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DLU LAB
event 01 Octubre 2020
schedule 43 min.
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Por:
Juan José Díez
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Ana María Ortega
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Miguel Ángel Rojas
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¿Y la plata para los varados?

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Los colombianos que se encontraban en el exterior, ya fuera por turismo, estudios o residencia, se quedaron sin la oportunidad de retornar al país cuando el 23 de marzo, mediante un decreto presidencial, se restringió el ingreso y salida de pasajeros por vía aérea. Muchos de los que no han podido regresar y no tienen certidumbre de cuándo lo harán, se han acercado a las diferentes embajadas y consulados en busca de ayuda para solucionar su situación en el país donde se encuentran.

El 8 de abril se realizó el primero de los vuelos humanitarios para repatriar colombianos, se trató de uno procedente de Emiratos Árabes con destino a Bogotá, que transportó 56 connacionales. La poca disponibilidad, así como el difícil acceso a ellos por parte de los colombianos, ha sido uno de los principales agravantes de la situación de los compatriotas varados en el extranjero. Estos vuelos no son subsidiados por el Estado, su costo es elevado y las labores diplomáticas necesarias para su programación son extensas.

Si te interesa saber más sobre las dinámicas de los vuelos humanitarios durante la pandemia de la covid-19, visita Vuelo de suerte.

Cerraron fronteras; ¿ahora qué hago?

Andrea Luna es una estudiante de maestría en Estudios de Paz que reside en Tokio, Japón, desde 2018. Ella hace parte de los nueve colombianos y colombianas que recibieron apoyo de alimentación o alojamiento por parte de la Embajada de Colombia en Japón.

 

Vivienda en Tokio   Andrea Luna

La calle de residencia de Andrea Luna en Tokio al anunciarse la pandemia. Cortesía: Andrea Luna

Esta embajada recibió, del Fondo Especial para las Migraciones (FEM) de la Cancillería, 13.860 dólares para apoyar a los colombianos que todavía no han podido volver al país, así como 2800 dólares del Fondo Rotatorio de la misma entidad. En la respuesta que recibimos por parte de la embajada, se nos informó que hasta el 17 de agosto se habían destinado 8230 dólares para pagar el alojamiento y la alimentación de nueve connacionales.

Andrea relata que la embajada se comunicó con ella en cuatro ocasiones para brindarle información sobre los vuelos humanitarios y, otras dos veces, ofreciéndole una caja con alimentos e informando que, si lo necesitaba, podía recibir almuerzo en un restaurante. Ella solo tiene la posibilidad de regresar al país en un vuelo programado para octubre, a pesar de que su visado vence en septiembre.

Desde que se encuentra en Japón, su sostenimiento corrió por cuenta propia y gracias a la beca que le permitió hacer la maestría en Estudios de Paz. Aunque sus estudios finalizaron en junio, la organización que la becó, Rotary Internacional, decidió apoyarla económicamente hasta agosto. Desde entonces Andrea consiguió tres trabajos de medio tiempo: impartiendo clases de inglés y español, así como vendiendo castañas, para poder mantenerse hasta su vuelo en octubre.

Pero hay connacionales, como Stacy Taborda, que han tenido, incluso, mayor dificultad para acceder a la asistencia por parte de embajadas y consulados. Stacy es una colombiana apasionada por los viajes, que igual tiene un hogar y una familia en Medellín con la que esperaba reencontrarse el 15 de abril.

Está en Cantabria, España, desde el primero de marzo de este año. Viajó con el propósito de visitar a su compañero sentimental, quien además le ayudaría con los gastos económicos durante su estadía. Tenía planeado quedarse diez días en una habitación alquilada cerca del lugar donde reside su pareja, para luego continuar recorriendo la región. Con el cierre de fronteras aéreas se vio obligada a permanecer allí por más tiempo, aunque siguió siendo apoyada económicamente por él.

Pero hay connacionales, como Stacy Taborda, que han tenido, incluso, mayor dificultad para acceder a la asistencia por parte de embajadas y consulados.

 

Stacy Taborda

Stacy Taborda recorriendo las calles de Cudón, Cantabria, pueblo en el que se quedó varada. Cortesía: Stacy Taborda

Después de intentar contactar a la embajada, sin ningún resultado, pudo comunicarse con el Consulado en Madrid durante las primeras semanas de mayo y, aunque le informaron que se estaban entregando apoyos económicos y creando listas para vuelos humanitarios, no la asistieron porque su circunscripción no cubre la zona en la que ella se encuentra. Solicitaron sus datos y los remitieron al Consulado de Colombia en Bilbao, que tiene concurrencia en Cantabria. Allí le pidieron que enviara un correo electrónico con la solicitud por escrito. Al no recibir respuesta, se comunicó por teléfono, le informaron que ya estaba inscrita y que se pondrían en contacto con ella.

