe seguir cometiendo, según Uribe, es que la duración de los encuentros ya no puede ser igual que en la presencialidad, que duran dos y cuatro horas.

El 35.9 % de los estudiantes de la Universidad de Antioquia para junio no lograron adaptarse a clases virtuales, según Sapiencia. El exdecano de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, Carlos Arturo Soto Lombana, hace mayor precisión sobre el tiempo que se debería utilizar para estos encuentros: “Estoy de acuerdo con aquellos expertos que mencionan que una clase hoy, a través de estas mediaciones y en esta concepción de presencialidad con acceso remoto, debería tener un estándar de 20 minutos, con un trabajo previo y un trabajo posterior con el estudiante”.

“...esta concepción de presencialidad con acceso remoto, debería tener un estándar de 20 minutos, con un trabajo previo y un trabajo posterior con el estudiante”, afirma Carlos Arturo Soto Lombana.

Según Soto Lombana este modelo, denominado aula invertida, aumenta el tiempo para que el estudiante prepare materiales, haga ejercicios, resuelva talleres y se centre en los momentos sincrónicos entre profesor y estudiante para debatir, resolver dudas y darle mayor lugar al estudiante. “Si nosotros enfocamos la docencia en la virtualidad desde este concepto de aula invertida, desde mi punto de vista, se promueve más el trabajo independiente del estudiante”, agrega Soto Lombana.

Que el estudiante gane en autonomía no lo tiene muy claro Alejandro Uribe, para él parece ser la excepción y no la regla, lo cataloga como un mito, como “una creencia de que basta con tener contenidos disponibles para que haya una autoformación de las personas, que si uno tiene acceso a internet tiene acceso a una gran biblioteca universal y, por lo tanto, la formación autónoma se va a desplegar, eso es falso y erróneo”; parece más una presunción optimista, una visión poco realista, más bien, afirma Uribe, “estudiar implica esfuerzo y esta situación en la que estamos implica doble esfuerzo”.

Otras preocupaciones

Uno de los espacios más queridos por los estudiantes de la Universidad de Antioquia es su campus central, un sinfín de mundos diversos confluyen, un campus como un museo, un espacio que permite la integración de programas de bienestar, un lugar cargado de aprendizajes, no menos importantes que los del aula de clase. La covid-19 ha reducido la educación a aulas virtuales, como Alejandro Uribe lo plantea: “La pandemia ha subrayado que la educación, entendida en su dimensión macro, es lo que más se extraña en esta situación porque la hemos reducido a esto: a dar clase”.

Al respecto, algunas estudiantes nos narraron sus testimonios:

 

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Testimonio Mariana Gallo
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Soto Lombana está de acuerdo con que el hecho de asistir al campus no es reemplazable, pues “el valor agregado que la universidad le aporta a sus estudiantes, además de la planta de profesores, las clases que dan y los profesores que tiene, es la posibilidad de vivir el campus y gozarlo al máximo”. Esta situación “es una pérdida bastante grande que tenemos nosotros”.

La pandemia ha subrayado que la educación, entendida en su dimensión macro, es lo que más se extraña en esta situación porque la hemos reducido a esto: a dar clase

Para los docentes también ha supuesto todo un reto, tal y como lo afirma Jorge Zapata, doctor en Educación, evaluar en estas condiciones desde la distancia es complejo, puesto que si “hay estudiantes que tiran a hacer trampa con el profesor en las narices, ahora fíjate en unas circunstancias como esta”. Zapata resalta la evaluación comprensiva basada en otras formas como la exposición, la conversación, la sustentación, metodologías que den cuenta de que hubo incorporación de conceptos, de que sí se aprendió o no.

La directora de Ude@, Doris Ramírez, es escéptica a un cambio en la evaluación y la calificación, pero resalta que los profesores “están entendiendo que la única forma no es el quiz, el parcial, sino que hay otras maneras de evaluar. Creo que aquí se van a dejar líneas esbozadas de otras formas de evaluación posible en la universidad”.

“Realmente el proceso no garantiza calidad”, afirma Soto Lombana.

Los datos de Sapiencia arrojan que para junio el 75 % de los estudiantes de la Universidad de Antioquia se identifican con que la educación virtual tiene más desventajas que ventajas. Por lo que a Carlos Chaparro también le preocupa la calidad de la educación en este nuevo escenario, piensa que se está arreglando un problema para continuar el semestre académico con planes de choque, pero “realmente el proceso no garantiza calidad”. Chaparro advierte que el hecho de que “no exista calidad no se le puede atribuir al proceso en sí, sino al enorme grado de poca preparación de nuestros docentes y de nuestros alumnos para abrirse a un escenario como el de hoy”.

Es evidente que las herramientas digitales han sido el gran aliado para continuar con las clases en esta pandemia. Sin ellas sería mayor la dificultad, pero la otra cara de la moneda muestra los problemas que ya mellaban a la educación y que se anidan a las dificultades causadas por las clases a distancia. Así, la pandemia dejará a la universidad una experiencia en torno al uso de las nuevas tecnologías, una reflexión sobre la pedagogía y metodología; pero lo que aún no se sabe con certeza es cuándo volverán los estudiantes al campus, ni tampoco qué tanto aprenderán.

¿Se reinventará la universidad?

Mira a continuación nuestra videocolumna al respecto de una posible reinvención de la educación superior, específicamente en el caso de la Universidad de Antioquia.

 

Esta investigación hace parte del especial Entreabierta: Colombia en pospandemia. Para consultar otros contenidos sobre la educación y sus afectaciones por el coronavirus y el confinamiento te invitamos a ver Educación rural: un desafío en pospandemia y Pandemia y educación rural: retos inesperados

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