El 29 de noviembre de 2011, durante un paseo escolar, un profesor y su hija cayeron a las aguas del río Cauca al desprenderse una sección en mal estado del Puente de Occidente. Sus cuerpos nunca aparecieron y hoy, nueve años más tarde, sigue en curso un proceso judicial que reclama una reparación directa por parte del Estado colombiano, responsable del mantenimiento del puente.