Sin embargo, pasaron cuatro semanas y no recibió ninguna llamada o correo electrónico por parte del Consulado. Ante esta serie de negativas, no siguió insistiendo y su compañero continuó apoyándola económicamente. “Como poco a poco empecé a hacer vida acá, tampoco insistí, pero fue porque me relajé. Pero si yo hubiera necesitado y la estuviera pasando muy mal, esperando sus ayudas, me hubiera muerto de hambre, yo creo”, comentó Taborda.

Ellas no son las únicas, ¿quieres conocer otras historias? ve a verlas en Y ahora ¿cómo me devuelvo?

Según la respuesta que recibimos el 4 de julio de este año por parte del Consulado de Colombia en Bilbao, esta entidad había contactado 600 colombianos varados, 189 por solicitud de ayuda alimentaria y 411 solicitando acceso a vuelos humanitarios, de los cuales, habían sido repatriados 266. Hasta la fecha, este Consulado recibió 4500 euros provenientes del FEM, presupuesto del que se han beneficiado 35 connacionales con ayuda para alojamiento y alimentación.

Según datos de la Cancillería, entre marzo y julio de 2020, se asistió a, por lo menos, 448 colombianos varados en distintos países del mundo por precariedad económica. Esta cifra es menor a la cantidad de colombianos que se encuentran varados solo en Reino Unido, por lo cual se hace notoria la falta de asistencia a los compatriotas que se encuentran en esa situación.

entre marzo y julio de 2020, se asistió a, por lo menos, 448 colombianos varados en distintos países del mundo por precariedad económica. Esta cifra es menor a la cantidad de colombianos que se encuentran varados solo en Reino Unido, por lo cual se hace notoria la falta de asistencia a los compatriotas que se encuentran en esa situación.

Sumado a esta problemática, se hace necesario resaltar la marcada diferencia que existe en cuanto a la asignación de los recursos por parte del Gobierno colombiano, a través de la Cancillería, a las diferentes embajadas y consulados, puesto que estos dineros se distribuyen de acuerdo a la cantidad de colombianos en cada país o a las necesidades primordiales de cada estamento respecto a su tamaño.

La cantidad de recursos económicos también es designada por las relaciones que se posean con los gobiernos de otros países. Olmer Muñoz, especialista en política exterior, lo explica de la siguiente forma: “A partir del recurso fiscal anual que recibe el Estado, se priorizan los países con los cuales puede mantener embajadas y consulados abiertos, por temas de negocios comerciales, de relaciones bilaterales y multilaterales, en fin. Todos estos factores también hacen parte de la priorización que hace el Ministerio de Hacienda y Crédito Público para asignar recursos a la política exterior del país”.

¿Y la plata de dónde sale?

Según Juan David Vélez, representante a la Cámara por los colombianos en el exterior, la Cancillería de Colombia, ante la emergencia, le pidió al Ministerio de Hacienda y Crédito Público una inyección presupuestal de 14.000 millones de pesos, de los cuales recibió la mitad, como se puede evidenciar en el Informe de ejecución presupuestal de la Cancillería para abril de 2020.

Estos 7000 millones de pesos se asignaron directamente al FEM, que es una cuenta adscrita al Fondo Rotatorio del Ministerio de Relaciones Exteriores, es decir, al presupuesto de la entidad. Sus recursos tienen el propósito de apoyar al ministerio en casos especiales y por razones humanitarias, o cuando se requiera asistencia inmediata a los colombianos en el exterior.

Esos recursos pueden ser destinados a embajadas y consulados en siete circunstancias, entre las que se incluyen los casos en que un connacional, o su núcleo familiar, se vea afectado por situaciones excepcionales de orden público en el país receptor. En el Decreto 4976 de 2011, que reglamenta este fondo, se establece que dadas dichas circunstancias se procederá con la repatriación y el consulado respectivo brindará asistencia inmediata a los colombianos.

Para que los recursos de este fondo sean ejecutados, se requiere la aprobación de un comité evaluador de casos, conformado por diferentes funcionarios de la Cancillería y presidido por Fulvia Benavidez, actual directora de Asuntos Consulares. Este comité se encarga de evaluar y decidir sobre las solicitudes que serán atendidas por el FEM.

 

Grafica Colombianos atendidos por precariedad

Gráfica Colombianos atendidos por precariedad

Aunque este fondo se creó para cubrir las necesidades de algunos connacionales que quieren regresar al país durante la pandemia, ni el esfuerzo ni el presupuesto asignado son suficientes, tal y como lo declara Juan David Vélez: “Este Fondo Especial para las Migraciones siempre está sin fondos, sus recursos siempre son muy escasos y no solventa la problemática que requiere solucionar. Entonces yo sí creo que debe ser mejor financiado en el presupuesto nacional. Se requiere una redistribución del presupuesto que ingresa a la Cancillería para que el FEM tenga mayor financiación”.

Estos recursos no fueron dirigidos ni solicitados por la totalidad de embajadas y consulados de Colombia en el mundo, en algunas sedes diplomáticas se redirigió el presupuesto originalmente destinado a gastos de representación hacia la atención de los colombianos en el exterior. Este es el caso de la Embajada de Colombia en Ghana, que tiene concurrencia en 14 países de África Occidental y ha redistribuido alrededor de 1800 euros para gastos de alojamiento de cuatro colombianos, según nos comentó el 8 de julio Claudia Turbay, embajadora de Colombia en Ghana.

Si al Estado no le da, ¿entonces qué?

El vacío que ha dejado el Estado en la atención a los colombianos varados en el extranjero, hasta cierto punto, ha sido ocupado por organizaciones y redes de colombianos, quienes de su propio bolsillo y recibiendo el apoyo de diferentes ONG han podido llevar mercados, brindar información, entre otras actividades fundamentales en la contingencia.

Una de estas organizaciones es el Servicios de Colombianos y Latinos en el Exterior (Servicolex), una red de colombianos conformada por 40 miembros que brinda asistencia a compatriotas fuera del país, ha sido una de las organizaciones que ha ayudado con mercados, ha brindado información sobre los vuelos humanitarios y ha visibilizado la situación de muchos colombianos varados en el extranjero.

Para Cristian Mancera, fundador y director de la red, “Servicolex precisamente sirvió como una especie de consulado ad hoc, o un consulado que, sin remuneración, sin presupuesto, sin personal, atendió a más de mil de colombianos que necesitaron regresar a Colombia”.

Servicolex precisamente sirvió como una especie de consulado ad hoc, o un consulado que, sin remuneración, sin presupuesto, sin personal, atendió a más de mil de colombianos que necesitaron regresar a Colombia

Estas organizaciones también han trabajado en conjunto con las sedes consulares. Según la respuesta que recibimos por parte del Consulado de Colombia en Bilbao, fueron entregados 600 mercados en alianza con la Asociación de Colombianos y Colombianas del País Vasco (Asocolvas), y con la Asociación Colombiana de La Rioja.

 

Miembros de Servicolex

Miembros de Servicolex en sus labores de apoyo. Cortesía: Servicolex

Hablamos con Alberto Galindo, presidente de Asocolvas, sobre esta gestión y otros auxilios que se han brindado desde la asociación a los varados en esa región. “La iniciativa de apoyar a los colombianos que estaban un poco desamparados aquí en Bilbao surgió por una reunión que hicimos con la cónsul. Reunimos un dinero para ir distribuyendo esos alimentos cada 15 días. En una primera convocatoria se reunieron mercados para 60 personas, luego para otras 100 y así sucesivamente durante tres meses”, comentó Galindo. Este apoyo se dirigió principalmente a migrantes que no habían formalizado legalmente su residencia en España y estudiantes que debían continuar asumiendo gastos por su estadía.

Además del apoyo a través de la entrega de mercados, Asocolvas también facilitó el acercamiento entre los colombianos varados y el Consulado en Bilbao, como lo relata Alberto Galindo: “la Asociación es un canal de comunicación directo con los colombianos y colombianas, entonces recurrían a nosotros, pero realmente éramos un puente entre el consulado y ellos. La mayoría de las personas conocen primero Asocolvas y luego al consulado”.

“la Asociación es un canal de comunicación directo con los colombianos y colombianas, entonces recurrían a nosotros, pero realmente éramos un puente entre el consulado y ellos. La mayoría de las personas conocen primero Asocolvas y luego al consulado”

¿Y quién vigila los recursos?

Además de las redes y asociaciones que han gestionado estas ayudas, otras organizaciones como el Frente Común por los Colombianos en el Exterior han desempeñado una labor de veeduría frente a la gestión de la Cancillería, sus embajadas y sus consulados.

“La veeduría consiste en señalar las diferentes falencias, los malos tratos, las censuras, los bloqueos, la falta de información. Logramos que a través de la mesa parlamentaria por los colombianos en el exterior se estableciera un control político a la Cancillería colombiana. Hicimos que finalmente la Cancillería fuera clara en visibilizar a los ciudadanos y en visibilizar los vuelos y hacerlos públicos”, señala Cristian Mancera, quien, además de ser director de Servicolex, también es vocero y abogado del frente.

La mesa parlamentaria a la que se refiere Mancera es la Mesa Interparlamentaria por la Comunidad Colombiana en el Exterior, que tiene como propósito fortalecer la interlocución entre la rama legislativa y la comunidad de colombianos residentes en el exterior, y está conformada por los senadores Luis Fernando Velazco, Iván Marulanda, Angélica Lozano, Jorge Robledo y Gustavo Bolívar. Esta mesa fue creada gracias a los esfuerzos de la red de líderes del Frente Común por los Colombianos en el Exterior.

Pese a no ser una organización registrada ante al Estado colombiano para realizar veeduría ciudadana, han venido desempeñado esta labor sin contar con los beneficios que obtendrían: como recibir recursos públicos para cumplir sus funciones y celeridad para recibir la información requerida a instituciones del Estado. Desde 2003, cuando se promulgó la Ley 850 de ese mismo año, que reglamenta las veedurías ciudadanas, otras organizaciones han tenido dificultades a la hora de registrarse como veedurías en el exterior, como es el caso de la organización Colombianos en el Exterior y Retornados, que ha señalado en diferentes ocasiones las falencias que tiene esta ley: en ella existen varios vacíos legales, particularmente en los artículos 5 y 21.

El artículo 5 señala que “Las veedurías ejercerán la vigilancia en el ámbito nacional, departamental, municipal, y demás entidades territoriales, sobre la gestión pública”, esto no excluye directamente a los consulados, ya que a pesar de encontrarse fuera del territorio colombiano, figuran como parte de él, debido a las relaciones diplomáticas con los países donde se encuentran, y siguen siendo entidades del ámbito nacional. De todas formas, este artículo se ha prestado a interpretaciones que llevan a obstruir el derecho a la participación ciudadana y a la conformación de organismos veedores.

Por otra parte, el artículo 21 establece que, “la inscripción y reconocimiento de las redes de veedurías se hará ante la Cámara de Comercio, o ante las personerías municipales o distritales de cualquiera de las jurisdicciones a las que pertenecen las veedurías que conforman la red”. Aquí sí se puede notar una exclusión directa: al no existir en el exterior personerías municipales o distritales, ni cámaras de comercio, los colombianos en el exterior no tendrían dónde inscribirse legalmente como veeduría ciudadana.

Además de las trabas legales, este tipo de asociaciones han tenido diferentes dificultades para realizar su labor, como lo evidencia Cristian Mancera: “se han presentado otras dificultades, tras ser un trabajo sin recursos, completamente bloqueado, censurado por el Gobierno colombiano, al punto de que el representante de los colombianos en el exterior nos tiene bloqueados en las redes sociales”.

Ahora más que nunca, durante esta emergencia internacional por la covid-19, se ha hecho notoria la necesidad de que existan veedurías ciudadanas en el exterior que velen por el correcto direccionamiento de los recursos del Estado y, en consecuencia, por el bienestar de los colombianos y las colombianas en el exterior.

Pese a que existen esfuerzos y mecanismos estatales para atender estos casos, en la mayoría de ocasiones no es suficiente. Esto se refleja en la limitada financiación del FEM, que no puede cubrir las necesidades de gran parte de los colombianos en esta situación. Es entonces remarcable el papel que han jugado las organizaciones y redes de colombianos, que, dentro de sus posibilidades, han sido un puente para que los varados adquieran ayudas e información e, incluso, han suministrado estos apoyos directamente. Se hace evidente que el país debe estar mejor preparado para futuros escenarios de crisis internacional, con mecanismos más claros y una financiación más decidida para atender a sus connacionales.

Visita otras historias y contenidos informativos sobre los colombianos Varados lejos de casa y consulta otros temas del especial Entreabierta: Colombia en pospandemia.


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